Entre los datos que el Boletín del Ministerio de Salud Pública presenta diariamente está la tasa de positividad de las pruebas. En los primeros cinco días de noviembre el valor de este indicador ha subido de 7.7% a 7.9, 11.7, 14.7 y 13.2%.
¿Significa esto que han aumentado en el país los casos de coronavirus, como algunos comentarios han sugerido, en particular después del cuarto dato? No necesariamente y aun menos del 50%.
Si esos porcentajes fueran de contagiados en esos días hubiera habido un aumento de 750000 casos.
En mi país de origen, Italia, se ha registrado una situación parecida. En las cinco semanas entre el 28 de septiembre y el 1 de noviembre, la tasa de positividad promedio semanal ha subido del 2% inicial, al 4, 6, 10 para llegar al 14%, y la de ayer es del 16%. Esto no significa que en un mes se han infectado unos 10 millones de individuos. En la realidad, entre el 28 de septiembre y el 1 de noviembre el número de casos positivos registrados en Italia subió de 310000 a 710000.
La toma de pruebas es útil, pero no para finalidades estadísticas, a menos que no se trate de una recolección de pruebas generalizada, como la que hace una semana se hizo en Eslovaquia, donde fue aplicada a dos tercios de la población (la población eslovaca es de 5.4 millones). Por supuesto el dato de positividad observada (1.06%) es en ese caso significativo.
Dos elementos son necesarios para que este instrumento provea una información estadísticamente significativa: porcentaje elevado de pruebas y casualidad de la muestra examinada. Lo segundo depende del protocolo para decidir a quién se aplica la prueba.
Si el criterio es la presencia de síntomas o el seguimiento de contactos de una persona contagiada, esa casualidad falta. De hecho, éste es el criterio seguido en Italia, y con mayor razón en América Latina, dada la diferencia con Europa respecto al primer elemento, porcentaje elevado de pruebas.
En Europa, desde el comienzo de la pandemia, el promedio de las pruebas diarias por 100000 habitantes es del orden de 3-4, diez veces mayor que el de la mayoría de los países latinoamericanos, incluyendo Republica Dominicana (0.5%). Solamente en Chile y Panamá este promedio es en cierta medida comparable con los europeos (1.5-2).
Esta limitación del valor estadístico del dato de ninguna manera resta importancia a la necesidad de pruebas para el control de la transmisión del virus, el monitoreo de la rapidez de transmisión y la identificación de posibles focos, y sobre todo para estimar el posible impacto sobre el sistema sanitario de un país o de una región.
Estos resultados se obtienen utilizándolas no solamente como un instrumento de control individual, si un individuo es infecto o no, sino también como instrumento para toma de decisiones de políticas públicas de salud.
Para este segundo fin, la estrategia debe ser asegurar en primer lugar un eficiente sistema de información y seguimiento de contactos sobre los casos registrados.
La epidemia es un problema global, pero se difunde y controla a nivel local. En la abundante literatura se encuentran interesantes sugerencias de realizar pruebas periódicas, circunscritas a pueblos, barrios, ciudades, regiones cuyo desarrollo de la pandemia lo demande.
Obviamente es impensable, por razones de costo, de tiempo de respuesta y de la necesidad de personal calificado, recurrir a las pruebas PCR, pero las pruebas antigénicas rápidas, las mismas que se usaron en Eslovaquia, tienen un costo asequible (5 dólares), pueden ser producidas en gran cantidad, son de fácil ejecución, alta sensibilidad y razonable especificidad, lo cual puede ser compensado con otras pruebas complementarias de bajo costo.
En Eslovaquia la decisión de hacer el test fue controvertida. En Madrid tests análogos están registrando una alta abstención (hasta el 70%). Esto requiere que una decisión de esta naturaleza sea bien justificada y explicada a la población y la comparación con lo que está ocurriendo en Europa puede ser muy útil.
No son claras las causas del reciente brote, llamado segunda ola. Probablemente influyeron comportamientos descuidados en los meses de verano, pero una causa colateral podrían ser mutaciones del virus que lo hayan vuelto más contagiosos y que podrían reducir la efectividad de las vacunas esperadas.
En ese caso el riesgo de que, como en marzo, América Latina pueda ser afectada y se revierta la actual tendencia en la mayoría de los países a una disminución de los contagios, no puede ser pasado por alto y es oportuno considerar la posibilidad de acciones de este tipo, mejorando al mismo tiempo el sistema de adquisición de todos los datos posibles acerca de los sitios y modalidades de contagio, las actividades de mayor riesgo, el seguimiento de los contactos. La informática es arma importante en la lucha contra esta pandemia y hay que aprovechar las excelentes capacidades existentes en el país.