La derrota política y moral de Leonel Fernández y el triunfo por amplio margen de Luis Abinader, en una convención sin mayores traumas ni confrontaciones, evidencian que una franja importante de la ciudadanía dominicana está avanzando con un sentido político progresivo, rechazando lo que ha sido la práctica política y el ejercicio del poder tradicionales, caracterizados por el clientelismo, el engaño, el robo, la impunidad y el secuestro de los poderes públicos y altas cortes.
II
No es la primera vez que el pueblo dominicano da señales claras de empujar para avanzar hacia un país diferente. Lo hizo en el 1978 para ponerle fin a los 12 años de autoritarismo y corrupción de los gobiernos del Dr. Balaguer. Lo hizo en el 90, eligiendo de forma mayoritaria a Juan Bosch y en el 94 a Peña Gómez y volvió a hacerlo en el 2000. En cada una de estas oportunidades el pueblo dominicano votó mayoritariamente por opciones que simbolizaban la posibilidad de un cambio. Sin embargo, este último no se produjo, o porque los nuevos titulares del poder terminaron haciendo lo mismo de aquéllos que sustituyeron o porque, como en los casos del 90 y el 94, a los partidos vencedores en las elecciones les faltó firmeza y determinación para defender la voluntad popular expresada en las urnas, y terminaron cediendo ante el fraude electoral.
En cada uno de estos momentos el pueblo hizo su tarea y fue el liderazgo político y social el que no se comportó a la altura de las circunstancias.
En cada oportunidad, a la traición o a la inconsecuencia del liderazgo le siguieron la frustración de mucha gente y amplios periodos de reflujo y retroceso en la conciencia política y actitud de lucha. Así, los gobiernos del PRD de los periodos 78-86 prohijaron el retorno del Dr. Balaguer en el 86. La claudicación del PLD y el PRD frente al fraude cometido en su contra en las elecciones del 90 y 94 permitió no solo que el Dr. Balaguer permaneciera en el poder hasta el 1996, sino que éste pautara las elecciones del 96 y que su partido mantenga cuotas de poder hasta nuestros días. El fracaso del gobierno 2000-2004 posibilitó el retorno de Leonel Fernández y del partido gobernante, encontrándonos bajo la amenaza de un partido con intención expresa de prolongar su dominio hasta el 2044.
III
En estos momentos está en desarrollo una coyuntura con rasgos parecidos a las enumerados más arriba. La sociedad está dando claras señales de que aspira de nuevo a producir un cambio. Es responsabilidad del liderazgo político y social asumir esas ansias y actuar para ensancharlas, profundizarlas y darle una clara direccionalidad en un sentido progresivo.
Es claro que una inmensa franja de la sociedad no quiere más PLD por el legado dejado en su casi 16 años en el gobierno: Más de un 40 % de la población vive en la pobreza y la pobreza extrema; más de dos millones de jóvenes carecen de oportunidad de estudio o de empleo; de forma irresponsable han endeudado el país; han llevado a la quiebra a millares de productores aumentando el desempleo, el empleo informal y la marginalidad; han entregado nuestros recursos naturales; han permitido la depredación del medio ambiente; está en auge la inseguridad pública y el narcotráfico; la frontera ha sido dejada al contrabando, trasiego de drogas y comercio de personas, alimentando un caos migratorio. Pero lo que más indignación causa de los gobiernos del PLD es el daño moral producido por los altos niveles de corrupción, el irrespeto generalizado a la ley y al Estado de derecho, el secuestro de los poderes públicos y de las altas cortes, y por la impunidad que le han asegurado a los suyos, enriquecidos ilícitamente.
IV
El curso que lleva la coyuntura deja en claro que se están acumulando condiciones para la concertación político-electoral, pero el resultado dependerá de con cuél orientación política se articulen los sectores de oposición.
Esto significa que en el momento actual cada uno de los partidos y formaciones que constituyen la oposición política tienen que decidir si quieren ser parte de una concertación electoral que centre su discurso y acción en sacar el PLD del gobierno pero sin asumir reales compromisos para tocar las raíces que sostienen el actual estado de cosas o si quieren ser parte de una concertación electoral que haga el cambio político con el expreso propósito producir una cambio de rumbo y enderezar este país.
Se sabe de sectores políticos que trabajan con el propósito de juntar a todos los sectores de la oposición o a la gran mayoría en un “gran frente opositor”, sin preocuparse mucho por la orientación ni los objetivos políticos a perseguir. En esta visión, aparentemente simplista, pero en realidad llena de oportunismo, la concertación electoral se da como federación de grupos unificados para la repartición del Estado, atraídos por la proyección de los beneficios que le daría a cada grupo el manejo de cualquier ministerio o cargo congresual. En su laborantismo febril, algunos expresan sin tapujo que “de lo que se trata es de ganar, sin importar los métodos para lograrlo”, y no tienen reparo en reproducir prácticas políticas clientelares tradicionales. En esta visión, el propósito es sustituir el actual partido gobernante para pasar ellos a ser los nuevos beneficiarios del poder y que todo siga igual o muy parecido. Esta es una historia que se ha repetido muchas veces en los últimos 55 años.
Ser parte de un proyecto de concertación electoral para llegar al gobierno y mantener el actual estado de cosas es hacerse cómplices conscientes de un nuevo engaño y de nuevas frustraciones para una ciudadanía que aspira un presente y futuro diferentes.
El Partido Revolucionario Moderno y su candidato a la presidencia, el Lic. Luis Abinader, en estos momentos, son quienes tienen mayor urgencia en definir la perspectiva que adoptarán para la concertación electoral. Este partido vive el dilema del Dios Jano, el de las dos caras: Una mirando atrás que le llama a continuar reproduciendo las prácticas y finalidades tradicionales de la política y el poder; y la otra mirando hacia delante que le invita a avanzar hacia lo nuevo y a ser parte de la regeneración de nuestra sociedad.
