Parece muy simple. Cualquiera con acceso a internet y un equipo sencillo hace saber y hasta puede lograr más impacto, informado o desinformando, que cualquier gran cadena internacional. Vivimos esa etapa de “todos comunicando para todos”.
Ha dicho Michael Crichton: "La gran paradoja de la era de la información es que ha concedido nueva respetabilidad a la opinión desinformada".
Lo real es que existen muchas confusiones y gran desconocimiento sobre la comunicación. Con todo y tratarse de lo que nos mantiene humanos, como dice Garzón Céspedes, estamos viviendo una etapa en la que a cualquier cosa se le llama comunicación. Como ahora contamos con “San Google”, a modo de disco duro externo para la humanidad, mucha gente cree que aparentar es lo mismo que ser.
La expresión “hacerlo bien y hacerlo saber” ha sido asumida desde hace mucho tiempo como esencia de las Relaciones Públicas (RRPP), además de ser un concepto clave para la comunicación en las organizaciones.
Pero todo ha evolucionado, todo sigue cambiando. En ese todo se incluye a la República Dominicana, cuya población votante decidió, de manera mayoritaria, cambiar de gobierno. Como es lógico entender, esa decisión fue tomada en correspondencia con las expectativas existentes y generadas en ese conglomerado. Por eso es también lógico entender que, aunque se conceda un tiempo de espera, se quiera percibir el cambio.
Para eso, la comunicación es determinante. Si bien es cierto que ella no es “curalotodo”, también es cierto que se trata de la única herramienta para provocar entendimiento entre las personas. Cualquier otra vía podría darnos una impresión parecida, pero no pasaría de ser subyugación, sometimiento, manipulación, entre otros métodos parecidos.
Comunicar de verdad, gestionando la comunicación y logrando propósitos sostenibles con ella, resulta bastante complejo en estos tiempos. Y para las entidades gubernamentales resulta mucho más complejo aún. Pues con el gobierno ocurre como con los recursos en administración: nunca son suficientes para satisfacer las necesidades.
Ha llegado el tiempo para ampliar aquel viejo concepto. Está bueno “hacerlo bien y hacerlo saber”, pero estará mucho mejor si asumimos “hacerlo bien y hacerlo saber bien”.
Aunque mucha gente confunde comunicación política y comunicación gubernamental, lo real es que la primera contiene a la segunda. La comunicación política se ocupa de la producción y de la difusión de la información, normalmente transmitida a través de medios de comunicación de masas, en un contexto político. Mientras que la comunicación gubernamental hace referencia al ejercicio que determina la agenda de gestión de instituciones.
En la campaña se promete, como forma de alimentar la esperanza. Para ello se apela a las emociones, con mensajes bien orientados, además de breves y efímeros. Pero desde el gobierno se trabaja la realidad de toda la población, incluyendo a quienes votaron en contra y hasta a quienes no votaron.
Los gobernantes exitosos saben combinar dos cosas: adecuada gestión del día a día y alimentar el entusiasmo de cara a un futuro deseado que debe ser construido de manera constante. Para eso es imprescindible el consenso, mecanismo de alta prioridad para la comunicación gubernamental.
Es muy difícil que no haya disenso, pero mientras mayor sea el consenso más se garantiza la gobernabilidad. En una sociedad “hipercomunicada” se requiere hilar bien fino para gestionar la construcción de ese consenso.
Es que ya pasó la etapa en que la gente solo escuchaba. Ahora las personas se van tomando cada vez más en serio aquello de “prosumer”, como productoras y consumidoras de mensajes. Ahora la ciudadanía exige una comunicación más humana, constante y coherente con la realidad por parte de las instituciones que son sostenidas por los impuestos que paga.
Finalmente, para lograr buenos resultados mediante esa comunicación con la ciudadanía es imprescindible unificar el equipo. Eso tampoco se logra sin comunicación. La comunicación interna es fundamental de cara a lograr propósitos con los otros públicos con que cuenta una organización.
La comunicación, mal llevada, puede provocar situaciones de consecuencias impredecibles. La comunicación, adecuadamente gestionada, se convierte en una poderosa herramienta para que quienes gobiernan expliquen, justifiquen y, en consecuencia, legitimen sus decisiones. Es gestionando adecuadamente la comunicación como se logra el consenso que facilita el avance y permite cambios sostenibles.