El Cambio me impresiona, me conmueve, porque en nuestras vidas de estudios universitarios toda una generación y otras que llegaron posterior, se incorporaron al vagón que parecía interminable de una revolución, de una transformación, que contaminada por la ideología utópica marxista, devino en una ortodoxia cerrada y el experimento soviético término en derrumbe en 1991.
En su inicio fue un ensayo que cautivo con sus vigorosos discursos y narrativas a los jóvenes del mundo, que rechazaban las dictaduras de América Latina, apoyada por la gran Nación del Norte, que veía en esa ideología la oposición radical a su proyecto, que circulaba su expansión geoestrategica alrededor del planeta. Tal como lo había advertido el idealista poeta cubano Jose Martí, tanto como el padre de la Revolución Bolchevique Vladimir Lenin en su ensayo " Imperialismo, Fase Superion del Capitalismo, y que sucumbió fulminante ante la dictadura soviética de Josef Stalin.
Los seres humanos odian la rutina y la monotonía, sobre todo cuando ellas permanecen mucho tiempo sin provocar algunas exitosas modificaciones o transformaciones que son muy sentidas por las clases medias, que amparan a los sectores menos poseídos y que no tienen en estos tiempos la posibilidad de poner su ímpetu al servicio de su propia lucha de reinvindicacion de sus capitales intereses.
En cada convulsión social de épocas suele verse que el fondo de esas luchas esta signado por el afán de los pueblos y sus dirigentes de lograr conquistas negadas por décadas al través de la vía pacífica. Todas las grandes transformaciones de la sociedad son el producto de sus más caros sacrificios para imponer su nuevo orden o implantar esquemas que favorezcan sus deseos de cambio; los mismos se disparan para resolver problemas sociales, políticos y económicos.
Una prestigiosa neurocirujano cubana se pronunció reciente sobre el tema del cambio, aprovechándose del profundo conocimiento que posee acerca de la neuroplasticidad del cerebro. Comento de su cercana amistad con Fidel Castro y su inteligencia superior, y aunque ante la pregunta del entrevistador argentino identifica como narcisista y psicópata al fallecido líder cubano, la investigadora sin embargo sugiere que el cambio interior de los sujetos en términos espirituales, de valores, de transformación avalada por la educación, es ahí donde prefiere el verdadero cambio. Quiso decir que sin una auténtica transformación en la naturaleza de los hombres, lo social queda corto. Porque la verdadera esencia no es tanto modelar la sociedad y obtener riquezas materiales, sino modelar al sujeto en primer orden en lo moral, en lo espiritual y que logre una teleología cimentada en la felicidad. Esas cualidades indudablemente pasaran a su entorno social, a su contexto familiar y por efecto a su realidad cultural.
Luis Abinader como presidente propone un cambio, pero si nosotros no cambiamos en nuestro comportamiento, en nuestra condición humana, en la manera colectiva de responder a ese cambio; que venga de la educación, de la decencia, de la transparencia, de la solidaridad con los demás, de ejercer funciones con integridad, sin ambiciones torcidas y con templanza en el trabajo; entonces dejamos el cambio propuesto por Luis convertido en una palabra, en una retórica vacía. La mejor contribución que podemos hacer a sus designaciones de funcionarios hoy aplaudidas, es producir como los árboles frondosos los mejores frutos con nuestra actitud, con nuestro esfuerzo; combinando el magnífico programa de realizaciones sociales y económicas con esa incondicional revolución interna, poniéndola al servicio de los más vulnerables. Lo social, lo material, en imbricación con lo estrictamente humano: ese es el cambio, que espera el país.
Demostrado esta que los pueblos más felices no son necesariamente los que presentan un alto índice de desarrollo en factores económicos y sociales; los documentos de los órganos internacionales como PNUD, ONU, FAO, etc, nos indican que los países Nórdicos de Europa presentan una brecha alta de suicidios: supone que alcanzan un excesivo nivel de status económico social, no obstante persiste en su condición subjetiva una potencial infelicidad, digno de estudiarse para penetrar en las razones misteriosas de ese fenómeno escandinavo. Mientras que en el Caribe y parte de América Latina emerge la sonrisa, la alegría, el instinto fiestero y la hospitalidad, con menor tasa de suicidios, en medio del contraste de pobreza y carencias que soportan sus clases sociales menos favorecidas.