Los artistas no siempre son quienes mejor conceptualizan su obra. Sin embargo, sus planteamientos son dignos de ponderación. Por ello, aquí intentamos escudriñar en lo que un conjunto de cantautores relevantes de distintas culturas y épocas han expresado en un momento dado de la vida sobre la relación autor – obra – contexto:
- Una de las ideas más coincidentes es aquella en la que se reivindica la calidad literaria de la canción como género, lo cual necesariamente incluye el mensaje, pero ajustado a dicha condición artística. Incluso, algunos cantautores plantean que el texto debe acomodarse a la música y aluden al espíritu lírico de sus creaciones. Por ejemplo, Chico Buarque expresa: “Las letras son importantes, aunque en mi caso están siempre al servicio de la música”. Mientras Caetano Veloso, lo dice con otras palabras: “Las canciones tienen importancia si son relevantes como canciones. Por su parte, Joan Manuel Serrat, con sutileza y modestia, señala: “Hay un tipo de canción, digamos más épica o más de combate, que yo no he sabido hacer, no me ha salido nunca… Algo parecido expresa Manu Chao cuando afirma que ninguna de su música es panfletaria. Y Bob Dylan habla con firmeza cuando dice: “Lo que más puedo esperar es cantar lo que pienso, y quizás evocar algo en los demás. No me insultes diciéndome que soy una persona con mensaje. Mis canciones no son más que un diálogo conmigo mismo”. Sin embargo, es Joaquín Sabina, en un intento de cerrar la discusión, quien lo plantea más directamente: “El compromiso del artista es con las canciones, con la calidad de las canciones”.
- Otra idea coincidente es la de que el sujeto cantautor también busca ser coherente, en su vida cotidiada como ciudadano, con lo que expresa en sus canciones, asumiendo corresponsabilidades en determinadas causas. Se trata de una ética de vida en la cual se trasciende el desenfreno en la búsqueda de fama y dinero con un canto con el cual se pretende desenmascarar realidades complementado con una acción desarrollada más allá de los escenarios. Así lo expresa Violeta Parra: “Yo canto a la chillaneja/ si tengo que decir algo,/ y no tomo la guitarra/ por conseguir un aplauso./ Yo canto la diferencia/ que hay de lo cierto a lo falso./ De lo contrario no canto”. Esta ética del cantautor John Lenno la valora al abordar cómo se fue tranformando su propia postura: “En los viejos tiempos, no nos importaban mucho las letras mientras que la canción tuviera un tema, ella te ama, él la ama, todos se aman mutuamente. Buscábamos el enganche y el sonido. Esa todavía es mi actitud, pero no puedo dejar las letras solas. Tengo que darles sentido, fuera de las canciones propiamente dichas”. Esta responsabilidad
ciudadana es también indicada por Serrat: “Soy fruto del tiempo y del mundo que me ha tocado vivir, y siempre me he sentido ligado a los acontecimientos sociales y políticos, convencido de que el hombre es el protagonista de su destino”. Asimismo, Sabina precisa: “… el artista es un ciudadano y yo como ciudadano tengo mi compromiso que incluye la política. En este sentido, Atahualpa Yupanqui es contundente cuando afirma: “… mal se pueden cantar canciones con sentido social, si en el fondo de su alma o en la conducta diaria no hace más que hacerse mantener por una vieja rica o tener un Mercedes”.
- Una idea más es la que refiere que la canción logra tocar múltiples dimensiones del ser al vehicular relatos de la vida cotidiana que nos provocan, incluyendo crónicas sociopolíticas. Con ella se puede trascender los canales oficiales de difusión, por lo que también constituye y promueve una resistencia cultural ante los patrones de conducta predominantes. Así lo expresa Bob Marley: “Es necesario entender las letras, su profundo significado. Esta es la música del tercer mundo, una bendición, es la noticia cantada, la que no se enseña en la escuela”. Mientras que Pablo Milanés plantea el abanico de posibilidades de abordaje de lo cotidiano: “Trato de reflejar, como hice siempre, lo cotidiano de la vida. El amor, el desamor, el desengaño, la alegría, la tristeza, la preocupación social. Uno, como ser humano, no puede alejarse de ninguno de esos temas y todo eso trato de transmitirlo a través de las canciones”. Este señalamiento conecta con el de Tite Curet Alonso cuando desde una perspectiva cultural redimensiona el concepto de canción social al afirmar: “Canción social es también un tema amoroso que descubra el conflicto de los sentimientos en una sociedad que nos castra para amar, o por lo menos lo intenta.”
- Otra idea fuerza entre cantautores es la que asume el canto como medio para impulsar la lucha por la justicia, la igualdad, en contexto de pobreza y exclusión. Y considera que las canciones pueden generar conciencia y motivar los movimientos sociales para que actuen de cara a mejorar la situación. Se considera que las canciones pueden aportar tanto a las transformaciones sociales como a las personales. En esta línea de pensamiento, Fela Kuti plantea: “En cuanto a África la música no puede ser para entretenerse, debe ser para revolución, realmente caminar con las personas, acompañarlas, cumplir su deber reclamando las artes, haciendo algo de resistencia”. En este sentido Miriam Makeva dice: “Desde mi posición de cantante he luchado por la justicia y la igualdad. Nunca me he considerado activista política. Canto y hablo sobre verdades.” Mientras Silvio Rodríguez muestra pasión por el canto y claridad de lo que promueve a través del mismo: “Yo canto por goce por conciencia. O sea, que disfruto cantando lo que invento (…) Pero yo soy un hombre con una visión del mundo, un hombre que ha tomado partido. De lo que resulta que estoy invitando a todos a sumarse a mi bando, que es el bando de la Revolución y la belleza”. Y René Pérez, muy optimista, afirma: “Mis letras sirven igual que puede servir un documental, un libro, una obra de teatro o una película. El objetivo es concienciar a la gente y, al mismo tiempo, conectar con el mundo que tiene ganas de que las cosas mejoren”. Por su lado, Pedro Guerra pondera los límites y dice: “La música no transforma nada, pero ayuda bastante no solo en transformaciones sociales, sino en transformaciones de la misma persona”.
- La música y el canto tienen un misterio espiritual que les permite trascender las barreras culturales. Esto sirve de base a Rubén Blades para realizar un planteamiento con ribetes filosóficos: “La música es un argumento espiritual cuyo inicio y/o efecto no entendemos aun. Lo cierto es que el mundo entero reacciona visceralmente ante la música, incluso si no entendemos la letra por no conocer el idioma (…) Eso permite que la música sea un vehículo internacional, en cuya entraña ciudadanos del mundo se encuentran y se multiplican en los sonidos que escuchan, sin división o fronteras, sin distinciones raciales o geográficas, uniendo a los seres de la Creación en un solo espíritu que representa la razón del Universo mismo”. Cercano a este señalamiento, Juan Luis Guerra confiesa que aborda las canciones sociales desde una perspectiva esperanzadora: “Me gusta plantear una situación, pero también dejar la fe de que pueda solucionarse. Uso mucho el humor en temas sociales, principalmente usando frases propias dominicanas, que saben llevar el problema con una sonrisa”.