Volver a tener pareja, luego de una separación o divorcio es un reto en esta cultura tanto para las mujeres como para los hombres. Por supuesto que es un reto mayor para las mujeres sobre todo cuando quieren un tipo de relación medianamente estable y que implique compromiso, aunque no se hable de matrimonio.
Iniciar un camino de crecimiento individual a través de un proceso terapéutico o por cualquier otra vía implica ver cada cosa que pasa en la vida como un evento para aprender, como una lección y no para vivenciarlo como algo “bueno” o “malo”. Es bien sabido ya que justamente a través de esos eventos que calificamos como “malos” es a través de los cuales aprendemos más de nuestro interior, el de los demás y acerca del contexto en que vivimos.
Trabajo mucho con mujeres en crecimiento, mujeres solteras por divorcio o por opción que inician un camino para profundizar en el conocimiento de ellas mismas, desarrollar un plan de vida y enfocarse en las prioridades que establecen en su proyecto personal. Cuando las mujeres deciden crecer, el reto de conseguir una pareja luego de un divorcio, suele ser mayor. Son mujeres que saben lo que quieren y lo que no, dicen lo que piensan, ponen límites y saben qué no negocian en sus vidas. Disfrutan de una pareja pero también de su tiempo en soledad, aman a sus hijos e hijas, pero también a ellas mismas y defienden su tiempo y espacio propio.
Tengo una paciente divorciada en crecimiento, como yo les llamo. Es una mujer de 44 años, inteligente, profesional y con una voluntad férrea para continuar adelante luego de un matrimonio de 18 años que incluyó violencia y problemas de adicción al alcohol del padre de sus tres hijos.
Ella inició un proceso de crecimiento hace tres años, recién iniciada la separación. Este tiempo ha transcurrido y es hermoso ver lo que va descubriendo de ella misma en cada evento de su vida. En este caminar ha conocido hombres y en cada experiencia logra identificar las áreas de ella misma que tiene que seguir trabajando y aquellas en las que tiene que felicitarse, por haber logrado la meta de mirar con nuevos ojos lo que la vida le va presentando. En este ejercicio descubre los patrones de la conducta adictiva que se le parecen a su pareja anterior, con la diferencia de que ya logra identificarlos y no se engancha. También descubre su propia alma libre a través de un hombre que vino a mostrársela, logra mirarla, reconocerla y despedirlo, pues ya tomó de él lo que vino a entregarle.
En la más reciente sesión me habla de un hombre que se dio la oportunidad de conocer, pero que rápidamente logró darse cuenta de que no es lo que está esperando ni lo que merece. Ya terminando la sesión me pregunta ¿qué pasa que en este tiempo no he encontrado lo que ando buscando? Mi respuesta fue: “estas aprendiendo hasta que llegue el adecuado”. Ella sonríe, acepta y decreta que así pasará.