“Se ha convertido en un lugar común decir que el sistema capitalista actual no tiene futuro, ya que profundiza en las desigualdades y agota el planeta. Esto no es falso, pero, a falta de una alternativa concreta, el actual sistema tiene todavía muchos días por delante”.

 (Thomas Piketty)

Entre julio de 2020 y junio de 2021 hemos visto cuatro informes: 1) Desigualdad y Descontento social: Como abordarlos desde la política pública, del BID; 2) Panorama social de América Latina, de la CEPAL; 3) Atrapados: Alta Desigualdad y bajo crecimiento en América Latina y el Caribe, del PNUD; 4) Como acelerar el crecimiento económico y fortalecer la clase media en América Latina, del BID.

Cuatro estudios que diagnostican y relievan las sociedades de América Latina y el Caribe. Informes que destacan donde se encuentran la medula espinal de los elementos cardinales del acontecer contemporáneo: económico, social, político e institucional de la Región. Auscultan con una simetría perfecta, develando el interior de cada formación social. Gravitando en la ponderación de la pobreza y la desigualdad como ejes articulares de la violencia. La desigualdad genera más violencia y la violencia más desigualdad. ¡Un laberinto donde nos encontramos atrapados!

Ese círculo trae consigo de manera inexorable el malestar social y el potencial de conflictividad social. La CEPAL en el Informe de Panorama social de América Latina y el Caribe, nos señala el malestar social como “Son percepciones negativas de distintas dimensiones de la vida social. Puede resultar de una desaprobación respecto de diversos elementos de la estructura socioeconómica, la dimensión político e institucional o las relaciones sociales y se expresa como insatisfacción con el ejercicio del poder público, la representación política a la distribución del bienestar, así como también por la desconfianza hacia las instituciones y las personas y sentimientos de inseguridad”.

Para ilustrarnos de manera más gráfica nos resalta el diagrama siguiente:

 

Para tener una idea acerca del peligro de la desigualdad y de los indicadores, veamos las inversiones en República Dominicana de acuerdo a la CEPAL:

 Año Gasto social en Proporción del PIB
2018 7.6
2019 7.7

 

Protección Social: 18.

Distribución del Gasto social por funciones 2018:

Educación 52.6
Salud 21.7
Viviendas y servicios Com. 4.4
Recreación, cultura y religión 2.1
Protección del Medio ambiente 1.3

Como nos dice Thomas Piketty en la obra ya citada “No basta con la igualdad educativa y el Estado social; para lograr la igualdad real, la totalidad de las relaciones de poder y dominación tienen que ser repensadas. Esto requiere, en concreto, un mejor reparto del poder en las empresas”. El trabajo del BID concerniente a descontento social y como abordarlos desde la política pública, tiene una parte relativa a formalización y el gasto público en capital humano como herramienta para redistribuir. La desigualdad mediante el Coeficiente de GINI y PIB per cápita, en la Región, es la segunda más alta en el mundo. En República Dominicana el Índice de GINI se encuentra en 0.452. La diferencia en desigualdad del ingreso es pasmosa en nuestro país: el 20% más rico tiene el 56% y el 40% más pobre apenas un 10%.

La informalidad laboral es una muestra social del quebradizo eje institucional y del peso de la exclusión. Además, la informalidad trae consigo, al mismo tiempo, lo gravoso que implica los factores de la economía sumergida (ilegal), que penetra más fácil allí donde hay más informalidad. Por último, la informalidad laboral impide un sistema de seguridad social menos horizontal, menos amplio, menos universal y equitativo, que refleje su capacidad de sostenibilidad y de pensiones/jubilaciones verdaderamente sociales.

En el Índice Global de Competitividad del Talento Humano 2020 obtuvimos 81 de 132 países. En el Índice Global de Innovación 2020 quedamos en el Ranking 90 de 131 países. En el Índice Global de Competitividad del Foro Económico quedamos en el Ranking 78 de 141 países. Este Índice del Foro Económico mide las siguientes variables:

  1. Instituciones.
  2. Infraestructuras.
  3. Entorno Macroeconómico.
  4. Salud y Educación Primaria.
  5. Educación Superior y Formación.
  6. Eficiencia del Mercado de Bienes.
  7. Eficiencia del Mercado Laboral.
  8. Desarrollo del Mercado Financiero.
  9. Preparación Tecnológica.
  10. Tamaño del Mercado.
  11. Sofisticación en Materia de Negocios.
  12. Innovación.

