La formación docente es un eje rector de la educación dominicana. En las últimas décadas, la calidad de la formación docente ha sido objeto de seguimiento sistemático, en la esfera nacional e internacional. Múltiples investigaciones han demostrado que los resultados de aprendizajes de los estudiantes están influidos por la incidencia de profesores altamente calificados. Estos docentes, además, trabajan dinamizados por una vocación educativa consistente. La COVID-19 ha convertido la educación en una experiencia dominada por la virtualidad, la televisión y la radio en la República Dominicana. Las modalidades educativas actuales les confieren una importancia especial a las pantallas, al trabajo por vía remota. Es una experiencia nueva que está concitando la atención de todos los sectores de la sociedad. El Ministerio de Educación de la República Dominicana le está dando centralidad a los procesos que se impulsan desde las vías señaladas. Estos procesos son absorbentes, por las dificultades de conectividad y la inexperiencia en el ámbito de la educación virtual y televisiva. El país, sin embargo, tiene experiencia interesante en educación a través de la radio.
En el contexto descrito, el impulso y cuidado de la calidad de la formación docente ha sido colocada en otra carpeta. Es necesario volver a tener como foco la formación altamente cualificada de los docentes del país, ahora con más razón en tiempos pandémicos. Los docentes necesitan formación sistemática para avanzar en la comprensión y apropiación del currículo. Requieren estudio y análisis; precisan de espacio para pensar su práctica. Una docencia al margen de un razonamiento lúcido no lleva a ningún resultado aceptable. En septiembre de 2020, iniciaron la tarea educativa con una capacitación intensiva, que, por la prisa y el tipo de formación, le aportó lo básico para el lanzamiento del curso escolar 2020-2021. Después de iniciado el año escolar, el énfasis se ha puesto en la acción. Los procesos reflexivos y de internalización razonada de lo que se realiza carecen del espacio necesario y del acompañamiento requerido. Se refuerza una actuación educativa con dificultades para generar aprendizajes duraderos. Sin duda, la realidad provocada por la pandemia obliga a priorizar políticas educativas que garanticen enseñanza y aprendizajes efectivos desde las modalidades señaladas. Cualquiera que sea la modalidad educativa que se aplique puede concentrar la atención y aplazar el empeño por una formación docente.
Es tiempo oportuno para retomar con los docentes, con las organizaciones que le dan seguimiento a la educación y con la Asociación Dominicana de Profesores, el tema de la calidad de la formación de los profesores. Hay que trabajar en esta dirección; iniciar ya un proceso de consulta a los docentes que están en acción para que identifiquen y planteen las necesidades principales que están experimentando en el desarrollo de la experiencia. En esta consulta se ha de integrar el componente emocional de los docentes, por su impacto en la calidad de lo que realiza. El Ministerio de Educación, las Organizaciones veedoras y la ADP han de realizar sus análisis y valoraciones desde lo que acontece en los tres escenarios en los que se imparte docencia. Han de abstenerse de partir de lo que hacen otros países. Es necesario tener en cuenta las referencias internacionales porque amplía la visión, pero primero hay que aterrizar en lo que se realiza aquí y en lo que posibilita el contexto dominicano. Las capacitaciones intensivas no pueden sustituir procesos sistemáticos de formación que priorizan una docencia en la que los maestros se han de ir constituyendo como sujetos. Los docentes han de ir avanzando, desde una tarea irreflexiva y rutinaria, a una actuación consciente del sentido y del horizonte al que apunta la educación que ofrecen.
El tiempo pandémico en el que se desarrolla la actividad docente demanda análisis de los nuevos criterios e indicadores que se han de tener en cuenta para retomar la calidad de la formación docente. La nueva realidad en la que operan los maestros y los estudiantes puede generar cambios en el modo de concebir y de enfocar la calidad hoy. Los parámetros de ayer pueden estar distantes de los que rigen en estos momentos; por ello el Ministerio de Educación ha de tomar decisiones que recoloquen la calidad de la formación docente como prioridad continua; se ha de superar la improvisación en la formación docente. La calidad de la formación de los educadores ha de tener un carácter sistémico. De este modo, en tiempos de pandemia o fuera de él, los aprendizajes significativos estarán asegurados.