En 2008, la Fundación para la Acción Comunitaria (FUNDACOM), que dirige el diputado Juan Comprés, celebró la segunda versión de su concurso literario en los géneros de cuento y poesía, con motivo de la celebración del natalicio del municipio de San Francisco de Macorís. En esa ocasión se trataba del 231 aniversario de dicho acontecimiento.
En el renglón poesía el jurado tuvo a bien reconocer el libro Garras del vapor, del joven poeta Leoni Disla, nacido en San Francisco de Macorís y residente en la ciudad de Moca. Al equipo calificador complació la madurez poética del autor, quien para la época contaba 19 años de edad. El texto presenta sobriedad y depuración estilística, excelente manejo del lenguaje, novedad temática; en fin, elevada conciencia del arte de poetizar:
“Así caen las hojas, con un grito y un lloro de un silencio desconocido; caen sin retorno, con un adiós insondable reconocen su derrota, y dándole la mano a la muerte se van para siempre; así como todo hombre, así como toda ilusión.”
(Fragmento del poema Caen las hojas).
Garras del vapor es un texto bordado con y desde una estética del desencuentro, práticamente sin reposo en fórmulas salvadoras, desengañado de cualquier solución histórica o metafísica, solo mínimamente afincado en el amor, no como soporte redentor, sino como ala, aunque frágil, que nos mantiene flotando sobre el desastre inevitable:
“Dónde está el árbol en el cual se asentara la alondra de mi corazón, el suspiro de mi mirada? Se desintegra mi vida en diminutas arenas esperándole o imaginando que llega. Mis esperanzas rayan cada día más en lo posible: caudal de palabras que me parecen mofa. Entretanto un mar de espejismos me ahoga en desilusiones, convirtiendo mi vida en un cuento de vagas alucinaciones.”
(Fragmento del poema En dónde estás).
“Oh, agridulce amiga mía: eres un estraño ser que se ahoga en la naturaleza. Tan llena eres de dulzuras y desgracias. Con mas tristezas que esperanzas. Con mas congojas que promesas. Pero así te quiero. Aunque ahora este Apocalipsis me esté devorando las venas”. (Fragmento del poema Tus libros)
En 2011, el Ministerio de Cultura otorgó al poeta Leoni Disla (miembro del reconocido taller literario Triple Llama, que dirige el intelectual mocano Pedro Ovalles) una beca de escritura creativa por un año para elaboración de un libro de poemas. En 2012, exactamente un año después, la Editora Nacional publicó el esfuerzo creativo del poeta, quien para la fecha tendría 23 años.
En la recién finalizada Feria Internacional del Libro de Santo Domingo, 2016, adquirí este libro titulado Letanías de un suicida. Pienso que este volumen aventaja al primero en cuanto a que apuntala su decantación estética y sus preocupaciones ontológicas. En estos poemas su autor va más lejos en su ardor iconoclasta, en su desgarradura existencial, en su incapacidad de acomodo a alguna forma de fe. Sin embargo, lo importante es que esta sensación de hastío de casi todo, ha sido expresada con un lenguaje de alta depuración estética:
“…Adiós con ese adiós que no puede salvar los momentos: con ese adiós que también se va; adiós con el adiós que no quiere decir su nombre; adiós a ese minuto y a los que fueron mis amigos y que me enseñaron que todo está podrido debajo de un lago de fango y nada puedes ver; adiós a las almas felices en el mismo centro del calvario; adiós al itinerario y a esos infelices de buena fe; adiós al mar que mucho comento y a la luna que dulcemente me hizo sufrir; adiós porque no soy eterno en tu casa y un día tenía que salir. Adiós aunque es aterrador saber que me ha tocado irme cuando justamente he aprendido a vivir”. (Fragmento del poema Adiós)
Sin dudas Leoni Disla no es una promesa de la poesía dominicana, sino una poderosa realidad. Sus poemas, sembrados de angustias, son fehacientes expresiones de una humanidad en crisis, en la que la dignidad y la justicia permanecen aplastadas por un materialismo vulgar y una sarta de mentiras cimentadas en doctrinas e ideologías que lo contaminan todo, que atentan contra los espíritus verdaderamente generosos y sinceros:
“…Despertar todas las mañanas y ver los mismos barrotes te hace sentir que bajas por un despeñadero sin fondo, y muerdes la cama y ese diminuto pasillo de tu alma, pues no sabes por qué estás allí ni cuándo te darán libertad. Una daga sueña en mi vientre con miasmas futuras. Daga que ha tirado sus esperanzas por el precipicio. Mientras de mí, en vez de sangre, se desploman pétalos. Y me siento noblemente perdido, sin nombre ni ciudadanía, cual aborto hundido en el socavón del universo.”
(Fragmento del poema La voz de un hueco)
Su exquisita intuición y su especial sensibilidad han sido enriquecidas no solo con una mirada alerta a la “realidad” exterior, sino también con lecturas amplias y atentas de los poetas esenciales de nuestra lengua y de otras. Por eso sus desengaños y agonías están servidos con irreprochable calidad artística:
“…Saber o ver, cualquiera de los dos, es una daga en el hombro, en el hombro de la mirada…” (Franmento del poema Rabia 8)
A su corta edad (nacido en 1990) Leoni Disla ha merecido diversos premios por su obra poética y tiene varios libros inéditos. A todos los que gusten de la buena poesía les recomiendo la lectura de Letanías de un suicida, libro que aparece en la librería del Ministerio de Cultura y que compré a un precio modestísimo en la referida Feria del Libro de Santo Domingo. Los dejo con el poema que lleva el título del poemario, que es un canto de tono imprecatorio y que sintetiza magistralmente lo que he intentado expresar:
Letanías de un suicida
“Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu”.
Eclesiastés 2:17
Estoy cansado, Felipe, y me parece un cuento. Cansado de estas paredes siempre mirando al mismo lugar. De ver, escuchar, gustar y palpar, estoy cansado de todos los sentidos por todas las piedras, estoy cansado. Cansado de inteligentes sin almas y almas sin inteligencia. Cansado de los que le parten el cráneo (detrás de un escritorio) al pueblo. Cansado de las trescientas y tantas Biblias: de las mil verdades que no salvan a nadie Estoy cansado por todos los siglos, cansado de esas botas sin sombreros, de esos remolinos sin corbatas, de esas piedras mal paridas, de esos naipes que no protestan, de esas noches que te revientan la cabeza, de esas cabezas sin neuronas y de esas neuronas sin esencia. Estoy cansado, Lerdazá, cansado. Recopilo mis voces en un atuendo para luego tirarlas a la calle. Para que todo el mundo entienda que no quiero que me laven el rostro. Mi rostro desgarrado y seco, tan deseoso del lodo que le engendró. Con él me iré lejos de esta locura popular, de este lugar que me vio nacer, de estas aguas, de estas tierras y esas piedras. Bien lejos me iré a donde jamás vuelva a sentir este sublime cansancio. Este consagrado cansancio que lleva en sus manos todo el dolor y la vejez de la tierra, todas mis locuras y desvaríos. Para mí no hay cura que valga ni estrella que cuente. Mis emociones y mi vida están marchitas, Felope. Y me parece triste, sí, muy triste.