El pasado 27 de abril se cumplieron 80 años del fallecimiento de Antonio Gramsci, un mes después de haber salido de la cárcel de la dictadura fascista en Italia, en un estado de completo deterioro de su salud.Gramsci fue el más destacado intelectual y dirigente político socialista del siglo XX. A él se debe el reconocimiento de que, en la sociedad moderna, lapolíticafue y sigue siendo la dimensión necesaria para la lucha social, quesolamente en la esfera de esta práctica se puede construir una voluntad colectiva y efectiva, capaz de crear un modelo de sociedad alternativo al que se quiera cambiar.

Fue el teórico marxista que con mayor lucidez entendió que un proceso de transformaciones profundas en una sociedad implica un necesario proceso de movilización popular permanente, autotransformador deuna pluralidad de actores que en el participan, paracrear las bases para una profunda reforma moral e intelectual del nuevo orden social por el cual se lucha. La lucidez de Gramsci, su brillante conjugación de teoría y práctica, su influencia en el movimiento obrero italiano, hizo   de él la figura más peligrosa para el fascismo, como expresara el fiscal que lo envió a la cárcel: “debemos detener ese cerebro por al menos veinte años”.

Gramsci constituye una referencia obligada para los estudiosos serios de las ciencias sociales.

Pero, en la cárcel ese cerebro siguió funcionando, allí produjosu “Cuadernos de la Carcel”, sus notas, borradores y ensayossobre la realidad italiana, desde una perspectiva marxista, aportándole a esa corriente el elemento del que siempre careció: una perspectiva de análisis político, que además del económico evidenciara la complejidad de la sociedad y el papel de la cultura en de las relaciones entre el poder y los grupos y clases sociales. Esa perspectiva lo condujo a su concepción de hegemonía. Para él, un grupo dominante no basa su poder solamente en el monopolio de la fuerza, coerción, o control de las instituciones políticas, sino también mediante la obtención del consenso o apoyo de la población.

Eso significa, que el éxito de la lucha por la construcción de una reforma moral, ideal, política e intelectual de un determinado orden político/socialpasa por la conquista de la hegemonía de los sectores dominados en todos los escenarios, que el contrapoder o contrapeso a un poder centralizado no es otra cosa que la construcción colectiva, esencialmente democrática,de esa hegemonía, la cual nodescansa en la sola voluntad del líder, sino en el pueblo, en la sociedad. Eso nos remite al tema de la democracia como terreno fundamental para la lucha política y para ejercicio del poder. Esas reflexiones,Gramsci la desarrolla a partir del análisis de la sociedad italiana en particular y de la historia,pero en la perspectiva general búsqueda de una respuesta teórica y práctica efectiva  a los fracasos de diversos intentos revolucionarios en la Europa iniciodelsiglo XX.

Gramsci comienza a ser ampliamente conocido en Italia, en los años 70; el Partico Comunista Italiano, PCI,centró su estrategia política en el pensamiento gramsciano, desarrollando como ningún otro la idea de la democracia como escenario fundamentalpara desarrollar lo que se entendía la vía italiana hacia al socialismo, como respuesta a la crisis de los modelos socialistas soviéticos europeos. A raíz del golpe militar en Chile, Enrico Berlinguer, secretario general del PCI, planteó el llamado Compromiso Histórico como alternativa democráticaplaneando la alianza entre el partido en el poder, la Democracia Cristiana y el PCI, considerando que las bases de ambos partidos eran populares.

Era el periodo del auge del llamado eurocomunismo y en que las clases trabajadores europeas alcanzaron sus mayores conquistas sociales. De ese modo Gramsci comienza a ser conocido en Europa, traduciéndose sus obras a idiomas como el inglés y el francés. A América Latina su pensamiento llega en los años 80,reconociéndose su condición de clásicocuya lectura, que trasciende tiempo y espacio, es referencia obligadapara la acción de los movimientos que actualmente luchancontra la corrupción y por la regeneración política y moral de sus sociedades.

Además de referencia para los actuales movimientos de protestas y en lucha contra las estructuras político/mafiosas de corrupción y contra las esclerotizadas estructuras políticas de los partidos tradicionales (los grandes que han dirigido el Estado y muchos de los pequeños que se presentan como alternativos), Gramsci constituye una referencia obligada para los estudiosos serios de las ciencias sociales.

Desaparecido físicamente hace 80 años, con apenas 46 años, víctima de las deplorables condiciones carcelarias a que fue sometido por el fascismo, es, definitivamente, un clásico.