Chile es en la actualidad un referente en América Latina de participación ciudadana, sobre todo de la gente joven, en la lucha por la creación de una sociedad democrática, inclusiva, y participativa. La consulta popular del pasado 25 de octubre, sobre la reforma de la Constitución de 1980, así lo ha confirmado.
El gobierno truncado de Salvador Allende (1970-1973) había impulsado una serie de políticas públicas que buscaban promover una sociedad más equitativa e incluyente. Fue apoyado por Unidad Popular, una coalición de partidos de izquierda, y destacó tanto por el intento de establecer un Estado orientado hacia políticas públicas de corte socialista, como por la nacionalización del cobre, la estatización de las áreas claves de la economía y la profundización de la reforma agraria, iniciada por su antecesor Eduardo Frei.
El golpe de Estado liderado por Augusto Pinochet cortó el proyecto impulsado por Allende y la Unidad Popular. Este se caracterizó por una serie de asesinatos, desapariciones, exilios y persecuciones que duró unos 16 años. Además, por convertir a Chile en un laboratorio de la aplicación de las políticas neoliberales desde los años 80, las cuales fueron apoyadas por los presidentes de las últimas tres décadas. En este período se redactó la Constitución pinochetista de 1980, que ahora se intenta reformar.
Las protestas y manifestaciones públicas desarrolladas el año pasado, a partir del 18 de octubre del 2019, protagonizadas sobre todo por la gente joven, de alguna manera obligaron a los poderes fácticos a hacer la concesión de reformar la Constitución pinochetista, para adecuarla a los requerimientos de una sociedad que quiere organizarse de una manera más democrática e incluyente.
Chile fue consultado por primera vez si quería o no una nueva Constitución y, en caso de que la respuesta afirmativa fuese mayoritaria, qué clase de órgano debería ser el encargado de redactar la nueva Carta Magna. Se presentaron dos alternativas: o bien una “Convención Constitucional” compuesta por 155 personas exclusivamente electas con este fin y que una vez finalizado el proceso debería disolverse o, en caso contrario, una “Convención Mixta” conformada por 172 integrantes, un 50% parlamentarios y el 50% restante por ciudadanos y ciudadanas también electos con este único fin.
La participación y los resultados de la consulta fueron contundentes: La participación fue la más alta de un proceso comicial en democracia, 50.9% que equivale a 7,562,173 personas que asistieron a las urnas de un padrón electoral de más de 14.7 millones de electores, según señalaron las propias autoridades del Servicio Nacional Electoral. De esas, el 78% votó por el “Apruebo” y el 22% por el “Rechazo”.
La opción de Convención Constitucional alcanzó el 78.99% de los votos contra la Convención Mixta que obtuvo 21%. La Convención Constitucional, que fue la opción ganadora, será compuesta por 155 ciudadanos que serán elegidos en abril del próximo año, con carácter paritario entre hombres y mujeres. Mientras, la convención mixta, la que fue rechazada, estaría compuesta por 172 miembros entre ciudadanos no políticos y parlamentarios.
Es definitiva, una abrumadora mayoría fue a las urnas en Chile para exigir el entierro de la Constitución de 1980, nacida de las entrañas de la sangrienta dictadura militar de Augusto Pinochet, vigente hasta la fecha. Pues, como afirma A. Borón: “La redacción de una nueva Constitución, un delicado trabajo de relojería, será apenas el primer paso de la larga marcha que se inicia para que Chile se reencuentre con la democracia, brutalmente tronchada por el golpe de 1973 y solo reconstruida en sus apariencias externas en los largos treinta años de gobiernos de la derecha de viejo y nuevo cuño”.(1)
Ojalá que el pueblo chileno, con la iniciativa de la nueva constitución, siga avanzando hacia la creación de una sociedad más justa, democrática y solidaria.
Nota:
- Inicia transición hacia la democracia en Chile. Disponible en: http://www.cubadebate.cu/opinion/2020/10/26/inicia-transicion-hacia-la-democracia-en-chile/#.X5d1DohKjIU