Andrés Navarro ha iniciado la carrera por la candidatura presidencial. Su periplo “no va” a emocionar al pueblo por estar plagado de ironías, mala suerte, torpes sutilezas y por exhibir una gravitación reeleccionista.
Hace el lanzamiento de su proyecto político que ya, con reiterada ironía, había arrancado abiertamente desde enero del 2018, y que desde entonces ha estado marcado por la dualidad contradictoria de funcionario público–candidato, vista como poco decorosa por tener indicios de utilizar los fondos públicos y la influencia del puesto para fines partidarios.
Una mezcolanza de ritmos “livianos” sirve de música de fondo a los spots televisivos portadores de una inteligencia política minada de sutilezas torpes, portadores de promesas “más–de–lo–mismo”, que traen a la memoria una larga cadena de olvidos y desatinos “diplomáticos” y “educativos” del precandidato.
Algunos spots, acusando un lapsus mediático, no sólo presentan la caricatura a un candidato “redentorista”, que realiza caminatas sin rumbo, sino que también utilizan símbolos del Loyola y de las Naciones Unidas, que en su momento estas instituciones habrán de solicitar su retiro. Sutilezas torpes o torpezas sutiles que dejan “ver por la ventana” la vacuidad y la astucia tramposa de la campaña del precandidato.
El precandidato Navarro “no tiene suerte”. Si como dijera Pasteur: “la suerte sólo favorece a la mente que está preparada”, entones, habremos de preguntarnos por la suerte política del precandidato Navarro. Pareciera que los golpes de suerte lo han abandonado.
Su “mala suerte” se hizo presente en su falta de temple y de responsabilidad para enfrentar desde el Ministerio de Educación los grandes problemas del sector que causaron tantos sufrimientos, fastidios y justificadas protestas y reclamos de maestros, técnicos, estudiantes, padres y suplidores de alimentos en la tanda extendida.
La ironía y la “mala suerte” repetidas pueden decidir el futuro de cualquier proyecto político. Pareciera que al precandidato le han acompañado en muchas ocasiones. Así fue en todos sus aprestos para “vender” al país una revolución educativa falseada y cuestionada, producto de una irritable “imagología” mediática que exhibía derroches a costillas de las carencias no atendidas de cientos de comunidades el país, que no figuraban en el mapa de sus visitas sorpresa.
Le acompañaron también el 13 de septiembre del 2018, cuando hizo promesas, que nunca honró, de atender los reclamos de maestros y técnicos que al grito de “Navarro, escucha, Yaguate está de lucha”, desafiando el calor, protestaron frente a la sede del Ministerio de Educación en demanda de mejores condiciones para atender las necesidades de miles de estudiantes que reciben clases en galleras y destartaladas enramadas. ¡Ironía de una revolución educativa en una República Digital!
Según cuenta la noticia del día 13 (Diario Libre, 13.09.2018), “los maestros de los centros educativos Las Mercedes, Los Bruján, Najayo al Medio, Los Francos y del Politécnico Ana Liliams Miranda, todos del municipio de Yaguate, en San Cristóbal, denunciaron que las escuelas tienen hasta cinco años en construcción y ellos imparten docencia en condiciones infrahumanas. Exigían, además, al hoy exministro/candidato que cumpliera con la sentencia del Tribunal Constitucional, que dispuso que a los técnicos se les pagaran los incentivos por la evaluación del desempeño, que les hicieron hace dos años”.
La “buena suerte” también lo abandonó recientemente cuando reaccionó “irónicamente” ante el reclamo de un grupo de jóvenes de Iniciativa “Bien Común”, que pidió su renuncia como Ministro de Educación “por considerar que el mismo violaba la Ley de Función Pública al estar en una permanente campaña electoral mientras las escuelas presentan deficiencias de suministro de materiales y servicios”.
Los jóvenes de Iniciativa “Bien Común” piden a gritos políticos limpios, asépticos. Con rollos de papel de baño, escobas, y “suapes” en manos expresaron que las gestiones de Navarro y Carlos Amarante Baret frente al Ministerio de Educación deben ser sometidas de una profunda y rigurosa auditoría. Ojalá que la Cámara de Cuentas interrumpa sus vacaciones y asuma esta solicitud ciudadana, desde luego, acompañada de veedores de la sociedad civil. De seguro que el (los) precandidato (s) no pondrá (n) objeción alguna.
Al reaccionar con ironía ante este reclamo, el precandidato Navarro “se quemó”. No pasó esta “prueba nacional de democracia” abanderada por los jóvenes de la iniciativa Bien Común. Ya saben todos los jóvenes del país la importancia que el quemado precandidato dará a sus sueños, iniciativas y reclamos. Como en la escuela: ¡Que levanten la mano los jóvenes y sus padres, vecinos y amigos que no votarán por Navarro! Cuéntelos. Son muchos.
La ironía del precandidato Navarro ante el reclamo de los jóvenes, dará mucho qué hablar y qué decir. La dimensión del desatino bien pudiera ilustrarse parodiando a Platón en el Filebo, cuando sostiene que la risa (irónica) es un placer pero al mismo tiempo es fea, obscena, transgresora de la armonía, de la medida, de la integridad y de la conciencia social y de los hombres libres. La risa (irónica) -termina diciendo Platón- es un placer que produce dolor y que atañe sólo a los locos, bufones, viles y esclavos.
Y si bien es cierto el precandidato que ya no es Ministro, la triste historia de promesas incumplidas, de ironías y de episodios de mala suerte está ahí. Y cuenta.
Todo parece que el primer escalón de su candidatura. “NO VA” a emocionar al país. Quizá por tener mala suerte, ironías y sutiles torpezas. ¡Eso creo!