El nuevo año 2019 recién inicia y como es común se presentan proyecciones a su respecto, así como se enumeran sus retos, pero si hay algo que de seguro lo marcará es que ha de ser un año de grandes decisiones políticas, no solo porque es la antesala del año electoral, en el que se celebrarán elecciones municipales, congresuales y municipales, sino porque la suerte de dichos procesos dependerá de las decisiones que hayan de tomarse en este año.

Decimos esto porque pocas veces, al menos en nuestra historia reciente, el panorama electoral lucía tan poco predecible en el año previo, debido a que todavía demasiados supuestos impregnan los análisis y solo las decisiones que habrán de tomarse en el curso del año irán reduciendo las hipótesis.

El impacto de esas decisiones es tal, que el partido oficial libró una aguerrida lucha interna en relación con la aprobación de la ley de partidos políticos, la cual tenía como objetivo la definición del mecanismo de decisión de las candidaturas, que si primarias abiertas, obligatorias y simultáneas como quería la facción del presidente de la República o primarias cerradas, como propugnaba la del presidente del partido y expresidente del país; habiéndose aprobado en la ley que cada partido elegiría su modalidad de elección de entre los mecanismos previstos por esta, ante la imposibilidad de imponer las primarias abiertas y obligatorias.

Si bien bajo la presión de los plazos acordados por la Junta Central Electoral (JCE) los partidos se vieron en la obligación de definir internamente la modalidad bajo la cual elegirán sus candidatos antes de que finalizara el año pasado, habiéndose confirmado las primarias abiertas en el partido oficial y las cerradas en el principal partido opositor PRM; todos sabemos que existieron resabios previos a la definición de dichos métodos y que aunque se llegaron a acuerdos, las diferencias persisten y los enfrentamientos quizás solo se pospusieron.

Falta por venir la parte más difícil, la definición de las candidaturas, sobre todo las presidenciales en los dos partidos mayoritarios, no teniéndose a la fecha claro quiénes serán los precandidatos en estos partidos y mucho menos quiénes serán los que resultarán electos como candidatos, decisiones de las cuales dependerá en gran medida la suerte de los procesos electorales del 2020.

Los plazos para estas decisiones han sido ya establecidos por la JCE, y aunque no sorprendería que se solicitasen prórrogas, la existencia de una ley de partidos , y la realidad de que se tendrán que celebrar primarias en algunos casos,  no dará cabida a mayores flexibilidades y la Junta exigirá, con sobradas razones, cumplimiento de los plazos para poder lograr su misión fundamental que es la realización de los dos torneos electorales del 2020, o quizás tres, en el caso bastante posible de que tenga que celebrarse una segunda vuelta para las elecciones presidenciales.

Y no solo se tratará de estas decisiones electorales, sino de otras de gran trascendencia para el país como la de la ratificación o separación de sus cargos luego de haberse realizado un proceso de evaluación de 11 de los 17 jueces de nuestra Suprema Corte de Justicia, en adición a otras sustituciones que podrían darse por renuncias de magistrados,  lo que provocará una reestructuración de esta alta corte que podría conducir a su anhelado fortalecimiento y el del poder judicial si se hiciese un proceso correcto y transparente, o de no ser así podría seguirla debilitando, lo que sería terrible para la justicia, la democracia y el país.

El año ya arrancó y muchas decisiones están por venir, incluyendo la más importante de todas, la de los electores, la que ciertamente habrá de esperar el 2020, que no luce ya tan lejano.