El BID nos señala los determinantes de la desigualdad: “Persisten profundas inequidades que impiden el acceso de los más pobres a los bienes y servicios fundamentales para la movilidad social. Un factor determinante de las brechas sociales es la incapacidad del sector público de distribuir eficientemente los recursos suficientes para proveer servicios públicos de calidad”. El nivel del Gasto público social: 7.6% del PIB, en cambio, en la Región de AML: 10.9% promedio.

Es que la pobreza, más aún, la desigualdad, contienen como germen letal la conflictividad social. La conflictividad se expresa, como dice la CEPAL en su Panorama “Abordar los factores que originan el malestar es, por lo tanto, fundamental para evitar niveles crecientes de conflictividad, expresiones de violencia y crisis de representación y legitimidad democrática que obstaculizan el desempeño económico”. La desigualdad es como un coctel, una bomba molotov que genera resentimientos que derivan de manera emocional un vengador social y desde la óptica ideológica política, la búsqueda de alternativas a un mundo mejor, más humano, más incluyente, más participativo, más feminista no importa su denominación.

A esa conclusión llegó Piketty con su libro ¡Viva El Socialismo! Nos dice “Hete aquí que, treinta años después, en 2020, el hipercapitalismo ha ido demasiado lejos. Ahora estoy convencido de que hay que pensar en la superación del capitalismo, en una nueva forma de socialismo, participativo y descentralizado, federal y democrático, ecológico, mestizo y feminista”.

Atrapados: Alta Desigualdad y bajo crecimiento en América Latina y el Caribe, del PNUD del mes de junio del presente año, en su prólogo de Achim Steiner se destaca muy bien el perfil del Informe “…. Las tasas de desigualdad más altas del mundo, el quintil más rico de la población de la región representa alrededor de 56% de los ingresos nacionales. 22 millones de personas han caído por debajo de la línea de la pobreza en la región, regresando a los niveles del 2008”. Abunda “cómo las desigualdades que conducen a la concentración del poder en manos de unos pocos pueden distorsionar las políticas públicas en formas que perpetúan los patrones de desigualdad existentes y obstruyen la productividad”.

En nuestro país la pobreza monetaria, que estaba en 21.0 (pre pandemia), se encuentra en 24. El desempleo ampliado que estaba en 12 oscila entre 14-16. La informalidad laboral que estaba en 52 se fue a 54. Los ingresos y salarios reales han disminuido por varios factores: alrededor de un 8.8% disminuyeron por los ingresos por empleos, se le llamó a muchos a trabajar, empero, con menos salarios. El desempleo, al aumentar, ha traído consigo una disminución en la calidad y nivel de vida. La informalidad ha venido con mayor precariedad en los ingresos y la estabilidad. La inflación acumulada (10.48) ha visto degradarse el salario real.

Nos dice el PNUD “Son críticos la concentración de poder, la violencia en todas sus formas, política, criminal y social, y los elementos de diseño de los sistemas de protección social y de los marcos regulatorios de los mercados laborales que introducen distorsiones a la economía”. La pobreza como la desigualdad es multidimensional, enfatiza el Informe para reforzar “más allá del ingreso, otras formas de desigualdad persisten obstinadamente. Las de género en participación laboral y horas de trabajo no remunerado, dedicados a actividades de cuidado…. Si el talento se distribuye indiscriminadamente al nacer, las sociedades desiguales desperdician el talento de una parte relevante de la sociedad cuando excluyen una parte del capital humano del mercado laboral o sentencian a algunos grupos a una menor acumulación de capital”.

La concentración del poder económico y político. Esa enorme concentración es lo que genera la mayor desigualdad, sobre todo, cuando deviene del sector privado, empresarial, que mira sus intereses privados y muy poco el bien común. De ahí, la reflexión de Piketty: Compartir el poder y la propiedad.

Como señala el Informe del BID: Como acelerar el crecimiento económico y fortalecer la Clase Media en ALC, nos esboza “… la gran tarea pendiente del continente es crecer no solamente por acumulación de capital y empleo, sino aumentar de manera permanente la productividad para crecer más sostenidamente”. ¡Buscar ese necesario equilibrio que produzca una mayor cohesión social en el tejido social, a través de una economía más inclusiva con mayor descentralización de los poderes!