Al cumplirse este mes 108 años de su nacimiento y 26 de su partida, el legado de Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes, se agiganta con el paso del tiempo dentro y fuera de su país por su capacidad histriónica como actor, guionista y comediante del cine mexicano, así como empresario, político, gremialista y activista social hasta la segunda mitad del siglo pasado.
El sexto hijo de una familia humilde de catorce hermanos y de los que sólo sobrevivieron ocho al parto, procreados por el cartero Pedro Moreno Esquivel y María de la Soledad Reyes Guízar, Cantinflas nació en Ciudad de México el 11 de agosto de 1911, la misma donde falleció el 20 de abril de 1993. Su capacidad de adaptación le permitió en vida y en la ficción desempeñar numerosos oficios y papeles con ingenio.
Criado en Santa María de Rivera, del barrio bravo de Tepito, en el Distrito Federal, su personaje se asoció a la idiosincrasia lingüística y a la identidad nacional de México al reflejar en sus personajes una extensa variedad de referentes sociales que lo catapultaron al estrellato de Hollywood convertido en leyenda y en ícono de la cinematografía mundial, recuerda el portal Wikipedia.
Su fama traspasaría las fronteras de la mano de presidentes y celebridades, quienes junto a todos aplaudieron sus arquetipos de personajes encarnados de su propia realidad como ayudante de zapateros, limpiabotas, mandadero, cartero, taxista, empleado de billar, boxeador y hasta torero en una mítica y exitosa trayectoria profesional que le permitió meterse en un bolsillo a toda Hispanoamérica. Tanto así, que Charles Chaplin alguna vez se refirió a él como “el más grande comediante vivo.”
En la década de los años 40, 50 y 60 el desempeño en el mundo de la farándula era visto como vergonzoso. Su peculiar personaje surgió de la urgencia interna de hacer reír a los demás, luego de acumular alguna experiencia en circos donde bailaba, realizaba acrobacias y otros oficios, hasta dar forma calibrada al Cantinflas que llegó después como luminaria del mundo, y el que adoptó para ocultar lo que hacía a sus familiares.
Se dice que su estilo de comedia, de “peladito”, lo tomó del célebre comediante mexicano Manuel Medel Ruiz. Su aspecto de camiseta y pantalones holgados que se le caían, un lazo en vez de cinturón, y un bigote original a los bordes de la boca, evocaba de manera humorística al típico peladito de los años 20, un pícaro marginado callejero y de clase baja.
La estampa ingeniosa y extravagante de Cantinflas, combinada con su manera de hablar incoherente y brillante, tanto en la entonación como en el léxico y la sintaxis en el habla mexicana, se convirtió en su sello distintivo, lo que con el tiempo dio origen al verbo “cantinflear”, registrado por la Real Academia Española de la Lengua, y cuyo significado es “hablar mucho sin decir nada.”
Su personaje se convirtió en un éxito en 1936 con una breve participación en el filme No te engañes corazón, seguida de una serie de cortos producidos por él mismo, hasta llegar a Ahí está el detalle, (1940), que lo propulsó a la fama en México y el resto de América Latina con otras películas como Ni sangre ni arena y El gendarme desconocido, (ambas en 1941); Los tres mosqueteros, (1942); El circo, (1943); Si yo fuera diputado, (1952), y otras que le generaron una extensa popularidad en Texas, Arizona y California cuando ya era millonario.