“Cambia lo superficial…Cambia también lo profundo…Cambia el modo de pensar…Cambia todo en este mundo”. ¿Quién nos iba a decir, veinte años atrás, que Barack Hussein Obama, mulato descendiente de esclavos kenianos y de una gringa tercermundista, ocuparía la Casa Blanca, donde los únicos negros hasta entonces habían sido los de la servidumbre? ¿Quién nos iba a decir que Hillary Diane Rodham Clinton, una militante del movimiento contracultural y pacifista de Estados Unidos, fanática de Bob Dylan y Joan Báez (y hasta con trasuntos hippies y mariguaneros) sería quien seguramente habrá de sustituirlo?