«Dices y no das razón de lo que dices» (Fray Luis de León)

En el artículo pasado decíamos que “una de las indelicadezas más grandes de Balcácer ha sido la de atreverse a lanzar estas mentiras sabiendo que a sus colegas de la “Academia Dominicana de la Historia” les bastará poner un ojo sobre este libro de marras para apercibirse de sus engaños y falsedades”.

Lo afirmamos porque sus compañeros saben y respetan lo que les indica Cicerón:

“La primera ley es que el historiador no debe atreverse nunca a consignar lo que es falso; la segunda, que nunca se atreverá a ocultar la verdad; la tercera, que no haya en su obra la menor sospecha de favoritismo o de perjuicio."

Pero el historiador de marras, no solo se limita a ocultar la verdad para burlarse de Cicerón y de sus compañeros académicos y a consignar lo falso para favorecer a su Iglesia, sino que intenta y  se atreve a engañarnos a todos aplicándonos otras varias falacias.

Veamos:

Mentira # 9: Falacia ad ignorantiam (por ignorancia): El razonamiento en el que se pretende defender la verdad de una afirmación por el hecho que no se puede demostrar lo contrario.

Sabemos que una falacia es un razonamiento incorrecto que tiene la apariencia de correcto. Es el caso del último párrafo del opúsculo de Balcácer “Duarte nunca fue excomulgado” donde, en evidente acto cantinflesco, presenta como conclusión final y “convicción personal”, pero, condicionada a que aparezca una prueba en contrario, convirtiéndola así en una “conclusión no concluyente”.

Dice Balcácer: <<Concluyo, pues, reiterando mi convicción de que –hasta prueba en contrario- no existen evidencias concretas y fehacientes que permitan demostrar de manera definitiva que Juan Pablo Duarte fue excomulgado en 1844>> (Pág. 44)

Resulta que el autor, después de anunciar en el título de su obra que “Duarte nunca fue excomulgado”, concluye totalmente “rajado”, condicionando su afirmación a una falacia: A que aparezca una “ prueba en contrario” que, teniéndola en las narices, dice “no haber encontrado”. Cantando como gallo y poniendo como gallina, utilizando la llamada “Falacia ad ignorantiam”:

El razonamiento en el que se pretende defender la verdad de una afirmación por el hecho que no se puede demostrar lo contrario. El absurdo de decir: No tenemos pruebas que E sea verdadero, por lo tanto, E es falso. (E = excomunión de Duarte).

Confesando su delito, afirmando que le puso ese título a su libro en vista de que “no he podido hallar indicios de que Duarte fuera excomulgado”, eludiendo la carga de la prueba.

Es decir, que Balcácer, aun si encontrase indicios de que Duarte fue excomulgado (como es el caso), puede alegar que no los encontró y por lo tanto ganar la disputa, razonando que porque no los encontró Duarte no fue excomulgado: es el caso del reo que se juzga a sí mismo.

Mentira # 9: Falacia del Argumento Circular: error lógico que consiste en argumentar que A es demostración de B, y que B es demostración de A.

Este fraude lo comete en la página 10 de su opúsculo al concluir que, citamos: “Es obvio que si los historiadores del siglo XIX no hicieron referencia al tema de la supuesta excomunión de Duarte, habiendo tenido conocimiento de la primera Carta Pastoral dominicana, es porque sencillamente en dicho texto no se excomulgó a nadie en particular, ya que apenas se trató de una simple advertencia o amenaza”

Es decir, según “razona” Balcácer, que los historiadores “no hicieron referencia al tema” de la excomunión (A), porque “en dicho texto no se excomulgó a nadie” (B) y que, porque no se excomulgó a nadie (B) los historiadores no hicieron referencia al tema (A).

Balcácer miente y calla la razón verdadera que rompe con su falaz razonamiento. Él sabe que esos historiadores tendenciados se negaron a tocar la parte central de la Carta, la razón de su existencia: la excomunión y el apoyo a Santana. Balcácer sabe esos historiadores formaban parte fundamental del complot de la Iglesia contra la verdad histórica que la define como enemiga de la dominicanidad, sabe que ella los controlaba (como hoy lo controlan a él), como historiadores sumisos, temerosos y tendenciados, los que ocultaron el tema central de la Carta: amenaza de excomunión y la consecuente declaración de la Iglesia a favor de Santana, amenazando a todos los dominicanos que desobedecieran a Santana.

