La libertad religiosa es un derecho garantizado por todas las Constituciones modernas, incluyendo la dominicana antes que el Cardenal la mancillara.  Esto significa que a menos que nos interese regresar a la Edad Media, el Estado no puede imponer las creencias religiosas de un grupo al conjunto de la población. Ni puede convertir lo que para un grupo es pecado en un delito penado por la Ley.

La Biblia, el Corán, y las creencias en ángeles y demonios son asuntos privados que cada quien tiene derecho a adoptar o rechazar, derecho protegido por la Constitución, como “libertad religiosa y de cultos”.  De facto, adoptar la Biblia como libro nacional como han propuesto algunos devotos legisladores dominicanos, no es nada diferente de lo que han hecho algunos estados musulmanes al adoptar la Ley Sharia basada en el Corán y las enseñanzas y el ejemplo del profeta Mahoma.

Recientemente, en nombre de Dios, los evangélicos dominicanos promueven el odio al sector LGBT de la población.  No comprenden que los derechos humanos no pueden ser violados aunque el 99% de la población lo apruebe. Además, ¿es que no saben que ya la Iglesia Católica Romana, con el Cardenal al frente, se le adelantó en el 2009 para negarles a las personas LGBT sus derechos e imponer la maternidad forzada a la mujer?   ¿Qué más buscan los amantes de Cristo que no sea sembrar más odio y sufrimiento?

La Constitución Dominicana fue violada desde septiembre del 2009, cuando legisladores oportunistas vendieron su integridad para obedecer las órdenes del Vaticano en la persona del Cardenal, e impusieron lo que hoy son los artículos 37 y 55 en la Constitución del 2010.  El primero le concede a un óvulo fertilizado personería jurídica, criminalizando la interrupción del embarazo bajo todas circunstancias.  El segundo define el matrimonio solamente entre un hombre y una mujer, negándoles a parejas del mismo sexo el derecho al matrimonio igualitario.

Esto es significativo, porque el matrimonio implica la protección de muchos derechos. Legisla sobre los bienes adquiridos, herencias, derecho para decidir en caso de discapacidad de un miembro de la familia, derecho de adopción y crianza de niños que pueden ser biológicos con la tecnología moderna, entre otros. Al privarles de esos derechos, las personas LGBT ven su cotidianidad afectada, y su estatus disminuido para convertirse en una casta marginal, o ciudadanos de segunda sin plenos derechos constituidos.

Ahora que la bulla religiosa trae al tapete los derechos humanos, es el momento de establecer una Asamblea Constituyente para revisar los Artículos 37 y 55 de la Constitución.  Estos la transforman en un texto incongruente sin validez interna.

El cambio político de los Evangélicos

No debe sorprendernos la intolerancia  evangélica que busca  declarar “persona no grata” al Embajador Wally Brewster y a su esposo; clamor que contrasta con su silencio para exigir justicia para los niños sexualmente abusados por el ex -Embajador del Vaticano en la República.  Esta intolerancia tiene su raíz en la política partidista estadounidense que tiene una doble motivación para aborrecerlo: además de gay, el Embajador pertenece al partido Demócrata y es amigo personal de Barack Obama.

Pero los Evangélicos no siempre fueron intolerantes.  Al contrario. A finales del siglo XVIII, sin el apoyo de los Baptistas de Virginia, a los Padres Fundadores de la República de los Estados Unidos de América les hubiese sido casi imposible lograr la unidad de las Trece Colonias Inglesas del Nordeste Americano y su separación de las diferentes denominaciones cristianas establecidas en ellas.   Los Baptistas fueron los principales luchadores y aliados de Thomas Jefferson para poder establecer el primer Estado Laico del planeta.

Pero desde finales de los 70, los evangélicos olvidaron su historia y enterraron sus principios igualitarios y democráticos.  Hoy conforman la base de la derecha cristiana del Partido Republicano en los Estados Unidos, con criterios opuestos a los que históricamente sustentaron.  Por ejemplo, en el siglo XIX, los Baptistas denunciaron la esclavitud y la brecha entre ricos y pobres.  Fueron además militantes del movimiento por la paz, y agitaron por la igualdad de los derechos de la mujer, incluyendo el derecho al voto.  De igual forma, en 1973, reunidos en Convención en la ciudad de Chicago, 55 líderes evangélicos publicaron la “Declaración de Chicago”, donde lamentaban la persistencia de la desigualdad racial y económica en el siglo XX y condenaban el militarismo estadounidense.  En su Declaración, emitieron una defensa “decisiva” de los derechos de la mujer.

