Para dirigir la iglesia laica uno necesita
ropa ceremonial igual que en la tradicional
para que el público pueda separar al sacerdote
de los monaguillos. Que el mero-mero se vista
con un sombrero de lujoso y pantalones y camisa
oscuros bien planchados, con botas de cuero
para morir. Que el conocido tambi
én como poeta sea capaz de soportar la soledad, de ocupar
la c
úspide, reside en el último rengl ón de la escala hacia Dios. Que todo acto poético sea bendito
y visto como acto divino, de creación sublime
aunque sea terrenal al mismo tiempo. Que
el poema sea escrito a pesar de la alergia
al polen que viene de los jacarand
ás, bellos y peligrosos centinelas de la primavera sureña,
del brote de vida nueva, árboles guardianes
de Bernardo de Irigoyen donde te escribo.