“Enfrentarse al presente con métodos del pasado puede representar hipotecar el futuro”.
Eduardo Escribá
En el prefacio de Calidad Total en la Educación (1994), Fenwick W. English, Universidad de Kentucky, y John C. Hill, Universidad de Cincinnatty, expresan: “Cualquier persona [país] que esté considerando cambiar las escuelas para eliminar algunas de sus peores cosas…choca inmediatamente con las admoniciones que hieren hondo en la vida escolar”.
Estos profesores argumentan que: “No hay manera de recrear una escuela que asegure que todos los alumnos salgan ganando y que nadie pierda, más que haciendo de lado nuestro modelo actual de escuela…Y a empezar de nuevo”.
Independientemente de que esta idea fue planteada hace casi veinte años y para el contexto norteamericano, sirve de motivación para demandar: cambiar la escuela dominicana. Cambiar esa vieja escuela con paradigmas de fracasos, por otra centrada en objetivos estratégicos y prospectivos, más enfocadas en el aprendizaje que en la enseñanza; que privilegie lo formativo sobre lo informativo; que promueva la cultura de la evaluación, no la descalificación; con docentes mejor remunerados y con condiciones para vivir dignamente de la profesión que escogieron, entre otros.
Para lograr este cambio deseable es necesario puntualizar que toda modificación conlleva adecuaciones curriculares, lo que implica transformar los contenidos, las estructuras, los docentes, los directivos,…
Como la RD toma de referencia a EE.UU. para casi todo. El presidente Barrac Obama, se ha referido a la importancia de mejorar el sistema educativo de Estados Unidos, como un medio para mantener la ventaja competitiva de ese país en el mundo moderno. Para alcanzar este propósito dijo: "En los próximos 10 años, casi la mitad de todos los nuevos puestos de trabajo requerirán una educación más allá de la escuela secundaria, muchos requerirán conocimientos en matemáticas y ciencias. Y sin embargo hoy estamos atrasados en matemáticas, ciencias, y en las tasas de graduación".
La situación de la educación de RD no es sólo deficiente en matemática y ciencias, sino en todas las áreas académicas y niveles educativos.
Si esa es la prioridad de esa gran potencia mundial, mal podría la RD no juntar voluntades y trabajar para mejorar la educación preuniversitaria, porque en los próximos 10 años, de seguir la escuela actual, habrá una mayor cantidad de analfabetos funcionales, que son peores que los propios analfabetos, que no han necesitado de las letras para sobrevivir.
Las iniciativas del presidente Danilo Medina en educación apuntan a ese gran objetivo. Pero, no es una problemática sólo de las autoridades gubernamentales y del MINERD, sino de la sociedad en su conjunto.
Los resultados de las pruebas nacionales del año escolar 2011-2012, publicados por el MINERD en su página web, son reveladores de tales deficiencias. Los porcentajes de estudiantes promovidos en los grados terminales, primera convocatoria, fueron: 81% en el nivel básico; 60% en media general y 74% en técnico profesional.
La aprobación de cada asignatura requiere una puntuación de 65+ en básica y 70+ en media. La calificación final está determinada por la nota acumulada (70%) y la obtenida en las pruebas nacionales (30%).
Estos resultados indican un doble fracaso: en la escuela y en las pruebas nacionales.
De manera particular, la ADP tiene una gran cuota de responsabilidad en el mejoramiento de la educación de calidad que el país requiere, para lo cual el MINERD debe proveer los insumos tangibles e intangibles que se necesitan para alcanzar esa transformación educativa.
A partir de ahora la ADP debe apelar a otros métodos reivindicativos para sus afiliados; si no lo hace, tendrá sobre sus hombros haber contribuido a la ignorancia de muchos dominicanos y dominicanas, porque para que haya una educación de calidad, es imprescindible un trabajo docente de calidad, por tanto, tiene que garantizarlo.