Tenemos una asimetría cuasi demencial, una desigualdad salarial, sobre todo en la Administración Pública, que alarma a cualquier persona que tenga un mínimo de sensibilidad social y que lo hayan ayudado, no a lo que debe pensar, sino a pensar. Somos una sociedad con una pobreza muy alta y, al mismo tiempo, con una inequidad que ronda el segundo país de la Región.

Si el sueldo y/o el salario es un indicador que refleja el alcance de la dimensión social de un país, la República Dominicana tiene mucho que decir al respecto. Si la brecha salarial que se dibuja desde el sector privado es muy dispar, disímil, en la Administración Pública es sencillamente, pavoroso, horroroso. Que se exprese desde el sector privado configura la visión real que tienen una parte de los actores estratégico (empresarios), con el compromiso de inclusión social en el país.

Que la brecha se origine desde los actores políticos que tienen que ver con las políticas públicas que propicien y coadyuven con más inclusión, con mejor cohesión social y mayor capital social, más que un contrasentido, nos dice del grado de responsabilidad y voluntad que se tiene en la dirección del Estado. Desde la instancia pública se debería regular para disminuir las brechas, no para ampliarlas.

Es lo que sucede con los sueldos más altos en la Administración Pública. Veamos:

Cuando nos adentramos más en las raíces del abismo, de puentes rotos, de brechas y desigualdades salariales, podemos encontrar que el salario del que más gana está contenido 249 veces en el sueldo mínimo del que menos gana oficialmente en la Administración Pública. Esto significa que el que menos gana necesita 20.7 años para llegar a lo que el funcionario que más gana, cobra en un mes. Es pertinente acotar, subrayar, que en el Banco Central hay 1,858 empleados, donde el sueldo mínimo es RD$16,555.00 y el promedio salarial es de RD$91,348.35. Tienen, además, 293 empleados contratados. No obstante, donde se ahonda esa desigualdad y por ende el enorme desequilibrio es cuando objetivizamos, visibilizamos, las compensaciones o cargas salariales indirectas de esos cargos. Por ejemplo:

  1. Vehículo;
  2. Combustible;
  3. Chofer;
  4. Tarjetas de Crédito;
  5. Gastos de Representación;
  6. Seguros internacionales;
  7. Liquidación y Jubilación/pensión;
  8. Años laboral en el Estado;
  9. Móvil;
  10. Mantenimiento de vehículo;
  11. Dietas y viáticos por desplazamiento;
  12. Prestamos;
  13. Pago de colegio;
  14. Pago de membresía de clubes.

Si los sumamos, estas compensaciones, el puesto de menor jerarquía en la Administración Pública ameritaría consumir en el tiempo cerca de 31 años para obtener lo que el cargo que más gana obtiene en un solo mes. ¡Una obviedad que resalta: el desmedido y desmesurado pozo de desigualdad salarial!

Joseph E. Stiglitz, Amartya Sen y Jean Paul Fitoussi, en su libro Medir nuestras vidas, nos dicen “En una sociedad cada vez más orientada al rendimiento, las métricas son importantes. Aquello que medimos tiene efectos sobre lo que hacemos y si utilizamos la métrica equivocada, nos concentraremos en las cosas equivocadas. Por ello, si solo buscamos incrementar el Producto Interior Bruto (PIB) de nuestras sociedades, podemos acabar perjudicando a los ciudadanos”. Una analogía a esa frase, expone de manera gráfica, meridiana, como esos sueldos estratosféricos, no indican el grado de desarrollo de nuestra sociedad y los niveles y calidad de vida del conjunto de la sociedad. ¡Hay, si se quiere, una pésima desigualdad de oportunidades vitales! Ello lleva a la sociedad dominicana a mayores niveles de estratificación social y a una nueva clase alta a partir de la burocracia estatal. Una clase que se contonea de su posición económica, de su riqueza, de su status, su prestigio, de sus estilos de vida y de sus propiedades.

En el sector privado los salarios son muy exiguos. Tenemos 3 salarios en el sector no sectorizado:

  1. Mínimo mayor de la empresa grande, de RD$15,447.60.
  2. Mínimo medio, de la Mediana empresa, de 10,620.00.
  3. Mínimo menos, de la pequeña empresa, de 9,411.60.

En los sectores sectorizados de más incidencia en el mercado laboral y en la economía, nos encontramos: Turismo y Zonas Francas. En el Turismo, el salario mínimo se encuentra en RD$10,335.75. Zona Franca: RD$9,264. En Agricultura se paga RD$59 Pesos por hora, que totaliza $11,328.00 por mes, si trabajan las 8 horas diarias. La composición del Mercado Laboral nos dice que tenemos 4.3 millones de empleados, donde el 61.84% se encuentran concentrados en: Agricultura, Comercio y otros servicios.

Si miramos los Quintiles de las distintas Canastas y correlacionamos los salarios /o sueldos, nos morimos de espanto estando vivos, hurgando en las condiciones materiales de existencia de los dominicanos. Mostremos:

Quintil 1: Costo Canasta RD$13,724.44 (20% más pobres del país).

Quintil 2: Costo Canasta RDE19, 583.58.

Quintil 3: Costo de Canasta RD$24,015.15.

Quintil 4: Costo de Canasta RD$31,295.82.

Quintil 5: Costo de Canasta RD$61,143.72.

NACIONAL: RD$29,982.94.

Solo el salario mínimo mayor cubre el Quintil 1. Esto representa apenas el 10% de los empleos, ya que el 90% de los mismos son creados por la Mediana y Pequeña empresa. El 80% de los que trabajan reciben sueldos y o salarios por debajo de los RD$25,000.00; y, solo el 14% paga impuestos sobre la renta, porque ganan más de RD$34,000.00 pesos, que es el límite de las exenciones por ingreso salarial.

Los salarios en el sector privado, es duro decirlo, aun cuando tienen una densa desigualdad, no guardan relación con el sector público. El promedio de diferenciación ronda 11.3 veces. Es difícil obtener un promedio en la Administración Pública, en el campo de sueldos, por la opacidad de las nóminas y a esta altura ni siquiera el Ministerio de Administración Pública, sabe cuántos empleados tenemos (Administración Pública Central y Administración Pública Descentralizada). Latinobarómetro que auscultó los conflictos en la sociedad, tales como: Conflicto entre ricos y pobres y conflictos entre empresarios y trabajadores, nos dice “…Este es uno de los puntos en los cuales América Latina no logra avanzar, que constituye uno de sus mayores clivajes y explica en parte el estancamiento de la consolidación de la democracia”. En conflicto entre ricos y pobres, estamos por encima del promedio (76), tenemos 78, hay 11 países situados mejor, de 18. En conflicto entre empresarios y trabajadores, tenemos 76 y el promedio es 74, donde solo estamos mejor que 4 países.

El empleo y el salario, son necesarios, pero en sí mismo, no necesariamente, disminuyen la desigualdad. Pueden mejorar los indicadores de pobreza, sobre todo, la pobreza monetaria. Se precisa de un mayor empuje, postulado desde la visión de una mejor equidad social, donde emerja un mejor capital compartido, allí donde logremos una revolución fiscal que conlleve más impuestos progresivos y una auténtica seguridad social para todos.