Un informe reciente de la Organización Mundial de la Salud, OMS, difundido en Ginebra, advierte de los efectos dañinos a la salud del consumo de alcohol en los países miembros y sitúa a República Dominicana entre los primeros cinco del hemisferio donde más litros anuales se consumen, basado en estadísticas proporcionadas por los propios gobiernos de la región.
El estudio de la OMS 2014 revela que el consumo abusivo de alcohol provocó la muerte a más de 3,3 millones de personas en el mundo en 2012, lo que representa el 6 por ciento de todas las muertes en el mundo, "o lo que es lo mismo, una muerte cada diez segundos," además de producir más de un centenar de enfermedades que oscilan desde cáncer, el tabaquismo y la obesidad.
Las cifras, de por sí espeluznantes, es en particular preocupante en el caso específico de la República Dominicana. El informe dividido por sexos, subraya que el alcohol fue la causa del 7,6 por ciento de las muertes de hombres en 2012 y del 4 por ciento de los fallecimientos de mujeres en el país. A ello se suma la cadena de tragedias, dolor, luto y orfandad que dicha droga legal deja como secuela en las familias y en la sociedad en general.
Según cifras oficiales, en el país operan legalmente 28 empresas productoras de rones vinos, cervezas y otros espíritus destilados, con un margen de ganancia exorbitante que permiten el pago de impuestos al gobierno al gobierno central. Se desconoce cuántas de ellas disponen de plantas de tratamientos de aguas residuales para evitar focos de contaminación, ya que es un sector de la economía que ha tenido poco escrutinio público dada la inclinada disposición del dominicano a confundir el alcohol con la alegría y la fiesta, y la tolerancia del Estado para recibir dichos ingresos por concepto de arbitrios.
Cabe preguntar cuántas de las 28 empresas licoreras que operan en el país con licencias cumplen los requisitos para prevenir focos de contaminación en extremo en los ríos, las playas, el subsuelo, las emisiones sónicas o radiactivas. Se estima que casi la mitad de dichas empresas operan desde hace 60 años. Sus abusos y violaciones a las leyes que protegen los recursos naturales convierten a este país en un foco de enfermedades mortales a corto, mediano y largo plazo, sin ninguna corresponsabilidad compartida. Y ¿Cómo es que siempre hay agua apta para producir alcohol, pero no está disponible para el consumo humano de los residentes del país?
El articulado de la Ley General de Salud de la República Dominicana o Ley 42-01, que refleja la intención legislativa de proteger la salud pública y moderar el consumo de alcohol, navega sin rumbo fijo por los archivos de los honorables miembros del Senado de la República desde hace algunos años, sin que hasta la fecha se fije una política pública definida y prácticas para al menos frenar los efectos devastadores que tiene ese vicio dañino a la salud física, mental y económica de la población de clase media y pobre del país que es la de mayor consumo per cápita de alcohol.
Según la Encuesta Nacional de Salud de 2007, que cita la Oficina Panamericana de la Salud en su informe de abril de 2013, el 73% de las mujeres y el 89% de los hombres en República Dominicana comunicaron que alguna vez habían ingerido bebidas alcohólicas, y el consumo fue mayor en las zonas urbanas que en las rurales.
A la vez, el 6,3% de las mujeres y 12% de los hombres de 15 a 49 años de edad informaron que consumían cigarrillos o tabaco. Entre los fumadores se observaron diferencias considerables, ya que fumaban más los que tenían menor nivel de educación e ingreso. Aunque no se especificó el tipo de drogas, 1% de las mujeres y 5% de los hombres de 15 a 49 años admitieron que habían usado drogas alguna vez en su vida.
Ante semejante panorama nacional, sería razonable recomendar a los actuales legisladores en el Congreso que presenten una propuesta de ley para que la industria licorera nacional asuma su responsabilidad. Bien podrían aportar el 1 por ciento de sus ingresos por ganancias a un fondo general o fideicomiso, que permita a los hospitales públicos atender con materiales y personal necesario los miles de casos anuales de pacientes involucrados en accidentes, donde el consumo de alcohol ha tenido un papel económico y cultural esencial como factor preponderante en ese baño de sangre etílico que azota la vida nacional. O será cierto aquello de que el pueblo cautivo se inclina a ignorar la cruda realidad de los hechos y prefiere las mentiras de los políticos?