La naturaleza es sabia. Nos comparte su sabiduría y nos aporta múltiples recursos y bienes, no solo para conservar nuestra salud, sino para alargarnos la vida. Pero en este mes de septiembre del año 2017 la naturaleza se ha tornado interpelante y agresiva. La interpelación nos llega por toda la basura que ha encontrado a su paso este fenómeno atmosférico; por la cantidad y diversidad de árboles que han sido cortados en el año sin regulación alguna; por la extracción de la arena de los ríos y de las playas; por la persistente quema de árboles de forma indiscriminada para obtener carbón. Además, las acciones de una minería poco responsable ha dejado al desnudo una naturaleza de por sí hermosa y atrayente. Todos estos hechos sin la regulación debida constituyen un atentado contra la vida y contra la naturaleza misma. Por ello su interpelación es más que evidente.
Hemos constatado la agresividad de la naturaleza desde dos vertientes. La primera tiene que ver con la creatividad, pues ella ha visto alterados los cauces de los ríos y los espacios de las playas. Asimismo, ha observado cómo ha menguado el agua de sus ríos por drenajes al margen de las lógicas tanto de la naturaleza como de las ciencias. Su creatividad se ha manifestado, porque en diferentes lugares del país se ha mostrado majestuosa, retomando espacios que les pertenecen y que les fueron usurpados sin tener en cuenta sus reglas. La segunda vertiente se relaciona con la furia de la naturaleza por querer ignorarla; por pretender organizar nuestra existencia olvidando su poder y sus aportaciones. Los seres humanos parece que no queremos contar con ella para pensar y armar nuestros proyectos. Esta postura tiene un costo elevado, pues la naturaleza tiene por ley la recuperación de sus elementos y de sus áreas el día que menos pensamos. La naturaleza nos increpa con violencia para recordarnos que el respeto es un valor que se debe tener en cuenta para todo; y ella no debe ser excluida.
Los aprendizajes que hemos construido con la experiencia de María son de diversos órdenes: unos nos invitan a subrayar la importancia de la planificación y de la previsión que pusieron en acción tanto el COE como ONAMET y la Defensa Civil. Estos organismos cada vez más están mejorando sus políticas de información y de comunicación; su organización y su gestión de riesgos. Por este modo de funcionar se pudieron adelantar decisiones que salvaron la vida de seres humanos; y se ejecutaron acciones que preservaron bienes materiales de personas y de instituciones. En justicia tenemos que reconocer que estos tres organismos dejan atrás la exhibición politiquera y hacen su trabajo. Esta forma responsable de actuar está fortaleciendo su credibilidad en la sociedad civil. Quizás deberían contar con medios más abundantes y sofisticados. La institución que da pena -y que no sabemos en qué limbo está- es la Cruz Roja Dominicana. Esta institución hay que rehacerla e incorporarla al trabajo vinculado a la gestión de riesgos.
Otros aprendizajes nos invitan a cambiar actitudes, posturas y políticas con respecto al cuidado de la naturaleza. Esta tiene que ser una amiga entrañable; y como tal debemos tratarla para que tanto ella como nosotros podamos sobrevivir. Los Ministerios relacionados con medio ambiente, salud, minería, educación; y los Ayuntamientos deben hablar menos y gastar menos en publicidad; deben pasearse menos por la televisión y la prensa para que puedan hacer más; para que su trabajo tenga impacto real en la mejora de las condiciones en que vive la gente. El huracán María nos enseña que las palabras necesitan peso específico y concreción en la cotidianidad de la gente. En el caso particular del Ministerio de Educación y de los Ayuntamientos, debería ser tarea prioritaria la educación de los ciudadanos para que la basura deje de ser un problema grave cotidianamente y aun más en tiempos huracanados. Los aprendizajes que nos aporta María deben ser duraderos y, por ende, han de transformar modos de hacer y de pensar cuando se trata de la vida de la gente y del desarrollo humano y social del país.