Nueva York.-Destruyamos sus altares e incendiemos sus templos, todo lo que sabemos de la política dominicana es absolutamente falso.

Juan Pablo Duarte es una figura trujillista, porque nace  de “El Cristo de la Libertad” escrito por  Joaquín Balaguer mientras era secretario de Educación de Trujillo.

Quien camina por calles estadounidenses encuentra gente parecida a George Washington, como se encuentran en Sudamérica personas parecidas a Bolívar y a San Martín.

Hay más haitianos parecidos a Toussaint L’ Ouverture, que dominicanos parecidos a Duarte. Muy pocos dominicanos tienen el fenotipo de Duarte, o los “valores morales y espiriturales” que Balaguer le atribuye.

El año próximo cumpliremos 50 años de elecciones continuas, desde el primero de junio, 1966.

Juan Bosch y Joaquín Balaguer, hijos de inmigrantes españoles, controlaron nuestro último medio siglo. Como Duarte, ni se parecen ni comparten los “valores morales y espirituales” del dominicano común y corriente, vulgar y silvestre.  Compartían el fenotipo europeo duartiano y una “inteligencia superdotada”.

Balaguer gobernó 22 y los descendientes de Bosch, PRD-PLD habrán gobernado 28 años en el 2016. Medio siglo después, el legado real de la administración directa e indirecta de Bosch y Balaguer, es una nación más ignorante que la que dejó Trujillo.

Somos una de las naciones más ignorantes del planeta.

Dos hombres blancos controlando una nación de negros y mulatos, brillaron en la oscuridad de la ignorancia colectiva que le impusieron la población durante medio siglo.

Leonel Fernández, un mulato de “inteligencia superdotada”, es el unigénito de la fornicaria relación politica de Bosch y Balaguer: “por sus frutos os conocereís”, dice la Biblia.

Leonel pretende ser nuestro nuevo Trujillo, él encarna el mejor ejemplo del legado pernicioso de Bosch y Balaguer.

Quien adora esos falsos dioses politicos, le rinde culto a la ignorancia que explota y oprime al dominicano.