La vez que escuché el audio de la mujer que le decía a quien parecía ser su enamorado o prospecto de pareja, o no se qué otra cosa, -¡porque este cuento si ha cambiado!- sobre el hecho de que si él quería estar con ella tenía que "asumirla", me reí y sentí vergüenza ajena. La chica en cuestión dice mucho en el audio, y no recuerdo más que la esencia de su mensaje: si él quiere tener salir con ella, tendrá que proveerle todo lo que necesita para estar "muñeca, muñeca" para él, de lo contrario…

Ignoro el estatus social-económico de la chica, si el mensaje era una broma o se filtró en las redes sociales virtuales; incluso no se si ella es de este país. Sin embargo, recordando charlas con conocidas y amigas y al pensar sobre el asunto, no puedo menos que decir que eso de "asumir" a la mujer no es materia desconocida, al menos no en el sentido que el audio describía. Muchas féminas afirman con la misma seguridad y dignidad con la que imagino a Aristóteles decir que la tierra es redonda, que "todo esto que soy yo cuesta" "¿o qué tu crees? ¿que el salón se paga solo?" Cosas por el estilo he escuchado. Mis lecturas al respecto son más que opuestas a dichas afirmaciones, sin embargo, el decir de estas mujeres no deja de ser una realidad que, más que generar escándalo o discusión sobre si es válido o no pensar y actuar así, debe llevarnos a reflexionar y entender qué bases sostienen este pensamiento, que se traduce a diario en el comportamiento de hembras y varones.

Tal parece que todo el mundo está al tanto, pero nadie lo dice. O quizá sí se deja explícito que el manejo de muchas relaciones de pareja actualmente ocurren bajo la dinámica de "tú me das' y yo te doy"; No se si es algo que se deja claro al inicio o el vinculo amoroso-carnal-afectivo en la pareja va en declive en proporción al manejo de los detalle$. En esta parcela de danzas relacionales entran las mujeres que se "dedican" a estar con alguien a cambio de bienestar material, sea que afectos y sentimientos estén incluidos o no. Y dejo claro dos cosas: Primero, las comillas no son de desprecio; muchas de estas chicas dicen dedicarse a ello como algo que supone esfuerzo (que no lo dudo para nada). Segundo, la palabra chapeadora, -que será la única vez que la usaré en este artículo-, es una que rechazo de manera esencial y substancial.

Se me antoja recordar una canción que escuchaba de pequeña, que retrata fielmente lo que indica el párrafo anterior, solo que cambian los actores: "…y qué me importa que vivas con otra que te da dinero, si ya terminamos, si ya no te quiero; amor comprado, el que tú has buscado….". Y el antojo solo tiene como fin dejar un punto claro: imaginemos que el mundo lo crearon un martes por la tardecita, pues el miércoles en la mañana ya existían las relacionaban por interés. Aquí no hago juicios de valor y menos justifico, apenas refiero un comportamiento que ha ocurrido siempre.

En palabras más simples, ¿la mujer está vendiendo su presencia? Pregunto: ¿Qué tan delgada es la línea que determina que una relación amorosa sea el ejercicio de la propia voluntad o un transacción comercial con fluidos incluidos?

Relacionarse de esta manera puede y es una decisión personal y por tanto privada. No me compete a mi juzgar como bien o mal. Distinto es enaltecer prácticas privadas en forma pública, por medios de comunicación de consumo masivo, con la poca o nula orientación necesaria para niños y niñas; ahí la cosa cambia bastante. Los seres humanos solemos escandalizarnos por toda suerte de cosas; en ocasiones, si nos observan conviene más para que quede constancia de nuestra buena moral. Sobre todo en un nación donde esta es un accesorio portátil, que se quita y se pone como cualquier zarcillo.

En lo personal, lo que me apena es que tanto hombres como mujeres estén convencidos, porque lo están, ella de que debe ser provista de ciertas ventajas para "estar", "darse" y "querer", y él debe hacerse cargo, porque "eso es lo que hace un caballero". En palabras más simples, ¿la mujer está vendiendo su presencia? Pregunto: ¿Qué tan delgada es la línea que determina que una relación amorosa sea el ejercicio de la propia voluntad o un transacción comercial con fluidos incluidos?

Otro tema que entiendo pero me cuesta aceptar, del cual mujeres y hombres comparten responsabilidad, es lo siguiente: ¿Quién dijo que el tiempo de ella vale más que el de él, que éste deba cargar con los gastos en una cita, incluso si es la primera? ¿Por qué a la hora de pagar la cuenta ella se queda como que no tiene nada que ver? Ambos se disfrutaron, conversaron, charlaron, pero ¿son distintos entre ellos? ¿Esta distinción implícita es la que determina quién corre con los gastos?

Puede que más de una no haya reflexionado sobre el hecho de que seguir ese ritual tradicional  no la deja más que en una posición de producto o servicio por el que se tiene que pagar. Muchas acciones cotidianas, aún cargadas de cortesía, no hacen más que esconder y reforzar la idea de tú arriba y yo abajo, yo menos y tú más, yo te salvo y tú me necesitas, te suplo y me pides. Y que conste, no hablo de cuando la chica le dice al novio: ¡papi, hoy pago yo!, que incluso esa declaración confirma lo anterior, o si él no tiene un peso y la mujer le dice que no se preocupe, que ella se encarga, como si hiciera un favor. Se trata de la idea instalada de que él es quien "debe" pagar y a la mujer hay que "tratarla como reina".

A quienes se escandalizan por el manual de las chicas que les conté más arriba, el cual leeré en mis tiempos de ocio -porque para opinar hay que conocer-, les propondría hacer la siguiente reflexión: cuando su hija, ya grandecita, empiece a gustar y salir con chicos, ¿le gustaría que la traten como a una reina o princesa, o como a una persona? Y con los varones, veamos si ya tienen instalada la idea de que sin plata "no se camina", y que ninguna mujer saldría con un hombre "roto". Del resultado de ambas reflexiones podremos concluir si evolucionamos como seres humanos y familia, o si seguimos moviéndonos en círculos, mientras nuestros hombres no sabe qué hacer con una masculinidad que ya les superó y nuestras mujeres son asesinadas como cucarachas, ante el escándalo de pocos. Además del hecho de que nadie dice qué sucede cuando es el hombre quien dice: ¡asúmeme!