Celebro fervorosamente la genial iniciativa del diputado oficialista Luisín Jiménez, que ante el pleno de la Cámara Bajísima planteó que, por ser el nuestro “un país salvaje”, debemos renunciar a la institucionalidad de las leyes y códigos para “quitar del medio a los delincuentes”, porque estos no se regeneran. Propongo que esta brillante propuesta sea ampliada, pues necesitamos urgentemente “quitar del medio” a otros que tampoco se regeneran: los políticos y funcionarios corruptos, los jueces y fiscales que les garantizan impunidad y, de ñapa, los legisladores babosos que no tienen oficio.