Con la inesperada caída de Anselmo Paulino Álvarez se eclipsaba el poderío de quien, con el paso del tiempo, devino en el colaborador más eficaz del tirano.
1.- El meteórico ascenso de Anselmo en el favor de Trujillo.
Conforme afirmara Eduardo Sánchez Cabral, Anselmo Paulino fue: “…el dominicano en quien más poder delegó Trujillo. El que sin ser un intelectual dictó normas a hombres de leyes y a hombres de pensamiento. El que sin tener rango ni carrera militar influyó en los militares. El que sin ser economista, administró con eficacia todo un imperio económico. El que tras una relampagueante carrera política concluye en el ostracismo y sólo por un milagro se salva de las iras del dictador…Anselmo, solo, realizaba para Trujillo las tareas que hubieran precisado de muchos otros hombres, tenía una memoria fotográfica y su propio y eficiente servicio de información; era espléndido y el funcionario mejor informado del régimen, sus informaciones las ponía todas, contrario a Fouché, al servicio de su jefe.”.
Conforme la apreciación del arquitecto Antonio Ocaña: “Anselmo era un hombre poco culto, hábil, inteligente, servidor incondicional de Trujillo. Poseía don de mando,, infatigable en el trabajo, escrupuloso solamente junto a Trujillo, buen amigo, peor enemigo, vanidoso y de una capacidad de trabajo extraordinaria. Esto último lo llevaba desde desde ir a Nueva York a complacer los intereses del guardarropa de Angelita, hasta viajar a las Filipinas para comprar e instalarle luego a Trujillo un emporio azucarero.
Y Joaquín Balaguer, que conocería a Anselmo como pocos, haría de él el siguiente retrato en “Memorias de un cortesano de la era de Trujillo”:
“Nadie, ni siquiera en los primeros tiempos del régimen, cuando aún Trujillo no había desarrollado su personalidad avasalladora y dominante, alcanzó la hegemonía que hizo de Anselmo Paulino una especie de “Premier” en cuyas manos llegó a concentrarse gran parte de la actividad oficial”.
“El secreto de su éxito consistió en su dedicación absoluta a sus obligaciones y en la habilidad con que supo interpretar los apetitos y los deseos más íntimos de quien pagaba con largueza sus servicios, pero al propio tiempo exigía de él una consagración que nadie había sido hasta entonces capaz de prestarle con igual eficiencia”
“La identificación de Paulino con la compleja vida política, económica y sentimental de Trujillo se extendió hasta el extremo de que el propio dictador llegó a considerarlo indispensable. El valido era alguien que velaba por sus intereses mientras él dormía, y a quien podía interrumpir con una llamada, a cualquier hora de la noche, en la seguridad de que al otro extremo del teléfono hallaría con plena satisfacción la respuesta”.
Anselmo, casado con una ciudadana haitiana, hermana de un alto oficial y, por ende, muy vinculada a estamentos de poder militar en Haití, conocía a fondo la idiosincrasia haitiana y desde los primeros años del régimen fue articulando relaciones políticas, diplomáticas y militares en el vecino país, que posteriormente, serían a Trujillo de utilidad suma en situaciones de extrema complejidad en tan delicadas relaciones bilaterales.
Lo anterior, explica el eficaz papel prestado por Anselmo a Trujillo en la solución diplomática convenida entre ambos gobiernos- Trujillo y Vincent- tras la matanza haitiana de 1937.
Esta participación de Anselmo, para zanjar el conflicto, fue reconocida públicamente por el presidente Estenio Vincent, en 1938, en el discurso de presentación de cartas credenciales de Anselmo como ministro plenipotenciario ante el Gobierno haitiano, dado que el estatus diplomático de nuestra representación en Haití era de legación.
En la ocasión, afirmaría el presidente Vincent:
“ …el 16 de este mes de febrero la Asamblea Nacional haitiana, en un gesto de solidaridad que ratifica una vez más su voluntad de secundar al Ejecutivo en la consideración de su obra de paz, sancionó a unanimidad la transacción intervenida entre su Legación y mi gobierno, transacción oportuna que poniendo fin a pobres contingencias materiales se eleva a las regiones serenas de intereses superiores y extingue, para siempre, entre nuestros dos países un motivo de fricciones enervantes e intermitentes. Vos habéis aportado la más amplia contribución a este acuerdo que ha tenido el asentimiento integral de los representantes autorizados de la nación. Me habéis ayudado a realizarlo con una tan viva actividad y con una tan exacta comprensión del ideal de nuestros dos pueblos y de nuestros dos gobiernos, que yo hubiera sido injusto en no reconocerlo públicamente y en no considerar vuestra rápida promoción como la legítima recompensa de ser útil y de vuestra voluntad sirviendo a vuestra Patria y a vuestro Jefe, de servir al mismo tiempo la más bella y la más alta de las Causas que es en la hora actual del mundo, la causa de la Paz Universal”.
