Nueva York.-La historia, como la venganza, debe servirse fría. Los balances históricos serios de cualquier administración política son más objetivos si dejamos pasar el tiempo.
Diferenciar la realidad de la propaganda, es una función esencial del periodista, como autor indiscutible del primer borrador de la historia.
Barrack Obama fue el primer presidente de piel negra en una nación controlada por blancos.
Su principal logro fue rescatar la economía del desastre total. En béisbol existe el lanzador relevista que salva el partido, el “presidente relevista” es inexistente.
En política se da crédito por transformaciones reales, no “salvarnos del desastre”. Franklin D. Roosevelt fue grande, no por “salvarnos” de la Gran Depresión, sino porque la aprovechó para avanzar la agenda nacional, con su “Nuevo Pacto Social”.
Obama tuvo esa oportunidad y la desperdició.
Obama prometió cambio, evitó el desastre, nos retoró a la “normalidad”, su “cambio” real, la sospechosa reforma sanitaria, pronto puede desaparecer, dejándolo sin legado.
Reduciendo su gestión a una colección propaganda, manipulaciones estadísticas y feas realidades.
Obama autorizó excavaciones petroleras en la plataforma marina, ni George W. Bush hizo eso. Hizo “permanentes” el 90% de los recortes impositivos “temporales” de Bush, en su gobierno se profundizaron las desigualdades económicas.
Prometió cerrar la Cárcel del Guantánamo, la dejará abierta.
En ocho años deportó tres millones de inmigrantes, superó todos los deportados de todos los presidentes blancos durante todo el siglo 20.
Su “creación de empleos” fue pura propaganda, el 90 por ciento fueron empleos temporales de medio tiempo pagabando sueldos miserables.
La obstrucción congresual republicana, como el “hackeo” ruso, demostraron su incapacidad de avanzar una agenda o de garantizar seguridad interna. Y su maquinaria de propaganda lo colocó en una posición insostenible, contradictoria, inexistente: “víctima indefensa en el poder”.
Los $1.400 millones anuales en propaganda harán ver mis reflexiones como una sarta de mentiras en su contra.