En el período 2000-2019, uno de los temas más debatidos, más analizados, es la calidad de la educación. Los diferentes sectores que componen la sociedad dominicana se han hecho eco de la necesidad y de la importancia de la calidad de la educación. El gobierno ha ido más allá, pues está proponiendo una revolución educativa que tiene como base la calidad de la educación; es decir, por todos los rincones del país se habla de calidad de la educación. En busca de esa calidad se invierte en algunas investigaciones; y se contratan docentes y expertos nacionales e internacionales para mejorar la calidad de la educación. De igual modo, en nombre de la calidad, se establecen convenios con instituciones de Europa, de Estados Unidos, de Canadá y de países de América Latina para avanzar en la anhelada y famosa calidad de la educación. Incluso, se organizan cursos presenciales y online con profesores de Finlandia. Ahora le toca a Finlandia y, para darle mayor brillantez al empeño por la calidad de la educación, parece que nuestra mirada ha de tener como foco lo que los finlandeses realizan en materia educativa. Reconozco y valoro sus avances, que son innegables. De otra parte, en nombre de la calidad de la educación, se invierten millones en publicidad para que el pueblo agradezca y constate todo lo que se hace en pro de este valor en la educación dominicana. Pero, mientras esto sucede, se repiten las protestas de profesores, de estudiantes y de gestores de la educación pública de República Dominicana, simplemente para que las autoridades educativas se dignen construirles o repararles los baños. La última protesta que conocemos se ha producido en el Distrito Educativo 02 de San Pedro de Macorís en este mes de abril. Estos profesores sostienen que ya su solicitud ha sido planteada en otras ocasiones y que no es posible desarrollar el trabajo que se espera sin las condiciones sanitarias debidas.
La situación de los baños de las escuelas del Distrito 02 y de otras localidades es lo que nos lleva a preguntarnos de qué calidad hablamos. En esta misma dirección podemos preguntarnos; ¿Qué entendemos por calidad? ¿Quién ha dicho que sin las condiciones básicas, los estudiantes, los profesores y directores van a producir conocimiento y a revolucionar la educación? ¿Por qué el empeño en emular la educación de otros países sin tomar en consideración las necesidades elementales de los actores principales de la educación? Nos atrevemos a apostar que los asesores y expertos internacionales no tienen ni la mínima idea de que hay muchos centros educativos cuyos pobladores no cuentan con un baño, de que existen instituciones educativas en las que han de hacer una fila para utilizarlo, ni de que existen centros educativos que no los tienen y se sirven de las áreas verdes para eliminar los desechos. El grito del Distrito 02 de San Pedro de Macorís es el de muchos centros educativos que ya no esperan más, que demandan con urgencia atención responsable a las condiciones sanitarias en que están operando. El problema del Consejo Nacional de la Magistratura es muy importante, pero este no es menos; sin embargo pasa desapercibido. La salud, la vida y la higiene humana y medioambiental se ven seriamente afectadas en las instituciones y en las zonas en las que confrontan este problema. ¿Qué esperan las autoridades para actuar? ¿Qué hacen los líderes comunitarios de las ciudades y campos en los que existe el problema? Este es un asunto de todos aunque el Ministerio de Educación es el primer responsable. Apelamos al MINERD para que responda con la coherencia y con la agilidad que la realidad amerita. Urgimos a las comunidades afectadas a que se organicen no solo para demandar, sino también para contribuir a la solución del problema antes de que los involucrados en el mismo tengan que sufrir males mayores; antes de que los aprendizajes se empobrezcan radicalmente. No los estoy invitando a sustituir a las autoridades que tienen dinero para hacerlo y reciben un salario excelente para responder con un desempeño más efectivo. Estoy invitando a las comunidades a que potencien la corresponsabilidad sin dejar de defender sus legítimos derechos a las demandas que están haciendo.
Es inconcebible que los niños, los adolescentes, los jóvenes y los profesores tengan que solicitar en la calle, como pasó en Navarrete, que les garanticen baños funcionales e higiénicos. Estamos en un período intenso de análisis y preparación para las elecciones; de instauración de un nuevo Consejo Nacional de la Magistratura y de frenesí reeleccionista que no pueden minimizar la atención prioritaria a una necesidad vital como la que planteamos. Hemos de empezar una acción firme a favor de la dignidad y de la salud de los estudiantes y de los educadores dominicanos. Las autoridades educativas y la sociedad en general han de pasar de la imitación quimérica a la construcción de la realidad iniciando por lo más básico: que profesores, estudiantes, directores y personal auxiliar tengan acceso a baños en sus centros educativos.