Cuando el célebre orador romano Marco Tulio Cicerón aspiró al consulado, en el año 64 a.C., su hermano, Quinto Tulio Cicerón, le escribió una carta en la que, magistralmente, le sugirió la manera de conducirse en la campaña electoral para ganar la magistratura más importante de la república romana.
No obstante haber transcurrido casi dos mil años desde su elaboración, el irrepetible Breviario de campaña electoral, dedicado al comportamiento que debe observar el candidato en la campaña electoral, mantiene una sorprendente actualidad.
En el contenido del referido breviario se destacan, entre otros, los siguientes consejos: 1) presentarse siempre tan bien preparado para hablar como si en cada vez se fuera a someter a juicio todo su talento, 2) evaluar los recursos con los que cuenta y las debilidades del adversario, 3) en torno a los intereses que son adversos, poner toda suerte de ingenio, cuidado, esfuerzo y dedicación, 4) centrarse en el logro de dos objetivos: obtener la adhesión de los amigos y el favor popular, 5) dado que hay tres cosas en concreto que conducen a los hombres a mostrar una buena disposición y a dar su apoyo en unas elecciones, a saber, los beneficios, las expectativas y la simpatía sincera, es preciso estudiar atentamente la forma de servirse de estos recursos, y 6) tomar en cuenta que el pueblo desea que el candidato lo conozca por su nombre, lo halague, mantenga un trato asiduo con él, sea generoso, suscite la opinión popular y ofrezca una buena imagen en su actividad pública.
Las elecciones del próximo 5 de julio reflejan la utilidad que tendría un breviario relativo al comportamiento correcto del candidato en una campaña electoral desarrollada en medio de una pandemia.
Dentro de las actividades que en nuestro país han sufrido grandes cambio a causa de la pandemia del COVID-19 se encuentra la campaña electoral, la cual por primera vez desde las elecciones del año 1962 se desarrolla sin eventos masivos anacrónicos, tales como mítines, caminatas y caravanas, que los partidos y los candidatos realizaban para demostrar su apoyo popular y, de este modo, conquistar a los electores indecisos y consolidar el apoyo del voto duro.
La campaña actual se ha caracterizado por el contacto directo con los electores a través de grupos limitados de simpatizantes, debido a la necesidad de los candidatos de cumplir con el distanciamiento social, para evitar exponerse y exponer a los electores a ser contagiados por la enfermedad.
Nunca como en esta campaña electoral del tiempo del coronavirus ha sido tan cierta la tesis de Sartori sobre la democracia de video. Los mecanismos por excelencia para conquistar el voto, además del contacto directo, son la televisión, el internet, la radio y la prensa escrita.
Sin embargo, el clientelismo, la más antigua aberración de las campañas electorales, desafortunadamente, ha sobrevivido al coronavirus y se ha fortalecido. La ciudadanía ha sido testigo de la entrega masiva de ayudas por parte del gobierno para tratar de relanzar al candidato gobiernista, Gonzalo Castillo, quien, además, ha recibido, desde su empresa principal, incontables recursos que han sido usados en actividades clientelares. Nada extraño, el Partido de la Liberación Dominicana solo sabe competir usando los recursos públicos, con los cuales no podrá vencer la firme voluntad de cambio del pueblo dominicano.