Vivimos en esta semana otro 25 de noviembre, fecha estrechamente vinculada a  nuestra historia y especialmente a la historia de las mujeres dominicanas, tan vinculada que todavía seguimos muriendo de muchas maneras en nuestras propias vidas y otras muchas, demasiadas, siguen muriendo físicamente por las mismas razones y con la misma crueldad que Las Mirabal.

Como país,  por las muertas hemos podido hacer poco, sólo contarlas, sentirlas y llorarlas. Por las vivas continuar el trabajo, aunar esfuerzos, convocar voluntades, levantar las voces, hacer propuestas, compartir buenas prácticas, generar conocimiento y no perder las esperanzas de que un día las mujeres dominicanas y las de todo el mundo podrán disfrutar del derecho a vivir en paz. Esto hacemos y ese futuro construimos en el Centro de Atención a Sobrevivientes de Violencia, un servicio que ofrece la Fiscalía del Distrito Nacional como complemento de la atención a las denuncias de violencia contra la mujer y abuso sexual.

Para quienes no lo conocen, es un espacio de atención integral que incluye la recuperación emocional, la independencia económica, el desarrollo familiar y social para restablecer el proyecto de vida personal de las mujeres a partir de denunciar la violencia.


Este espacio fue pensado desde la sensibilidad, la conciencia ciudadana  y la voluntad política del entonces Procurador Fiscal del Distrito Nacional, el Dr. José Manuel Hernández Peguero, quien dejó un legado a la atención de la violencia contra la mujer en el Distrito Nacional que no ha podido ser superado hasta el momento en otras zonas del país.  “El Centro”, como le llamamos, fue inaugurado el agosto del 2007 y desde ese entonces un equipo multidisciplinario de profesionales comprometidas ha acompañado a las mujeres a construir la paz en sus vidas.

Hoy que requerimos de resultados y respuestas concretas para animarnos en el camino del trabajo pendiente en este tema, quiero compartir lo que desde ese entonces y hasta Octubre del 2015 hemos realizado

En este tiempo hemos recibido para atención psicológica individual a 4,230 mujeres y de ellas se han realizado 2,774 evaluaciones psiquiátricas.

En el trabajo grupal, tan efectivo en la intervención de esta problemática 2,013 mujeres se han integrado en el grupo Abierto y 313 han participado del programa de 12 sesiones en la modalidad Cerrada de los grupos  de Mutua Ayuda.

Las emociones que se viven en la violencia son tan fuertes que dañan y enferman el cuerpo, por lo que complementamos la atención psicológica individual con el trabajo corporal. Durante este tiempo 308 mujeres han participado en los talleres de Biodanza y 80 en los de Hatha Yoga.

La independencia económica es un elemento fundamental a trabajar con las mujeres víctimas de violencia sobre todo en un país pobre, con niveles bajos de educación y pocas oportunidades. A través del Área de Trabajo Social las mujeres pueden acceder a formación técnica por acuerdos interinstitucionales y tienen la posibilidad de acceder a micro créditos a muy bajo interés para desarrollar negocios o impulsar los que ya tienen. Durante estos años hemos sostenido un acuerdo de colaboración muy efectivo con el Banco ADOPEM. Las mujeres no sólo tienen la oportunidad del crédito, sino que  son educadas para el manejo del dinero. Han sido formadas en Educación Financiera y Administración de Negocios 391 mujeres y 311 en Programas de Emprendedurismo. A la fecha se han desembolsado RD$6, 385,700.00 para crédito a las mujeres, a través de este programa.

El componente de prevención lo trabajamos a través de la capacitación a poblaciones específicas y hasta el momento se han sensibilizado 2,258 personas en violencia de género y 377 adolescentes en cultura del Buen Trato.

Hemos recibido  20 estudiantes como pasantes de las diferentes universidades del país y se han realizado 7 trabajos de investigación con la población de mujeres que reciben los servicios en el Centro.

Así honramos a las Tres Hermanas y con el paso del tiempo cada día respetamos más a las mujeres sobrevivientes de violencia quienes despiertan en nosotras un gran sentido de admiración y nos dan lecciones de fortaleza y voluntad para continuar.