Dice Alexander Stille en El País: "El telón ha caído en uno de los espectáculos más extraños y a pesar de ello de más larga duración en el mundo: la carrera política de Silvio Berlusconi, que ha dominado la vida italiana durante los últimos 17 años, interpretando simultáneamente un increíble número de papeles: magnate de la televisión, propietario de un equipo de fútbol, primer ministro, acusado en numerosas demandas penales y playboy internacional".

Este párrafo, claro, se refiere a la noticia que recorre las primeras páginas de los periodicos del mundo y también, aunque no se dice, de la vergüenza que debiera afectar a los italianos de todas partes.

Abundando un poco sobre este, tan notorio caso y explicando su caída, afirma Stille refiriéndose a Berlusconi que: "Después de comprar sentencias judiciales, convirtió en ministro del Gobierno al abogado que sobornó a los jueces en su nombre. Eligió para el Parlamento a los ejecutivos de sus empresas acusados de corrupción para que pudieran gozar de inmunidad frente a los cargos, y luego eligió a sus abogados y los de estos de forma que los letrados pudieran reescribir las leyes de justicia penal que les eximirían de toda culpa. Sus ex-ejecutivos de los medios de comunicación en el Parlamento redactarían leyes que beneficiarían claramente a su empresa".

Algunos párrafos más abajo añade:"La falta de cualquier freno a su poder alimentó en los últimos años la sensación de omnipotencia y de grandeza imperial de Berlusconi: empezó a nombrar para cargos políticos a las mujeres con las que se acostaba o con las que quería acostarse, el colmo de la confusión del poder público y privado". Cualquier parecido o semejanza de esta situación con la de la Republica Dominicana, es intencional  excepto por el despliegue de sexualidad mitológica del que persumía Berlusconi y que en nuestro caso contrasta marcadamente con aquel todo lo demás . . ..

Lucía Magi, relata de la siguiente forma el ultimo acto del premierato de Berlusconi: "Antes de acudir a su cita con el Presidente de la República para dimitir, sobre las 20.30, Silvio Berlusconi pasa por el lugar donde la gente vela sobre sus pasos, como para asegurarse que llegue a su destino. Un millar de personas también están concentradas frente al Palacio Chigi (sede del Gobierno); otros frente a Palacio Grazioli (la residencia de Berlusconi, donde está reunida la cúpula de su partido); otros le esperan frente al Quirinale, donde reside el presidente Giorgio Napolitano. Allí, a las 20.30, debía terminar la carrera de Il Cavaliere. Allí un gran cartel grita: "¡Por fin!". Una orquesta callejera entona un Aleluya". Añado que miles de personas celebraron la renuncia en las calles durante toda la noche.

Pero, pregunto ahora, ¿de que os alegraís? ¿Como es possible no darse cuenta de que incluso en la hora final Berlusconi ha salido ganador?

Señoras y señores, Berlusconi no ha dejado el poder a causa de las presiones de la sociedad y el sistema politico italiano debido a las revelaciones sobre su larga carrera como delincuente. No renuncia por la condena de un tribunal que lo acusó de sobornar a un periódico y a testigos. No renuncia por abuso de menores ni prostitución. No déja el gobierno por ladrón ni por abusador ni por proxeneta.

Berlusconi se ha ido pero son los banqueros quienes le han echado. Son los financieros de Italia y los del FMI y del Banco Central Europeo (BCE) quienes se han deshecho de él porque necesitan cobrar su deuda y Berlusconi no se lo garantizaba ya más.  Los mismos empresarios que celebraron a Berlusconi ahora lo botan porque la prima de la deuda italiana llegó a rebasar los 500 puntos o sea, que pedir dinero prestado es ahora demasiado caro para cualquier gobierno italiano. Eso ha sido todo. Por lo tanto, ¿que celebran en las calles?

Los italianos deberían estar (y hay muchos que lo están) apesadumbrados y avergonzados de que Berlusconi tuviera razón. Podía y pudo hacer lo que le vino en gana con absoluta impunidad. La sociedad italiana demostró que el futbol era más importante que la política como el propio Berlusconi afirmaba y que, en la modernidad líquida que vivimos, un tipo como Leonel Fernández (perdón, quise decir  Silvio Berlusconi) puede hacer lo que le de su maldita gana y si lo hace con gracia y astucia, se sale con la suya. Como diría pues un puritano de Nueva Inglaterra refiriéndose a esos italianos que no enfrentaron a Berlusconi : shame on you.

Por supuesto, ese ordenamiento durará hasta un día, pero todavía no hemos llegado a ese día.