La peor decisión es la
Indecisión.
B. Franklin.-
De tantas maneras y formas se repiten cosas fantasiosas o no, que llegamos a creerla y hasta propalar con más fe hacia todos aquellos que nos quieran escuchar. Este ha sido desde siempre lo que ha hecho este pueblo que se las da de parejero, donde el más pobre de los pobres, proclama a viva voz, que tal o cual cosa de valor, para él, no es nada. Hasta aquellos que piden y viven de la limosna, cual que esta sea, ven con desdén cuando la cantidad no llega a cientos.
Pero ya hemos llegado al momento que sin importar la calidad de la fragancia que expida el mejor perfume, el hedor es insoportable. Con enemas o sin ellas, desde hace años, todos somos millonarios y cuidado sino multimillonarios; las bocinas pagadas, como aquella que considera que el decir cosas como estas es que las palomas le están tirando a las escopetas u otros tantos que viven “embriagados” de “lambonismo”, ya no aceptan cualquier cantidad para escribir un artículo alabando algún funcionario o empresario ávido de prensa; el dólar se acerca peligrosamente al 50 por 1, pero, es paja pa’la garza, por lo que la “realidad” es que somos uno de los pocos países en el mundo, donde la economía crece y crece, aunque como paradoja, en proporción inversamente proporcional, aumentan los mendigos y los pobres que antes constituían la llamada clase media… ¡Que en paz descanse!
Todos los años se formula un presupuesto que dentro de los supuestos, está dirigido a establecer una política de “recaudación, gastos e “inversiones” para toda la nación pero, los políticos, aun después de haberlo justificado y aprobado el mismo, hacen lo que les viene en ganas con el mismo, constituyendo lo peor y más descarado, es que lo hacen ¿legal?, ¡quizás sí!, pero no ético; porque hacen y deshacen las leyes a pura conveniencia de sus propios intereses, ya sean personales o partidarios, pero jamás pensando en el bienestar del pueblo. Todo esto, comenzando por propios gobernantes que en las últimas décadas, se han convertido en esclavos de los caprichos, exigencias o chantajes de todos aquellos a los cuales debe gobernar a pesar de cualquier compromiso previo y, esto debe hacerlo con la ley en las manos, sin que llegado el momento de hacerlo le tiemble el pulso, inclusive tengan que correr al baño por la flaqueza de sus órganos internos, ante el miedo que le produce el qué dirán.
Somos todo lo contrario de lo que creemos ser. Gobernantes sin freno y sin consecuencia ante la burla en el cumplimiento de las leyes. ¿Y los Jueces y fiscales?… ¡Bien de bien! Incapaces de actuar por estar bajo el manto del mandatario, que al fin y al cabo, es quien de una u otra manera los nombra o incide en su escogencia. Son presos de confianza con relación a sus decisiones; no existe tal independencia de poderes y eso, aunque no les agrade a muchos, sólo se ve, en una dictadura.
Siquiera guardan el recato para encubrir sus temores de ejercer el mando ante el chantaje de los pobres padres de familia y de aquellos dueños del dinero, en realidad se comportan como ignorantes incorregibles, haciendo alarde de su ignorancia o desinterés ante las cosas que si le interesan al pueblo. Porque el mando real se basa en tolerancias y riesgos. Pero, cuando las primeras, por excesos de los políticos paternalistas se desbordan, la segunda lleva al caos institucional, al caos en la gobernabilidad de este país, tal y como posiblemente esté ocurriendo ahora. Así nomas. ¡Sí señor!