El conflicto es consustancial, inherente a la sociedad humana. El grado como se producen al interior de una organización, de una empresa, de la familia, de la sociedad, nos indica el grado de las interacciones y los niveles de madurez y alcance de las instituciones. El conflicto desde una visión sociológica se puede definir como “Lucha por la supremacía entre grupos sociales, que implica tensiones, divisiones e intereses antagónicos”.
Hay diversas perspectivas teóricas sobre la concepción del conflicto: Marxista, Funcionalista, Estructural Funcionalista; sin embargo, la génesis de los mismos, más allá de su visión axiológica, arriba a cómo se expresan éstos en el seno de una sociedad determinada y la manera de abordarlos y cómo ocurren y por qué ocurren. Los cimientos teoréticos nos dan respuestas distintas. Damos en nuestra dimensión ecléctica que el conflicto en una sociedad, sobre todo como la nuestra, está acunado mayormente en base a las desigualdades. Desigualdades de clases sociales, de género, de grupos, de justicia, del reconocimiento de la igualdad de oportunidades, de religión, de discapacidad, etc. etc. Somos una sociedad con una pandemia de inequidades en toda forma y expresión.
Mientras en sociedades muy avanzadas como Noruega, Suecia, Suiza, Dinamarca, las elites económicas y sociales buscan formas para horizontalizar a los ciudadanos en los territorios, aquí, desde el Estado mismo, se impulsa la desigualdad en todas sus dimensiones. Ello es lo que produce tres y cuatro sociedades al mismo tiempo, con ciudadanos enteramente diferentes.
Esos conflictos internos que gravitan en nuestra formación social van produciendo conflictos sociales estructurados y al mismo tiempo estructurales. La búsqueda de riqueza, de poder, de su forma y del grado de cómo la sociedad tolera la conducta delictiva a través del delito de cuello blanco y de la delincuencia política, se convierten en más generadores de conflictos estructurales que hacen que la sociedad se encuentre en una aflicción permanente de su cohesión social.
El ritmo acompasado, armónico de una verdadera paz social no puede sostenerse a largo plazo con la brecha de exclusión económica, política, social y cultural que se verifica a lo largo y ancho de todo el cuerpo social dominicano. ¡Que todavía un 25% de los dominicanos no tengan acceso al agua potable finalizando la segunda década del Siglo XXI es una afrenta, un verdadero oprobio social!
El “éxito” de la partidocracia en Dominicana se debe, entre múltiples factores, a que una gran parte de la elite económica no cree realmente en un Estado social democrático de derecho. Perciben que los poros de la justicia los ayuda más que la construcción de un verdadero poder judicial. Resuelven más expeditamente cualquier conflicto con su poder económico, con sus influencias, con su status y añoranza y nostalgia de la simbología social que recrean los apellidos.
¿Qué explica que en el caso de ODEBRECHT no haya ni un inculpado de los consorciados de la empresa brasileña que construyó 17 obras en el país? ¿Por qué razón a casi dos años de conocerse el escándalo de ODEBRECHT no hay ni un político preso y en cambio, en otras sociedades latinoamericanas se ha producido una justicia? ¿Puede una sociedad con un verdadero Estado de Derecho, que el Ejecutivo nombre una Comisión para que lo investigue a él mismo, en su rol en Punta Catalina, una comisión extra institucional, sin poder legal?
El poder y la riqueza se alinean para mantener en un profundo retraimiento al Poder Judicial, que es el que crea el balance y el respeto a las instituciones, es el baluarte del contrapoder de los demás poderes públicos. Es el que cuida de las normas, de las reglas, de lo permitido, de lo negado, independientemente de la jerarquía económica, política, social, cultural. ¿Acaso vieron el tratamiento dado al joven Yimy Zapata que presidía la Federación de Estudiantes Dominicanos (FED)? No digamos que no es culpable, no obstante, ¿por qué la Justicia fue tan drástica con él? ¿Qué poder extrajudicial estaba alrededor de este conflicto que quería que el referido estudiante estuviese en la cárcel para que vieran “su poder”? No le dieron garantía económica ni confinación en su casa. Todo el tiempo estuvo preso.
En la sociedad dominicana, frente a los conflictos, no estamos tomando decisiones que coadyuven significativamente a la modificación de las estructuras, ni en el ámbito de reformas, por lenta que estos sean. Estamos en un permanente statu quo donde a problemas viejos ni le damos salidas. Surgen nuevos conflictos coyunturales, se postergan, convirtiéndose en conflictos estructurados y estructurales de la sociedad.
Es el caso del Déficit cuasi fiscal del Banco Central, en el 2003 la suma rondaba los RD$55,000 Mil Millones de Pesos. Hoy, el monto ronda los RD$500,000 Mil Millones de Pesos, el equivalente a U$11,000 Mil Millones de Dólares. Esto es, similar al 14.47% del PIB y al 73.5% de los ingresos tributarios del presupuesto del 2019 en la economía dominicana.
Lo mismo sucede con la problemática de la Seguridad Ciudadana. Para el año 1999, la Tasa de homicidio era de un 12/100,000. Si bien, no estaba en los umbrales que plantea la OMS (8) había todavía, una loable convivencia social. Hoy, al tiempo que la tasa de homicidio ronda el 21/100,000, la Tasa de Victimización (39) nos tiene de rodillas y los dominicanos nos encontramos frente a una paranoia social. Los asaltos, atracos, robos, estafas son el cardumen de la vida cotidiana.
Tenemos un Modelo Económico ya agotado. Es el mismo de los años 90 del siglo pasado: Turismo (sueldo mínimo $10,335.00 y el promedio general $16,000.00); Zonas francas (sueldo mínimo $9,264.00). Un modelo que cuasi no absorbe las manos de obra que crea el Mercado laboral a través de la población económicamente activa. Un Modelo donde no prima el Capital humano. Hoy, más del 60% de los empleos ocupados son de personas que solo terminaron la primaria y analfabetos. El 80% cubre la educación inicial, básica y media. Hay en nuestro tejido social un 32% de jóvenes sin empleos; 22.5 son jóvenes Sin Sin. El embarazo en las adolescentes 23%. La Mortalidad materna e infantil de la más alta de toda la región. La corrupción y la impunidad gravitan como un conflicto institucional que puede derivar en una crisis.
¡Los conflictos estructurales se agravan y las puertas se cierran. El poder (económico y político) juega a un gatopardismo que llora frente a su mismo statu quo. Están retozando con un vengador social y con ello a la ruptura de su apoplejía de opulencia de su existencia como tal!