Pero en 1980 apoyaron la candidatura del Republicano Ronald Reagan, que le costó a los Demócratas la derrota de Jimmy Carter para su segundo período presidencial. Su biógrafo Randall Balmer manifiesta como los dirigentes de la derecha cristiana planificaron la estrategia para esconder sus motivos  y manipulara las bases evangélicas, y con ello lograron  “el cambio del evangelismo progresista a favor de una comprensión radicalmente distinta de la fe, articulada por los líderes de la derecha religiosa”. [1]

Las llamadas academias segregadas, muchas de ellas afiliadas a Iglesias, surgieron después que la Suprema Corte de Justicia mandara la desegregación de las escuelas públicas.   Pero como el Departamento de Impuestos Internos (IRS) comenzó a quitarle a las escuelas segregadas las exoneraciones tributarias, los “predicadores evangélicos estaban furiosos”.  A instancias del activista conservador Paul Weyrich se organizaron para defender sus exoneraciones.

Balmer anota que la agitación en favor de la segregación racial era difícil de vender.  Razón por lo cual, “se necesitaba una cuestión secundaria” para despertar el interés de las bases evangélicas.  Dirigieron sus esfuerzos a la causa de la criminalización del aborto y no a la desegregación racial, algo políticamente incorrecto después de la lucha afroamericana de mediados de los 60s liderada por Martin Luther King, Jr.  El apoyo de los evangélicos a Ronald Reagan en 1980 fue determinante porque los Baptistas del Sur conforman la denominación Protestante más numerosa de los Estados Unidos, con 15.9 millones de afiliados.[2]

Para Balmer, la derrota electoral de Jimmy Carter, significó la desaparición del evangelismo progresista del panorama nacional estadounidense. Los votantes evangélicos cambiaron la política militar moderada de Carter y su enfoque en la situación de los pobres, la mujer y las minorías, por un candidato Republicano que favoreció los recortes de impuestos para los ricos, se opuso a la Ley de Derechos Civiles, la Ley de Derechos Electorales y a la Enmienda a la Constitución por Igualdad de Derechos.

La violencia actual de los países centroamericanos, motor de la reciente masiva inmigración de niños sin acompañantes a los Estados Unidos, tiene sus raíces en la política militarista de Ronald Reagan que finalizó con el genocidio Maya en los ochenta.

En abril de 2013 Jimmy Carter se divorció de la Convención Baptista del Sur [Southern Baptist Convention (SBC)] después de 60 años de participar como diácono y profesor de religión.  La razón de su renuncia la explicó en una Carta abierta en abril del 2013: la adopción de una política violatoria a la igualdad de la mujer. Carter señala que la lectura Bíblica de los Baptistas que subordina la mujer a sus maridos, “es una excusa para la esclavitud, la violencia, la prostitución forzada, la mutilación de genitales, y las legislaciones nacionales que omiten criminalizar la violación sexual y continúan negándoles a la mujer un acceso igualitario a la educación, salud, empleo, e influencia al interior de sus comunidades".[3]

En última instancia, la lucha de los religiosos Evangélicos y Católicos por imponer sus preceptos a toda la población, no es una lucha teológica, es una lucha por definir la Constitución.   El momento ha llegado para recuperar la nuestra.


[1] Randall Balmer.  Jimmy Carter and the Evangelical Divide.  Huffington Post, 9 de junio del 2014.  http://www.huffingtonpost.com/randall-balmer/jimmy-carter-evangelical-_b_5473456.html, recuperado el 14 de julio, 2014.

[2] ABC News.  Jimmy Carter Leaves Southern Baptists, ocubre 20, 2013. http://abcnews.go.com/US/story?id=9531

recuperado el 12 de julio, 2014.

[3]Christian Piatt, Jimmy Carter vs. the Southern Baptist Convention: A Sea Change? The Huffington Post.  4 de abril, 2013. http://www.huffingtonpost.com/christian-piatt/jimmy-carter-vs-the-southern-baptist-convention-a-sea-change_b_3015449.html, recuperado el 13 de Julio, 2014, mi traducción.

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