LA LUZ NOS ESPERA A TODOS;  ES LA CONSOLACIÓN DIVINA.

… es así, y escrito está: la luz nos espera a todos; es la consolación divina. Es la gracia que se experimenta cuando  se está en el camino, cuando nos mudamos de casa. Hoy, Jenny Polanco se muda de casa. De súbito asciende; se hace en ella la voluntad de Dios; duerme aunque parezca que muere. Descansa, aunque se crea que termina su  existencia.  Sólo se prepara para las promesas celestiales.

Nosotros somos lo que, aún necesitamos consolaciones. Ella ya la recibe a través del Espíritu Santo, y lo acepta con dulzura. Se ocupará ahora, más  que nunca, del amor en el corazón de sus amigos. Es ya una criatura renovada. Se ha unido al Orden Infinito.  Ya lo ha conocido, y visitado.

Jenny se ha mudado de casa. Lo sé.  Está confiada y alegre.  Se maravilla de la nueva casa encontrada en su viaje.  Es una casa donde es admirable el sosiego y  el afecto entre todos los escogidos para ascender en esta estación de la primavera, porque allí encuentras  nuevas encomiendas, entre ellas, transmitir al mundo qué es la bondad.

Jenny  tiene ahora en sus manos flores silvestres;  mira el horizonte de un lugar donde nada está dañado. Lee con humildad las señales de Dios  y,  empieza a obrar con la ventura de lo que siente, ya que nada allí es apariencias.

Jenny se desprendió de lo temporal  y,  tuvo la  valentía  de dar sus testimonios antes de mudarse de casa.  Valentía  que la hace más hermosa cada día ante los ojos de quienes la conocimos.

Siempre, siempre halagaremos tu belleza interior. Tus ojos grandes, tus collares que eran  el sobre aviso de las cuentas que nos irás dando de cómo son las múltiples puertas que se van abriendo, y luego cruzando hasta llegar a la LUZ ETERNA.

¿Cuáles son, Jenny, las  primeras señales que nos dará vestidas con tu encantadora sonrisa? Creo, Jenny que nos enseñarás – desde el cielo-  a cultivar los dones del amor, del silencio interior y de la soledad como el resguardo donde el alma comprende los misterios de la existencia.

Esperaremos  que nazcas –con seguridad- desde una fuente cristalina de agua que brote desde la misma tierra que te acoge, y que sea esta misma tierra que tanto has amado, la que te reciba de nuevo, cuando vuelvas a mudarte de casa.

Lo importante ahora es, querida Jenny,  respetar ese vuelo que emprendiste con callada conciencia  porque, aunque no tenemos manera de disimularlo, nos deja dolor y tristeza. Espero que,  al mudarte de casa tengas la encomienda de la Madre celestial de enseñarnos qué es el amor-devoción.  Rezaremos por ti, pensaremos en ti por siempre.

Abrazos. Te quiere, Ylonka