Es muy alentador que las primeras dos visitas a ciudades del interior realizadas por el Presidente Luis Abinader hayan sido a las dos esquinas más apartadas de la patria, pero también más prometedoras a pesar de su ancestral abandono: Pedernales y Manzanillo.

La primera con un enorme potencial para desarrollar un nuevo tipo de turismo, más inclusivo y ambientalmente amigable; y la segunda para un polo de desarrollo naviero, comercial, logístico, industrial y energético. En este caso me voy a referir a Manzanillo.

En un artículo reciente publicado por el escritor Miguel Ángel Fornerín (El espacio de la memoria, del tiempo recuperado al imaginario social), en el suplemento Areíto del diario Hoy, nos recuerda inquietudes expuestas históricamente por algunos de los más preclaros pensadores dominicanos, incluyendo Américo Lugo, Peña Batlle y Juan Bosch, definiendo como una tragedia para la nación dominicana la desintegración territorial que se inició con las devastaciones de Osorio.

De Peña Batlle cita que, “luego de criticar el monopolio del puerto de Santo Domingo sobre las ciudades despobladas, señala: “con solo haberse declarado uno de los puertos del norte, la Española hubiera mantenido la estabilidad de su comercio y habría con ello echado las bases de una nacionalidad homogénea y normalmente desarrollada”

El problema es que la cosa no paró con el siglo XVII. Todavía a mitad del siglo XX, el censo de 1950 registra en las provincias del norte, que conocemos como el Cibao (de Dajabón a Samaná), el 52% de la población nacional, mientras hoy, pendiente del censo que debió hacerse este año, la ONE estima que tienen apenas el 32.7%. Y Manzanillo es el único gran proyecto a la vista que puede ayudar a revertir esa tragedia.

Por esto se considera esta como la zona estratégicamente apropiada para un megapuerto de carga y centro logístico y de trasbordo para transportar mercancías a otras islas del Caribe.

En torno al Puerto de Manzanillo el país tiene las condiciones para relanzar el desarrollo de toda la región norte, y de paso, contribuir a equilibrar regionalmente el crecimiento de la economía dominicana que, en el último medio siglo, se fue desplazando hacia Santo Domingo y el Este.

Manzanillo es mucho más que un puerto. Es el único lugar, de tierras planas y costeras, que le queda al país para desarrollar un ambicioso polo de desarrollo, sin tener que expropiar terrenos privados ni forzar desplazamientos de población e inversiones privadas.

Por la amplitud de la bahía, profundidad y limpieza de las aguas, apacibles tanto por las corrientes de aire como marinas, tiene las condiciones naturales para desarrollar un fuerte flujo de tránsito internacional de mercancías, a lo que se une el hecho de ser el punto más cercano a los grandes centros de distribución y consumo de los EUA y Europa, permite economizar de uno hasta tres días de viaje para los barcos.

Por esto se considera esta como la zona estratégicamente apropiada para un megapuerto de carga y centro logístico y de trasbordo para transportar mercancías a otras islas del Caribe.

Pero esto tendría que ser acompañado por una gran zona franca industrial para atraer industrias que posibiliten al país sacar mayores beneficios del TLC con los EUA, el EPA con Europa, y atraer inversiones de China. En este aspecto, debe contemplar la expansión con centros de servicios y comerciales que potencialicen el crecimiento del empleo y los ingresos.

Vinculado a las actividades portuarias tiene el espacio apropiado para la instalación de una terminal de gas natural y un centro de acopio de combustibles. Desde hace décadas, el Plan de Expansión del Sistema Eléctrico Nacional contempla el establecimiento del nuevo parque de generación eléctrica en esa zona, con miras a evitar los altos costos de transmisión desde el sur.

Pero esto reviste además un interés estratégico para el país, pues no le conviene que el literal sur concentre casi todo el transporte de carga marítima, el almacenamiento de combustible y la generación de energía, expuestos a muchísimos riesgos, incluyendo los frecuentes fenómenos naturales.

Manzanillo está en el camino por donde transita uno de los mayores flujos de embarcaciones comerciales del mundo, y es lugar apropiado para un puerto de astilleros que se convierta en un centro de servicios para reparación y mantenimiento de barcos, al considerar que ahora las naves que transitan por esta área geográfica deben viajar a Asia y Europa a recibir mantenimiento. Esto implica otros centros de formación de recursos, servicios, y producción de insumos (continuará)