El continuismo es una plaga histórica en la política dominicana, y el PLD no ha escapado a ella. Están en un tranque, y de paso, la Ley de Partidos y la Ley Electoral en el limbo. No encuentran solución al conflicto que genera el bi-caudillismo: Leonel Fernández intenta volver, y Danilo Medina quedarse o escoger su sucesor.

Culpable es el PLD por no haber institucionalizado mecanismos democráticos para elegir sus autoridades y sus candidatos. Es un partido frisado con dos jefes pulseando, y nadie, ni grande ni chiquito, quiere soltar su puestecito. ¡Hasta que la muerte los separe!

De la plaga del caudillismo han sufrido todos los partidos dominicanos. Por eso colapsaron el PRSC y el PRD. Por eso no avanza el PRM. Por eso se enfrenta a su mayor conflicto interno el PLD. Por eso se han quedado enanos los partidos pequeños.

La pugna entre Fernández y Medina por el control de la candidatura presidencial se dio en las elecciones de 2016. El forcejeo se mantuvo durante el año 2014 y 2015, hasta la reforma constitucional que favoreció a Medina.

Ese match se presenta ahora nuevamente por el mismo tema. Ambos quieren control de la candidatura presidencial para el 2020. Fernández no tiene impedimento constitucional para postularse; Medina sí.

Quien gane el match de las primarias se perfilará favorito para la candidatura presidencial del PLD. De ahí la lucha.

Fernández quiere primarias cerradas porque tiene mayor control de la secretaría de organización del partido y del padrón interno. Medina prefiere las primarias abiertas porque se considera más popular que Fernández ante la ciudadanía. Esos intereses los disfrazan con teoría de la democracia y teoría constitucional para justificar sus posiciones.

Como el Comité Político del PLD está dividido, y Fernández y Medina están en un forcejeo, pretenden delegar en juristas constitucionalistas el veredicto de si las primarias abiertas son compatibles con la Constitución.

Escoger esos juristas genera conflicto. Si son dominicanos se consideran alineados, y si no lo están, su decisión los alineará. Buscan entonces extranjeros, pero no hay garantías de control sobre ellos.

Aún más, si hay un empate en la decisión, ¿qué jurista desempatará? Pueden aumentar de cinco a siete. Pero siete tampoco serán garantía de cuál primaria prevalecerá; ni nueve, ni once ni noventa y nueve. No es el número de juristas que garantizará un veredicto justo.

Ahí están la Constitución y el Tribunal Constitucional para interpretar sus indicaciones. Entonces, pregunto: ¿es tan ambigua la Constitución que tres personas no pueden analizar el texto con ojos críticos y certeros? O, peor aún, si siete juristas toman una decisión y más adelante el bando perdedor lleva el caso al Tribunal Constitucional, ¿qué sucederá?

Bastante dinero que pagan a los jueces del Tribunal Constitucional para tener que contratar más abogados. Un desperdicio de tiempo y dinero. A propósito: ¿quién va a pagar los honorarios de los juristas constitucionalistas que sean contratados? Esperemos que el PLD, porque el conflicto sobre las primarias se debe a su bronca, y sobre el pueblo no debe recaer esa cuenta.

Sugerencia: si la alta dirección del PLD está dividida por la modalidad de las primarias, que se encierren un domingo en algún lugar hasta que alcancen una decisión. Es lo lógico, lo sensato. Pero lo lógico y lo sensato es escaso en el mundo de los políticos. En la lucha de poder prevalece el interés egoísta, y ese egoísmo está llevando a la clase política dominicana al declive ante los ojos del pueblo. ¡Ya cansan los políticos con sus marrullas grotescas!