Todo parece indicar  que en nuestro país el “derecho a la alimentación” es un derecho ignorado por el sector público y el sector privado. Siendo además que ninguna democracia que no reconoce, defiende,  cumple y aplica este derecho no puede considerarse como tal a la luz de lo que expresa  el  Artículo 25.1 de la Declaración Universal de los Derechos humanos. “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez y otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad”.

En este sentido, en el marco del imperativo de la construcción de la democracia dominicana más allá de la  visión y los intereses limitados de los gobiernos, legisladores, políticos , empresarios e instituciones que negocian con la pobreza y las carencias de los más necesitados, hay que revisar y recomponer la agenda de la pobreza, el hambre, la alimentación y la desnutrición  de más de millón de dominicanos, dejando  necesariamente un espacio para la participación de las comunidades, los ciudadanos y los liderazgos nacionales con compromisos transparentes y probada vocación de servicio.

Es así como hay que celebrar el surgimiento de una iniciativa esperanzadora como lo es el Consejo Interreligioso de Seguridad Alimentaria y Nutricional, CISAN, que habrá de convertirse en “veedor moral” y aglutinador activo de ciudadanos que  asuman la defensa y la puesta en práctica de la “soberana alimentaria” y la “democracia alimentaria” en el país.

El Consejo Interreligioso de Seguridad Alimentaria y Nutricional, CISAN,  fue creado el año pasado con motivo de la celebración del Día Mundial de la Alimentación. Surge para sumar fuerzas en la lucha contra el hambre en la República Dominicana. Está integrado por la Conferencia del Episcopado Dominicano (CED), el Consejo Dominicano de Unidad Evangélica (CODUE), y la Iglesia Episcopal Dominicana (IED), con el acompañamiento del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA).

Con esta acción las instituciones religiosas que integran el Consejo reafirman su compromiso con los menos afortunados, acogidos en la expresión del Señor según consta en el Evangelio  (Lucas 9,13): “Denles ustedes de comer”.

En su comunicado con motivo del Día Mundial de la Alimentación del 14 de octubre de este año el CISAN expresa: “Es necesario promover prácticas alimenticias saludables que nos permitan elevar la tasa de lactancia materna, disminuir la desnutrición infantil crónica, y utilizar los alimentos como el primer y principal medio de salud preventiva, mitigando además los extremos de la malnutrición que han venido a manifestarse por un lado, hay quienes no tienen qué comer o no consumen suficientes nutrientes, y del otro, están quienes con sobrepeso u obesidad, y padecen además sus consecuencias  tales como diabetes o enfermedades cardiovasculares, muchas veces a temprana edad”.

El CISAN reconoce como un paso positivo el que como país hayamos asumido la “Hoja de Ruta para el logro del Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 ó Hambre Cero”, focalizando y actualizando los datos para conocer la realidad nacional; buscando fortalecer  la calidad de los programas en el área de nutrición y de resiliencia local; asegurando recursos  a través del diseño de programas sostenibles. El CISAN ha adoptado como lema para este año: “Nuestras acciones son nuestro futuro. Un Mundo#HambreCero para el 2030 es posible”.

Teniendo la esperanza de que el CISAN sea un veedor moral de la Democracia Alimentaria y la Soberanía Alimentaria habremos de dar una noción de ambos conceptos.  “La democracia alimentaria” describe un sistema justo y transparente en el cual las personas pueden tener elecciones informadas y control en la determinación de qué y cómo comen. Esto es lo que sucede cuando se considera  a las personas como ciudadanos, en lugar de consumidores, y se trata a la alimentación como un derecho humano.

A su vez,  la Soberanía Alimentaria “es el derecho de los pueblos a definir y controlar sus sistemas alimentarios y de producción de alimentos tanto a nivel local como nacional, de forma equitativa, soberana y respetuosa con el medio ambiente. La soberanía alimentaria es también el derecho de los pueblos a alimentos suficientes, nutritivos, saludables, producidos de forma ecológica y culturalmente adaptados”.

El CISAN habrá poner la mirada en los grandes retos alimentarios de la República Dominicana: en el millón de personas sub-alimentadas. Uno de cada diez dominicano no come o come mal. En la desnutrición infantil crónica. El 7.1%, equivalente a unos 62,000 niños y niñas menores de 5 años padece desnutrición crónica y presenta problemas en su crecimiento. Como consecuencia de deficiencia de micronutrientes  hay una prevalencia de anemia entre el 37% de las mujeres; un 28% en niños y niñas de 6 a 59 meses (250,000 menores de 5 años) y un 61% en niños y niñas entre 6 y 11 meses. Así como también en el 7.6 de menores de 5 años, el 50.5% de mujeres y el 38.8% de los hombres entre 15 y 49 años que padecen de sobrepeso y obesidad.

Ojalá que otras muchas otras instituciones religiosas se sumen al esfuerzo y al compromiso del CISAN en su responsable tarea de ser veedor moral de la soberanía alimentaria y la democracia alimentaria que requiere y demanda el pueblo dominicano. ¡Asumamos todos la defensa del derecho a la alimentación!