Nueva York.- Cuando el FBI “recomendó” no enjuiciar a Hillary Clinton por su manejo “extremadamente descuidado” de información clasificada, violó un precepto muy importante. Aquí el FBI no decide ni recomienda quien es o no sometido a la justicia, eso siempre lo decide la fiscalía nunca la policía.
Esa “recomendación” permitió que Hillary fuera candidata, los hillaristas la celebraron como una prueba de que ella estaba “limpia”, pero a los republicanos les cayó muy mal.
Ahora el FBI vuelve a violar sus propios protocolos.
El FBI revela que encontró más e-mails de Hillary en la computadora del ex congresista demócrata, Anthonny Weiner, investigado por sus relaciones con una menor de 15 años. Lo peor es que Weiner es esposo de Huma Abedin, la más íntima colaboradora de Hillary.
Todo ésto resulta altamente radioactivo para Hillary, su campaña estuvo basada en denunciar improperios sexuales, verbales y físicos de Donald Trump. Las palabras Weiner, e-mails y Hillary en la misma oración tienen una sintaxis catastrófica para ella.
Esta última violación del FBI irrita a los demócratas.
James Comey, el director del FBI, es un republicano registrado que ayer, cuando recomendó no enjuiciar a Hillary, era “serio”, pero ahora es un “charlatan”. Si Comey sacaba esta información después de las elecciones, sería acusado de callar para beneficiar a Hillary; al revelarla ahora, lo acusan de perjudicarla.
Tenemos dos candidatos horrorosos envueltos en una campaña asquerosa, y la policía federal, el FBI decidiendo estas elecciones.
Los Clinton entraron al escenario político envueltos en escándalos politicos, económicos y sexuales, han sobrevivido a múltiples investigaciones. Parece que saldrán como entraron.
El FBI primero autorizó la candidatura de Hillary, recomendando no enjuiciarla. Sus últimas revelaciones favorecen a Trump. De manera abierta, el FBI dirige éstas elecciones. Bajo dirección policial, el autoritarismo es el destino inmediato, ineludible.