V
En la alocución que dirigimos al país el 17 de febrero de 2014 a través de una red nacional de radio y TV, fijamos nuestra posición sobre la necesidad de, en un solo movimiento, hacer el cambio político para producir un cambio de rumbo y planteamos que para avanzar hacia la concertación político electoral de la oposición era necesario armar una Mesa de Diálogo con la diversidad de sectores políticos, sociales y ciudadanos que se identifiquen en este propósito, y esa sigue siendo nuestra posición y visión de la concertación política y electoral.
Es claro que una inmensa franja de la sociedad se identifica en la necesidad de producir un cambio político en el 2016, pero no solo del partido gobernante, sino y sobre todo del contenido y práctica del modelo instaurado por el PLD en estos 16 años. El cambio político no es para “más de lo mismo”, y simplemente poner a nuevos beneficiarios dejando intacto el actual estado de cosas. Si la ciudadanía aspira a un cambio político es para producir un cambio de rumbo que transforme las finalidades patrimonialistas del ejercicio del poder y de la práctica política en el país; para enfrentar en su raíz las causas de la reproducción de la injusticia y la desigualdad social, para hacer participativa la democracia, para crear reales condiciones de progreso y bienestar compartido en la sociedad dominicana.
VI
En nuestra visión, lo que garantiza que el cambio político produzca un cambio de rumbo es que se dé bajo una orientación y dirección política progresista. La variable pues a despejar en la coyuntura es cómo darle esta direccionalidad al cambio político.
¿Qué puede definir la orientación progresista del cambio político? En primer lugar una “propuesta de país” comprometida con hacer las reformas y transformaciones necesarias en el actual modelo económico injusto y del modelo político corrupto, clientelar y excluyente; y en segundo lugar lograr que en torno a esa propuesta de país se pueda unificar un liderazgo político y electoral con compromiso social, convicciones democráticas, honesto, capaz y patriótico.
La fuerza de ese liderazgo político no estará en el número de siglas que convoque sino en su coherencia, en su compromiso con una nueva forma de hacer política, y sobre todo, en su autoridad moral y política para incorporar de forma protagónica a la ciudadanía, verdadero motor del cambio.
Somos partidarios de la concertación política y electoral de la diversidad de sectores de la oposición que nos identificamos en unificar una voluntad política para ganar la dirección del Estado, para emprender un proceso de reformas y transformaciones en lo económico, político, social, ambiental, tocando en su raíz las causas de los problemas que nos agobian y para ejecutar reales políticas públicas para enderezar el rumbo torcido que le han impuesto al país.
VII
El primer obstáculo a salvar para que los sectores que nos identificamos en el cambio político para el cambio de rumbo avancemos hacia la concertación política y electoral es la elaboración de una “Propuesta de País” formulada como un programa de “mínimos indispensables”. Entre los temas que requieren de una toma de posición están:
i) El MODELO ECONÓMICO. Cambiar el modelo económico actual de orientación neoliberal por un modelo de Desarrollo Productivo Compartido, afincado en el impulso de la producción, la generación de empleo decente y las exportaciones.
ii) LA DEUDA SOCIAL ACUMULADA. Definir y comprometerse a ejecutar políticas públicas que en base a un aumento del gasto social del Estado garanticen como áreas prioritarias: el acceso universal a sistemas educativos y de salud de calidad y a la seguridad social; la alimentación y agua potable para la población; transporte seguro, vivienda digna, salarios decentes.
iii) EL ENDEUDAMIENTO PÚBLICO. Parar el irresponsable endeudamiento público; auditar la deuda pública y producir su restructuración con la banca internacional y extranjera.
iv) LOS RECURSOS NATURALES. Renegociación de todos los contratos de explotación de recursos naturales y mineros que sean desventajosos al interés nacional.
v) MEDIO AMBIENTE. Definir verdaderas políticas de protección del medio ambiente teniendo como eje central la preservación y la ampliación de las fuentes de producción de agua para el consumo y para la producción.
vi) LA INSEGURIDAD PÚBLICA. Definir una clara política para hacer de la RD un país seguro, enfrentando la violencia, la delincuencia y las causas generadoras del delito, tolerancia cero con el narcotráfico, transformación de la policía nacional garantizándole adecuadas condiciones salariales, de vida y de seguridad personal y social.
vii) EL ESTADO. Reformar el Estado dominicano corrupto, clientelar, dispendioso, burocrático, ineficiente y paternalista. Aplicar y profundizar la Ley de Carrera Administrativa. Asumir el compromiso de hacer un gobierno honesto. No permitir ministros y funcionarios haciendo negocios del Estado o con conflictos de intereses. Ningún legislador nuestro puede recibir ni el barrilito, ni cofrecito, ni exoneraciones. Eliminar la nominilla. Eliminar el clientelismo de las políticas de asistencia social del Estado. Llevar los corruptos a la cárcel y recuperar lo que se han robado.
viii) CONSTITUYENTE. Impulsar mediante una constituyente un nuevo diseño constitucional que elimine la posibilidad de que un partido pueda tener el control absoluto de todos los poderes públicos y las altas cortes, desmontando el tramado institucional diseñado adoptado en el pacto de las corbatas azules, garantizar órganos independientes que auténticamente puedan representar los intereses y aspiraciones de la sociedad y ejerzan a plenitud las competencias que les son propias.
ix) SOBERANÍA. Defensa de la soberanía, independencia y autodeterminación; fortalecer nuestras relaciones internacionales tradicionales al tiempo de impulsar la integración regional y subregional; ejercer el debido control de nuestras fronteras y detener el caos migratorio.
Jueves 07 de mayo de 2015.