Rogelio Oruña, potentado panameño, y Alberto de la Cruz, tutumpote puertorriqueño,  son muy afortunados en tener en Rolando Rosado Mateo al mejor experto en imagen que hayan soñado, actuando al vapor como fiscal y juez que los libera de toda responsabilidad en el hallazgo de más de tres millones de dólares en sus villas de Casa de Campo, traídos desde Puerto Rico como producto de  operaciones de narcotráfico. Antes de que la Fiscalía de La Romana iniciara formalmente la investigación, ya el director de la DNCD los había canonizado públicamente, cargándole todo a un segundón. (¡Cuánta suerte tienen!).