Cabe significar, a este respecto, que, tal como se afirmara en la pasada entrega del presente trabajo, una de las razones más socorridas para explicar la abrupta caída de Anselmo fue el famoso elogio expresado por Franco ante Trujillo, encomiando las cualidades ejecutivas de Anselmo.
No obstante, quien se detenga a ponderar los encomios del presidente Vincent a Anselmo, anteriormente citados, pronunciados 16 años antes de su caída, tendría que concluir, que era en ese momento y no en 1954, cuando debió eclipsarse para siempre su estrella en el firmamento trujillista.
Lo antes afirmado permite poner en entredicho, por muy simplista, la tesis de que el desplome de Anselmo tuvo como causa eficiente el precitado elogio franquista.
2.- El entorno familiar de Trujillo indispuesto con Anselmo.
Conocedor de la capacidad de Anselmo, para el bien y para el mal, Trujillo lo utilizaría, en no pocas ocasiones, para enfrentar a estamentos de poder, de procedencia civil y militar de su régimen, cuando no para desconsiderar incluso a miembros de su propia familia, granjeándose, de este modo, la indisposición de muchos de los áulicos de Trujillo y especialmente de su esposa María Martínez y de su hijo Ramfis, las dos personas de más incidencia de su entorno familiar.
Anselmo penetró tanto en la intimidad de Trujillo y su familia, hasta convertirse en su comensal predilecto de Estancia Ramfis, donde se ubica hoy el Ministerio de Relaciones Exteriores.
A este respecto refiere el arquitecto Ocaña- en su obra ya citada- otro delicado episodio demostrativo de la animadversión de María Martínez a Anselmo Paulino.
“En el curso de una de esas comidas, que resultó ser la última, Anselmo, cumpliendo el previo mandato de su jefe, profirió expresiones ofensivas contra Paco Martínez, el hermano de Doña María. Esta, quien ya guardaba mal querencia contra Anselmo, por la influencia que este mantenía sobre Trujillo, a las palabras de Anselmo respondió arrojándole en la cara un plato de comida que ella estaba usando. Anselmo, limpiándose el rostro se puso de pie y pidiéndole permiso a Trujillo, se retiró de Estancia Ramfis. Ese día fue la última vez que Trujillo almorzó en su casa. A partir del día siguiente y hasta el final de su vida, lo haría en el Palacio Nacional y siempre junto a él, Anselmo Paulino, hasta esa noche en que escuchaba por la radio la cancelación de los numerosísimos decretos que amparaban sus funciones civiles y militares”.
3.- Las “supuestas” memorias de Anselmo.
Al día de hoy, es todavía motivo de especulaciones y conjeturas si Anselmo dejó o no escritas sus memorias. En torno a este punto, existen dos versiones del mismo Anselmo, un tanto contradictorias entre sí.
Cuando el Lic. Eduardo Sánchez Cabral le cuestionó al respecto, la respuesta de Anselmo fue la siguiente:
“Unas memorias para ser útiles tienen que ser fundamentalmente exactas y completas. No puede haber vacíos intencionales, ni silencios injustificados sobre hechos preponderantes. Nuestra historia ofrece muchas páginas de ignominia. No quiero agregar a estas las de muchos hombres que pasan ahora por notables y patriotas, y la de muchas familias que pasan por virtuosas, que serían destruidas en su crédito, si refiero los episodios y los actos de que mis funciones me hicieron un testigo permanente. Esto no es constructivo ni edificante”.
No obstante, en entrevista que concediera años después al destacado intelectual José Israel Cuello, cuando junto a su esposa Lourdes se reunieran con él, en la sede de la Embajada dominicana en España, en 1976, Anselmo, a la sazón embajador en España, le revelaría que “sus memorias, que se conservan en algún lugar del mundo, no serían publicadas sino cincuenta años después de su muerte”.
Estas importantes revelaciones y otras más de gran importancia, refiriendo su conversación con Anselmo, las consignaría José Israel en su interesante artículo titulado “El desplome de Anselmo A. Paulino Álvarez “publicado el jueves 26 de diciembre de 1991(Pág. 7), en el desaparecido periódico El Siglo.
De ser así, razón llevaba José Israel cuando al respecto afirmaba: “son tal vez…las únicas memorias de un hombre de poder en estos tiempos que tendrán en sus manos los que escriban la historia de estas épocas”.
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