Lo que soy yo, considero que la Humanidad se encuentra atravesando por un período de crisis, en todo el sentido de la palabra. Es que solemos considerar que las únicas cosas importantes son el trabajo, las actividades económicas y productivas y la forma de relacionarnos. No nos damos cuenta de que en la base de todo lo que hacemos está nuestra forma de vernos a nosotros mismos como seres humanos en el mundo que nos rodea, así también la forma en que vemos a los demás. Las formas en que nos vemos y visualizamos el mundo circundante está dominado por nuestras creencias.

Las creencias no solo se limitan a las ideas religiosas, también son de tipo filosóficas y responden al desarrollo espiritual y material de las sociedades humanas. Como sabemos, la Edad Media, desde el cristianismo, estuvo dominada por las ideas y creencias teocéntricas, que hacían de la figura de Dios el centro y lo más importante en la vida de las personas. Se consideraba que todo respondía a una voluntad divina superior, lo cual permitía una profunda relación con la divinidad, para el caso de la cultura occidental europea, dominante en nuestra sociedad actual.

Es a partir del desarrollo de las ciencias cuando inicia la Edad Moderna que las ideas de Dios como centro de las actividades humanas empiezan a cambiar una vez que los hombres pueden dar respuesta a los fenómenos naturales y sociales a través del conocimiento. Surge entonces la preponderancia del hombre como centro del universo, lo que importa y en lo cual deben basarse las actividades humanas. Se forja la idea antropocéntrica que dicta que solo los intereses humanos deben recibir atención moral y considerarse por encima de cualquier otra cosa.

Como resultado del antropocentrismo, la nueva mentalidad del ser humano como ser supremo posiciona a la razón y al conocimiento como única guía de sus acciones. Bajo este sistema de creencias las sociedades humanas, encabezadas por la cultura occidental europea, ha alcanzado grandes logros con el desarrollo de las ciencias y la tecnología. De igual forma, se logró la distribución de la cultura occidental por todo el planeta, aunque con sus nefastas consecuencias para otras culturas que han desaparecido bajo su influencia. A pesar de ello, el hombre se independiza de sus creencias religiosas y empieza un proceso superación de las dificultades que le imponía su lucha por la sobrevivencia, llegando a dominar las leyes de la naturaleza para acentuar sus ideas de superioridad, aun por encima de la naturaleza misma.

El antropocentrismo a través del tiempo y el desarrollo económico y social lleva a la mente humana a transformar la naturaleza, considerarla como un objeto a su disposición, adaptándola para satisfacer sus necesidades y requerimientos de comodidades. La capacidad del hombre se convierte en la medida para diseñar las leyes, procedimientos y procesos de producción y reproducción de los modelos sociales. Vemos así los avances en materia de medicina y cómo ha contribuido a los sistemas de salud. En materia de producción artística en todos los órdenes. En materia productiva, las industrias, mediante la extracción de los bienes de la naturaleza, así como la producción de alimentos a través de la llamada revolución verde.

Las formas en que el antropocentrismo se ha convertido en la tendencia de pensamiento dominante vienen decayendo desde finales del siglo XX cuando el Club de Roma publicó su estudio sobre Los Límites del Crecimiento.  Y es que no pueden extraerse recursos de manera infinita en un planeta cuyos recursos son finitos. Ahora sabemos que los procesos de la vida sobre el planeta deben mantener un equilibrio que el antropocentrismo ha roto hace tiempo. Suelos degradados y erosionados, ríos con caudales disminuidos, bosques completamente deforestados, mares contaminados y con una disminución de la producción biológica a lo cual se suma hoy en día el cambio climático, y con una tendencia hacia el agravamiento y aumento de estos niveles de extracción de recursos y producción de bienes y servicios, son algunas de las consecuencias de la ¨¨superioridad¨¨ de la mente humana en el desenvolvimiento de su vida como un elemento más de la naturaleza, certeza que en su soberbia no es capaz de aceptar.

Las crisis ambientales presentes han dado paso a una nueva tendencia de pensamiento, el ecocentrismo, que llama la atención sobre la influencia de la conducta depredadora del ser humano sobre los recursos naturales y la naturaleza. Sobre ello ya escribíamos, cuando mencionamos el auge de la agricultura orgánica y la necesidad de consumo de alimentos sanos. La baja productividad de la tierra en las actividades agrícolas dominadas por el uso de agroquímicos, las enfermedades causadas por los químicos y los bajos niveles nutricionales de los alimentos producidos de manera artificial, forman parte de las consecuencias de una visión ya muy cuestionada y que debemos empezar a modificar. Y es que, si bien es cierto que la mente humana es grandiosa, también lo es la importancia de la fe en nuestras vidas, así como el aporte de los elementos de la naturaleza, como los bosques, los ríos y el aire, sin los cuales de ninguna manera nuestra inteligencia puede subsistir, por más maravillosa que sea.

Este texto quiere ser una propuesta a que nos detengamos un poco a ver lo que ocurre a nuestro alrededor, tal vez no podamos ver algún perjuicio para nosotros directamente ahora mismo, pero seguramente nuestros hijos no podrán decir lo mismo. Mi indiferencia, sumada a la del vecino, el de allá y la del más allá tendrán sus consecuencias, y tal vez cuando queramos hacer algo, ya sea muy tarde. Empecemos a darle amor a la Naturaleza, como ella siempre nos lo ha dado. Trabajemos por ello.