Los asesinatos a sangre fría de los comunicadores Luis Manuel Medina Pérez y Leonidas Martínez, ocurridos el martes en los estudios y oficinas de la emisora FM 103 de San Pedro de Macorís, constituyen un ataque soez y brutal a los medios y a los comunicadores en todo el país, y un recordatorio ominoso de un pasado que se creía superado.
Las autoridades continúan la búsqueda del presunto autor, identificado como José Rodríguez, de 59 años, cuyas razones para cometer el sangriento hecho, en el cual resultó gravemente herida de bala la secretaria de la radioemisora Dayanina Isabel García Hernández, se desconocen por el momento.
El móvil, razones o motivos del autor o autores del deleznable atentado a la vida de los comunicadores ampliamente conocidos en esa provincia oriental del país, no tiene justificación alguna. Todo el peso de la ley debe ser aplicado sin miramiento alguno en este caso que ha llevado el luto a dos familias dominicanas, tal y como lo han reclamado el Colegio Dominicano de Periodistas, por voz de su presidente, Olivo de León; la SIP, y otro gremios de la prensa nacional.
El cobarde ataque a la Emisora FM 103 de San Pedro de Macorís no debe quedar impune. Las muertes de Luis Manuel Medina Pérez y de Leonidas Martínez tampoco deben convertirse en estadísticas frías de la violencia
Para nadie es un secreto que desde un tiempo hasta esta parte, muchos comunicadores en el país han sido objeto de amenazas, agresiones físicas, verbales y legales, encausamientos, chantajes, hostigamientos y hasta intimidados por difundir versiones de hechos que a su juicio constituyen verdades que pueden afectar intereses políticos, económicos o personales, sin medir los riesgos que ello conlleva.
La prensa y los comunicadores dominicanos han aportado una cuota de sangre muy alta a la hora de ejercer su misión para que la verdad prevalezca en asuntos de interés nacional. Sólo basta recordar los casos de Orlando Martínez o de Rafael Gregorio García Castro, Goyito, el pasado siglo, entre otros periodistas no menos relevantes. La Constitución y las Leyes garantizan el libre ejercicio de la difusión del pensamiento, por lo tanto hay que frenar a tiempo los impulsos de las cavernas, sin importar sus orígenes o quienes sean “los incontrolables.”
El cobarde ataque a la Emisora FM 103 de San Pedro de Macorís no debe quedar impune. Las muertes de Luis Manuel Medina Pérez y de Leonidas Martínez tampoco deben convertirse en estadísticas frías de la violencia común, pública, privada, de sicariato o de delincuencia común que tienen en vilo a gran parte de la población, y de paso confirma que el ejercicio del periodismo en el país sigue siendo uno de alto riesgo.
Las autoridades y la Procuraduría General de la República tienen ante sí el desafío de llegar hasta el fondo de las verdaderas causas y autores materiales e intelectuales que culminaron con el asesinato de los comunicadores de San Pedro de Macorís, si es que el estado de derecho ha de prevalecer y si son válidas las garantías a la libertad de expresión en la República Dominicana. La prensa nacional no puede aceptar volver a un pasado que se creía superado… ¡De ninguna manera!