Hay muchos dominicanos meritorios en EE.UU. que se destacan y son apreciados por sus aportes a los deportes, las artes, la educación, la medicina y la política, entre otras profesiones y oficios honorables. Nuestro David Ortiz es un referente mundial de la deportividad y un superhéroe de Boston y República Dominicana, y no solo por sus proezas en el béisbol, sino por su entereza, su generosidad y su sonrisa inagotable. Big Papi es razón de sobra para sentir orgullo de ser dominicano.
En el otro extremo, unos cuantos villanos criollos destruyen con los pies lo que labran sus esforzados compatriotas con las manos. Sin duda entre los vándalos destacan las bandas de traficantes de sustancias ilícitas, y en el grupo más selecto, los que importan o fabrican y distribuyen el azote del siglo XXI, el opioide “fentanilo”. Este fármaco sintético es conocido desde 1960 y sigue siendo utilizado medicinalmente con mucha cautela como sustituto de la morfina, porque es cien veces más fuerte. Desde hace unos pocos años se utiliza en el tráfico ilícito de sustancias controladas para aliñar la heroína y la cocaína. Es mucho más barato fabricar y transportar el fentanilo- unas cincuenta veces más potente y produce sus efectos casi instantáneamente- multiplicando los beneficios de los narcotraficantes. Los criollos se han convertido en grandes capos del fatídico comercio de fentanilo en el nordeste estadounidense- incluso desplazando a colombianos, puertorriqueños y mexicanos- con familias criollas enteras dedicadas a propagar esta plaga para enriquecerse. Ya no son solo vendedores en las esquinas de los barrios, pues con frecuencia dominicanos controlan grandes redes de distribución. En algunos casos los criollos incluso producen el fentanilo en laboratorios clandestinos, tanto en nuestro país como en EE.UU.
Los “fentanilicidas” dominicanos son en gran medida responsables de la epidemia de muertes atribuibles a sobredosis de diversos narcóticos “enriquecidos” con fentanilo. Las muertes provocadas por sustancias mezcladas con opioides se han disparado hasta convertirse en la principal causa de defunción entre los adultos en Estados Unidos en los últimos años, siendo el fentanilo de los más utilizados. Solo en Massachusetts hubo unas 2,000 defunciones atribuibles a sobredosis de opioides en 2016. En varios estados el problema de los opioides se ha convertido en la primera preocupación de los ciudadanos, eclipsando los temas económicos en las encuestas de opinión. El costo social de esta epidemia es enorme y sigue creciendo, provocando una excesiva demanda de servicios médicos de urgencia en muchas localidades. Más de un millón de pacientes requirieron tratamiento hospitalario en EE.UU. durante 2016 por problemas relacionados con opioides. En Nueva York el fentanilicidio triplica la tasa de homicidio.
Sin duda en algunas ocasiones la ignorancia y el descuido contribuyen a las frecuentes sobredosis. Pero los más alarmantes son los crecientes casos de traficantes que se comportan prácticamente como asesinos, pues conocen bien los efectos letales de su mercancía, pero hacen pocos esfuerzos por evitar una dosificación excesiva del opioide letal. Muchas veces ni siquiera advierten a los compradores que las drogas contienen fentanilo y mucho menos explican el peligro que esta sustancia representa. En palabras del fiscal del distrito de Brooklyn, Eric González, refiriéndose a los estragos causados por los fentanilicidas en un caso de su jurisdicción:
“Ésta puede ser la mayor crisis de salud pública de nuestro tiempo, estos acusados no se preocupan por la muerte y la desesperación que están causando, sino sólo a ganar dinero.”
Aparentemente similar es el reciente caso del capo Juan Aníbal Patrone González (El Flaco, Popó, Animal), dominicano de 27 años de edad, hijo de padre italiano, que según reportaje de Miguel Cruz Tejada, fue imputado hace un mes en la corte federal de Boston junto a una treintena de colaboradores, en su mayoría criollos o descendientes de dominicanos. Una docena de ellos estaría ilegalmente en EE.UU. Patrone incluso fue deportado en una ocasión anterior por entrar ilegalmente a territorio estadounidense.
Desde su centro de operaciones en la ciudad de Lawrence los malhechores cubrían una amplia zona en la Nueva Inglaterra, incluyendo los estados de Massachusetts, New Hampshire, Maine y Rhode Island, distribuyendo estupefacientes con fentanilo en vehículos especialmente preparados con compartimientos secretos y armados hasta los dientes. Se le atribuye la muerte de muchos usuarios de su preparación letal que desconocían el contenido.
Según reporta Cruz Tejada:
“Patrone fue descrito por los investigadores como el líder de una organización multimillonaria de la distribución del fentanilo. Su detención fue el resultado de una investigación de un año que involucró una serie de grabaciones telefónicas en las que los investigadores escucharon a Patrone, quien presuntamente suministró la droga mortal a los traficantes, ofreciendo comprar rifles de asalto AK-47 y hablando sobre la riqueza que estaba acumulando en la República Dominicana, en la que incluye una finca de su propiedad en la que dijo iba a sembrar 50.000 plantas de plátanos, cuando regresara “pronto” al país caribeño.
Patrone, según los federales, se buscaba hasta 10.000 dólares en algunos días “flojos” como el líder de la organización de narcotráfico, acorde con el expediente.”
También los investigadores comentan con sorpresa el total desprecio de la banda de Patrone por las vidas que estaban cercenando con las drogas aliñadas con fentonilo. Su único afán era enriquecerse rápidamente para retirarse a disfrutar sus mal habidos bienes en República Dominicana. A manera ilustrativa, en una de las conversaciones interceptadas por las autoridades con orden judicial, Ramon González Nivar, uno de los traficantes dirigido por el capo dominico italiano, decía en tono burlón:
“Un amigo mío me dijo que el azul es bueno pero mata a mucha gente”.
Patrone es quizás uno de los más agresivos y prolíficos presuntos fentanilicidas criollos en ser imputado, pero ya hay muchos condenados e incluso algunos que han regresado al país. Algunos laboratorios clandestinos de fentanilo exportan a Puerto Rico y a otros destinos. Todo apunta a que la epidemia de muertes atribuidas a sobredosis de fentanilo no está lejos de azotarnos en República Dominicana- donde no tenemos estadísticas sobre casos de muertes por opioides- sobre todo si esperamos el fuetazo con una actitud de brazos caídos.
Necesitamos a todos nuestros superhéroes de allá y de acá para combatir la nueva plaga de villanos criollos que con su comercio de fentanilo ya provocan más muertes que cualquier otra causa en EE.UU. Seamos proactivos en luchar contra este nuevo fenómeno criminal para que nuestro país no termine en las garras de los fentanilicidas.
Lecturas:
http://elnacional.com.do/apresan-dominicano-dirigia-red-de-heroina-en-brooklyn/
http://almomento.net/atrapan-red-de-dominicanos-acusada-traficar-heroina-que-mato-a-10/229387