Nueva York.-El testimonio de Michael Cohen, el ex abogado del presidente Donald Trump ante un comité congressional estuvo lleno de lo que Ortega y Gassett llamaba buena poesía. Porque nos contó muchas cosas que nunca nadie nos ha contado, pero absolutamente nada era nuevo para nosotros.
Según Cohen, Trump es racista, falsario y estafador, pero eso no sorprende a nadie.
Lo verdaderamente novedoso es que Cohen esté “avergonzado” de haber sido leal a Trump y que asuma el papel de niña mala en las telenovelas. Que sintiéndose atrapadas le echan la culpa al hombre que ellas manipularon, acusándolo de haberlas usado y abusado.
Cohen está condenado a tres años de prisión por mentirle al Congreso bajo juramento, él es el sexto estadounidense encarcelado por ese delito en toda la historia nacional. Lo más curioso es que el mismo Congreso al que él le mintió, lo invitó declarar, pero esta vez todo lo que dice “es la absoluta verdad”.
¿Qué buscan los demócratas con el testimonio de Cohen?
Aumentar el descrédito de Trump con la esperanza de poder armarle un juicio político para destituirlo y encarcelarlo. Ellos saben que las posibilidades de que un juicio político termine con Trump destituido y preso son muy remotas porque hay poderosas razones político-legales que lo impiden.
Como controlan la Cámara de Representantes, los demócratas pueden armar el juicio político, pero el final difícilmente sea el que ellos esperan. Para que progrese una destitución presidencial falta el voto de las dos terceras partes del Senado, donde los republicanos tienen 53 escaños y los demócratas 47.
Para destituir a Trump, entonces, hará falta que 19 de los 53 senadores republicanos deserten de su partido y voten con los demócratas, eso quizá sea difícil.
El testimonio de Cohen es buen entretenimiento político, y nada más.