A las instituciones electorales les corresponde mantener el frágil equilibrio del que potencialmente depende la estabilidad política y conformidad social de una colectividad. Por esa razón, se les exige garantizar el adecuado funcionamiento de los procesos electorales.
Por fortuna, en la República Dominicana quedó diluido el recuerdo de aquella frustrada jornada electoral de febrero, cuando los comicios municipales fueron súbitamente suspendidos por decisión de la Junta Central Electoral (JCE), ante la imposibilidad de corregir las notables fallas del sistema de votación electrónica.
Venturosamente, la JCE tuvo a su alcance los recursos económicos y contó con el apoyo de la ciudadanía para reponerse de ese histórico fracaso, sin embargo, quedó en evidencia que su capacidad organizativa es tenue y pálida si se contrasta con el reto de mantener la certeza y la confianza en las elecciones.
Con ese antecedente, que no es de menor importancia, el día de hoy el Senado de la República Dominicana continuará con el proceso de renovación de la JCE iniciando la etapa de entrevistas de candidatos; esperándose que los postulantes expongan, entre otras cosas, sus propuestas para recobrar la derrochada credibilidad de esa institución.
En otras palabras, quienes aspiran a ocupar el cargo no deben perder de vista que el ejercicio de la potestad electoral, en manos de la nueva JCE tendrá que encontrar asidero en una postura abierta y conciliatoria ante la sociedad, a la vez de firme y plantada ante sí misma; que permita la evaluación autocritica de sus prácticas.
Genera gran expectativa conocer las propuestas de los postulantes para garantizar que en los nuevos procesos electorales no habrá lugar a sorpresas ni experimentos aventurados con los cuáles se ponga en riesgo las elecciones.
En ese sentido, también produce interés saber cuáles son las propuestas de los candidatos para que esa institución contribuya al combate contra la corrupción, así como para garantizar de manera efectiva la transparencia respecto al uso y destino de sus recursos económicos.
En ese orden de ideas, tampoco debe faltar el pronunciamiento de los postulantes respecto a la protección de los derechos de los grupos vulnerables, así como del tipo de relación institucional que pretenden establecer con la ciudadanía, con los partidos políticos y las instancias de gobierno, más allá de los convencionalismos tradicionales.
Además de lo anterior, resulta imprescindible que los aspirantes a integrar la JCE, se pronuncien respecto a la pertinencia de conservar la fórmula D´Hondt para convertir los votos en escaños, pues contrario a lo que se estipula en la resolución No. 3/2020 de la JCE, este método no favorece de modo alguno a las minorías y por tanto no garantiza su acceso a la cámara de diputados ni a los concejos municipales.
En suma, se espera que los candidatos den a conocer de qué manera habrán de garantizar la salvaguarda de los principios democráticos de legalidad, imparcialidad, independencia, objetividad, certeza, autonomía y equidad, pues, la administración electoral dominicana tiene el gran reto de hacer lo más complejo de todo: Construir Democracia.
El proceso de selección para integrar la nueva JCE genera una gran expectativa de cambio y transformación que sin duda ocurrirá en República Dominicana, pues su gente sabe que las democracias no nacen ni mueren por eventos concretos, sino que se construyen día a día.