Tres de los proyectos estructurantes del nuevo Plan Estratégico Santiago 2030 consolidarán el Parque Central, el Jardín Botánico y los 55 parques urbanos de esta ciudad. Estas intervenciones llevan a impulsar el paisajismo cibaeño, a soterrar el cableado de energía y redes de Tv. Igualmente el reforzamiento identitario del paisaje con un programa arborización metropolitana y reforestación de espacios públicos con especies locales.
Igualmente debemos masificar la energía renovable en todas las escuelas y centros de salud con el presupuesto público y en empresas basados en alianzas pública-privada para reducir el uso de combustibles fósiles en la ciudad. Hay que ir por más. Se impone que nos dirijamos a permeabilizar y fortalecer toda la infraestructura verde metropolitana. Una acción estratégica que de acuerdo al Ayuntamiento, BID y CDES se orienta al diseño de un enfoque que integre los espacios verdes existentes con una red de nuevos espacios del entorno ribereño de los parques lineales de los principales ríos y arroyos de Santiago.
En correspondencia con los indicadores de monitoreo de la sostenibilidad urbana aplicados en más 50 ciudades de América Latina, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) establece que el sistema de áreas verdes de una ciudad debe medirse con el indicador que relaciona las hectáreas o kilómetros cuadrados de zonas verdes por 100 mil habitantes.
Con el acceso a las áreas verdes que aporta el Parque Central, el Jardín Botánico y otros parques y espacios ecológicos, la ciudad de Santiago alcanzará las 51 Hectáreas (0.51 Km2) de verde por 100,000 habitantes lo que está ligeramente por encima del umbral de 50 Hectáreas/100,000 hab. (0.50 Km2) que el BID y Naciones Unidas (ONU) determinan como sostenible. Cuando impulsemos el acceso al verde de las riberas urbanas del río Yaque del norte y el parque lineal del tramo medio del río Gurabo en proceso de ejecución entre Ayuntamiento-USAID-CDES, Santiago podría alcanzar 73.2 hectáreas (0.73 km2/100 mil habitantes). Lo que nos colocará entre las mejores ciudades verdes de América.
Sabemos que anualmente se producen en la ciudad de Santiago, unas 3.32 toneladas per cápita de gases efecto invernadero (GEI), formados principalmente por Dióxido de Carbono Equivalente (CO2e). Es un total de 2 millones 822 mil toneladas de GEI. Todo lo anterior nos aporta un plan maestro de infraestructura verde que mejoraría la capacidad de reducción de la producción de gases efecto invernadero que son los generadores del cambio climático y de sus efectos más adversos.
En Santiago, entre los principales sectores emisores de gases están la movilidad de más 300 mil vehículos de motor, la industria, el procesamiento de productos y las más de 210 mil edificaciones y residencias que se levantan en la ciudad de Santiago y en los cuatros distritos del municipio Santiago.
Santiago tiene una vasta red hídrica ramificada con afluentes del Yaque del Norte que prácticamente abraza toda la ciudad no solo una, sino dos veces. Es precisamente esta red natural de ríos y riberas que constituye el esqueleto básico para darle sostenibilidad a la preservación de las áreas verdes por habitante. Se impone para este Sistema Verde la ejecución de lo que el BID denomina, “Operaciones Urbanas Transformadoras”.
Una operación que multiplique la riqueza paisajística y natural de Santiago, fruto de su ubicación geográfica, es uno de los factores que la caracterizan. Los numerosos cauces existentes conforman corredores ecológicos de gran interés, en especial, Yaque del Norte, Gurabo, Pontezuela, Guazumal, Jacagua, Pastor y Nibaje.
La creación de una red de corredores verdes en la zona, recuperando los cauces de todos los ríos que atraviesan la ciudad constituye una estrategia para dar valor a los elementos naturales de la ciudad, además de preservarlos y ponerlos al servicio de la ciudadanía.
Debemos mantener la conectividad de los corredores con el resto del territorio para que puedan desempeñar su función biológica urbana. Los ríos deben tener los márgenes de protección que establece la ley 64-00 de medio ambiente, que han de ser respetados junto con su vegetación y fauna para asegurar vulnerabilidad y resiliencia urbana. Esta función es compatible con la habilitación de senderos, zonas de recreo o equipamientos deportivos.
La conservación de cauces y la puesta en valor de los mismos como conexiones verdes dentro de la trama urbana, junto con la mejora de parques existentes y la creación de otros nuevos en las zonas de intervención integral configurarán una gran red verde de espacios públicos a nivel regional. Esto repercutiría directamente en la calidad de vida de los habitantes de Santiago, así como en la atracción de nuevas fuentes de turismo natural.
Se impone finalmente limitar como establece el Plan Municipal de Ordenamiento Territorial de Santiago (POTSA), cualquier uso o actividad que pueda afectar la permeabilidad del suelo, al funcionamiento hidráulico, la calidad del agua, el papel tampón de las riberas, su valor ecológico, cultural y paisajístico.