La revolución concretista no se queda en la superficie: parte del meollo de la cuestión, se refiere a la esencia misma de la poesía. “El artista, de acuerdo con su función de vaticinador, debe representar el espíritu de la sociedad de su tiempo”, dice Gonzalo Aguilar, en su libro Poesía concreta brasileña: las vanguardias de la encrucijada modernista” (2003). ¿Cuál es este espíritu? El espíritu de una sociedad que se industrializa, en la que la máquina comienza a sustituir al hombre, en la que se tiende al automatismo, a la síntesis y la geometrización. El artista de este momento debe buscar, afirma Gonzalo Aguilar, “el mayor objetivismo estructural posible, la mayor racionalidad de exposición, lo que conduce a una abolición de la forma orgánica en la que hay más resquicios para el subjetivismo”. La poesía concretista está sujeta a una ordenación tan férrea como la de los átomos que integran la molécula en las composiciones químicas; las palabras, su disposición, todos los elementos que van a componer el poema deben ser elegidos por el artista antes de comenzar a escribir, nada debe dejarse a la inspiración ni al azar.
En la poesía concreta, las palabras, usadas en estado puro, es decir, sin declinación posible, los nombres y la conjugación de los verbos, se combinan entre sí para originar el placer poético, como en la música atonal, serial, electrónica o dodecafónica, desde Boulez, Schoenberg hasta Stockhausen, pasando por John Cage y Webern y su sustitución por sonidos, aislados unos de otros, pero con capacidad para producir placer estético por mera yuxtaposición, corresponde precisamente a la abolición de la frase sintáctica y la sustitución de los nexos gramaticales por los espacios en blanco encargados de unir o separar las palabras mediante un silencio que debe llamar la intuición del lector por sí misma.
Los experimentos concretistas no constituyen un descubrimiento insólito, sino, el abandono de una trayectoria expresiva que parecía había llegado a extremos de rarificación insostenibles.
Previo al examen de las obras de poesía concreta publicadas en el Brasil, de los estilos personales de los diferentes poetas concretistas y de la rápida evolución de la tendencia, creemos conveniente ampliar brevemente nuestra información sobre determinados aspectos teóricos del concretismo y sus relaciones con los antecedentes literarios, plásticos y musicales citados.
El aspecto más agresivo y el que ha despertado más enconadas críticas es la negación del verso como unidad rítmico-formal de la composición poética. Según las teorías expuestas por los poetas concretistas Haroldo de Campos, Décio Pignatari y Augusto de Campos, en su plano-piloto, el verso tradicional había agotado sus posibilidades expresivas y este agotamiento plantearía la necesidad de buscar nueva unidad poética capaz de revitalizar la expresión y sacar a la poesía del marasmo a que la llevó dicho verso. Descubren entonces que el espacio gráfico, la página en blanco, puede convertirse en la unidad formal anhelada. Es cierto que Mallarmé, si bien violenta aparentemente la sintaxis consuetudinaria, no la desintegra, como han hecho los concretistas, pero también lo es que la utilización dinámica de los recursos tipográficos y las raíces musicales de su experiencia enlazan con los postulados de la poesía concreta.
No es difícil rastrear en la poesía de lengua castellana ejemplos que parecen derivar de la experiencia de Mallarmé o que, por lo menos, rompen la estructura gráfica de la página poética a favor de una mayor expresividad de las imágenes sugeridas por los versos. Pensamos al escribir esto en el Creacionismo del poeta chileno Vicente Huidobro en cuyo poema Ecuatorial (1918), por ejemplo, se emplean tipos de tres cajas diferentes y cuyos versos se distribuyen en la página con muy desiguales sangrías. También, podríamos aludir otros muchos, entresacados de la poesía moderna de Europa y América. Nos limitaremos, sin embargo, a recordar a Francis Ponge, puesto que el poeta francés tiene evidentes puntos de contacto con el concretismo, no sólo por la calidad de concreción y economía vocabular de su poesía sino porque sus experimentos gráficos parecen anticiparse al poema-cartel cultivado por algunos de los concretistas brasileños. El nombre dado por Apollaire a sus ensayos poéticos (Caligramas) fue tomado del que llevaban las antiguas composiciones griegas, como la de Simias de Rodas, en la que los versos eran dispuestos de una forma gráfica adecuada al ritmo con que debían ser recitados.
No podemos dejar de recordar al poeta ruso Vladimir Maiakovski, uno de los antecedentes invocados por los propios concretistas. El poeta ruso compuso una serie de poemas en los que jugó magistralmente con la distribución del texto sobre la página y con los caracteres tipográficos de su composición, llegando a crear verdaderos poemas-carteles.
La idea básica de los concretistas es crear un arte moderno, es decir, una poesía que se adapte a las necesidades espirituales y materiales del hombre. De ahí que, considerando como características del tiempo que vivimos, la automatización, la técnica, la velocidad y la economía de los recursos empleados para conseguirlas, propongan una poesía breve, racionalista y exigentemente técnica.
Décio Pignatari (1927), por ejemplo, impone a las palabras un violento movimiento, unas veces logrado por su dislocamiento, otras por su distribución en la página de tal modo que la unión de sus vértices parecen asemejarlas a las hojas de una puerta giratoria, descrita por medio de versos fragmentados, tipográficamente ordenados en bloques.
ra terra ter
rat erra ter
rate rra ter
rater ra ter
raterr a ter
raterra terr
araterra ter
raraterra te
rraraterra t
erraraterra
terraraterra
Perteneciente también al equipo de Sao Paulo, Haroldo de Campos (1929-2003) es, seguramente el que deja traslucir más influencias de su formación literaria. Hay algunos de sus poemas—nos referimos a los impresos sobre fondo negro—una preocupación metafísica o existencial que se desdice en cierto modo de los postulados concretistas.
la vida pasó como un
murciélago
como un muerto
ciego
……………….
obsesión
incertidumbre
……………..
oscuridad gozosa
Augusto de Campos (1931) es, con Décio Pignatari, el que ofrece mayores complicaciones formales. Si a veces mantiene la estructura sintáctica de la frase, otra es el que más lejos lleva la desintegración y transformación de las palabras, con lo que su expresionismo impide en ocasiones la interpretación de los términos que utiliza. También es el primero que emplea las variaciones de color imprimiendo un movimiento pictórico a la página poética y ofreciendo claves de lectura y de concordancia y discordancia expresiva.
Arte longa vida breve
Escravo se ñao escreve
Escreve só ñao descreve
Grito grifa grafa grava
Uma única Palvra
Los hallazgos de la poesía concretista brasileña, constituyen un desafío en el proceso de construcción del nuevo imaginario hispanoamericano.