Pero no solo esto, pues ¿ Por qué esos historiadores tendenciados se negaron a analizar y exponer en sus libros las consecuencias político religiosas que tuvo esta Carta Pastoral sobre el proceso independentista? Y preguntarse aunque sea ¿Por qué fue emitida “sospechosamente”, como dice Sáez, aquel 24 de julio, el mismo día en que Santana emitió su manifiesto atacando a los Trinitarios? No, esos historiadores no quisieron “interrogar” la Carta, prefirieron evadir su análisis porque la Carta dejaba entollado al clero.

Definitivamente: Éstas maniobras son intelectualmente irresponsables y reprochables para quién se supone y dice tener formación lógica y académica. Producen indignación, la indignación que subyace en nuestros escritos. Todo, para ocultar la prueba documental de que la Iglesia se opuso a la DOMINICANIDAD.

Mentira #11: Eludir la Carga de la Prueba: debes probar lo que dices, no lo que niegas.

Esta otra falacia que nos quiere inocular Balcácer la resume muy bien Fray Luis de León:

«Dices y no das razón de lo que dices».

Probat qüi dicit non qüi negat : «debes probar lo que dices, no lo que niegas».  Porque, quién sostiene algo debe probarlo más allá de toda duda razonable y no sujeta a una PRUEBA EN CONTRARIO como dice Balcácer. Es la falacia de la sordera mental de quién se niega a razonar. «Dices y no das razón de lo que dices».

Veamos:

Pongamos la mirada en su decir cuando se atreve a afirmar que: “No existen evidencias concretas y fehacientes que permitan demostrar” que Duarte fue excomulgado en 1844. Pero lo dice sabiendo que tiene en sus manos las DOS EVIDENCIAS PROBATORIAS: Primero: el dispositivo excomulgatorio de la Carta Pastoral y segundo: el Canon Católico que aplicó Portes, el que establece que la Latae sententiae ipso facto incurrenda, que es el tipo de excomunión que no necesita nombrar al reo ni llamarlo a juicio alguno porque es de tipo Latae (excomunión abierta, no Ferendae, la cerrada).

Es el tipo abierto de excomunión con sentencia previa incluida, una especie de juicio sumario con el que suele amedrentar la Iglesia a los rebeldes, el tipo de excomunión con el que Portes comulgó a Duarte y a todos los que (habiéndose enterado de su contenido, advertencia o conminación) se negaran de ahí en adelante a “escuchar la voz de Dios”, es decir, a obedecer los mandatos del general Santana, asunto que, por supuesto, no acató Duarte y sus gentes.

Balcácer “no ha querido ver” en la Carta Pastoral y en el Canon Católico la “evidencia concreta y fehaciente”, la prueba, porque, sencillamente, no le ha dado sus “clericales ganas”, porque tiene el encargo del cardenal de distorsionar la verdad  histórica y, como adalid del clero que es, el señor Balcácer ha decidido demostrarle a Cicerón que, en la República Dominicana existe un gallo macho que ha sido capaz de ejecutar la hazaña de violar las “tres leyes del historiador”, en las 44 páginas de su “Duarte nunca fue excomulgado”.

Pero es a usted señor Balcácer a quién le toca demostrar “de manera definitiva”, como dices, que “Duarte nunca fue excomulgado”, pero, como le ha sido imposible, inteligentemente has dejado una puerta abierta para salir huyendo, estableciendo en tu conclusión: primero lo categórico, para luego dejar establecido lo contrario: primero Decir que “nunca” fue excomulgado y a la vez, condicionar esta afirmación a un dudoso “hasta prueba en contrario”.

Cicerón y Fray Luis de León tenían razón: «Dices y no das razón de lo que dices».

En conclusión, aunque te ganaste el Cielo y el perdón de la Iglesia con tu “Obra”…sin embargo, aquí en la Tierra ¡Te rajaste Balcácer!