La Conferencia Mundial de la Educación Jomtien (Tailandia, 1990) proclamó que las personas tienen derecho a la educación digna y de calidad a “Lo largo de toda la vida”. En 1990, los delegados de 155 países, y los representantes de 150 organizaciones gubernamentales y non gubernamentales, acordaron, entre otras metas, hacer que la enseñanza primaria o básica fuera accesible a todas las personas: niños, niñas, adolescentes jóvenes y adultos, reduciendo masivamente el analfabetismo antes de finales del decenio (2000). Sin embargo, en el año 2000 no se cumplieron los objetivos definidos en Jomtien en materia de Educación Para Todos.
Los Objetivos de Desarrollo del Milenio, también conocidos como Objetivos del Milenio (ODM), son ocho propósitos de desarrollo humano fijados en el año 2000, que los 189 países miembros de las Naciones Unidas acordaron conseguir para el año 2015. El objetivo 2 hablaba de lograr la enseñanza primaria universal. Se refirió a la matriculación y a la permanencia en la enseñanza básica, entre otros aspectos; se propusieron metas en cuanto a la alfabetización de jóvenes y adultos de 15 a 24 años. Los objetivos de Desarrollo Sostenible (2015-2030), por su parte, retoman en su objetivo 4 la meta de “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”. No obstante, en su análisis de base se afirmó que había aumentado la matrícula de niños y niñas en la educación básica y que en el mundo hay 103 millones de jóvenes y adultos que no tienen un nivel mínimo de alfabetización; además de que el 60% son mujeres.
En el ámbito dominicano se ha hecho un gran esfuerzo por lograr que los niños y las niñas se integren a la escuela y accedan a una buena educación. Se ha logrado cerca de un 97% de matriculación. Ahora el gran desafío es mejorar la calidad de los procesos. Todos los esfuerzos que se están haciendo con el proyecto de la Jornada extendida, la formación de maestros/as y la creación masivas de nuevas aulas va apuntando en esa dirección.
Ahora que se habla del re-lanzamiento del Plan Nacional de Alfabetización, Quisqueya Aprende Contigo, es tiempo para revisar las políticas seguidas en cuanto a promover la inserción y la permanencia real de las personas jóvenes y adultas en el proceso de alfabetización y en la educación continua de las personas mayores de 15 años. A ese proceso se le ha llamado “continuidad educativa”.
Un problema real es que el plan de alfabetización ha estado impulsado por dos equipos diversos que parecen tener diferentes metas y objetivos finales. El equipo de la Dirección de Programas Especiales de la Presidencia (DIGEPEP) que trabaja en el Plan Nacional de Alfabetización, parece tener objetivos sobre todo de carácter numéricos; es decir aumentar el número de personas que se insertaron en el programa y que concluyeron una primera etapa, de unos 6 meses de duración. Para este equipo su meta es reducir el número de analfabetos mayores de 15 años a menos de un 5%. Cuando eso ocurra, habrá concluido su trabajo y supuestamente podrán declarar al país, “libre de analfabetismo”.
Por otro lado el equipo de la Dirección Nacional del Subsistema de Educación de Personas Jóvenes y Adultas del MINERD tiene como objetivo sobre todo lograr que quienes han comenzado el proceso de alfabetización, adquieran una buena base y logren continuar estudiando en un modelo flexible de educación que no pone límites a las personas y que contempla la posibilidad de la educación básica, la educación secundaria y la formación para el trabajo, asumiendo un modelo de educación flexible.
La encuesta ENHOGAR 2015 ha reflejado algunos datos interesantes relacionados con los resultados del proceso de alfabetización, desarrollado en el marco del Plan Nacional de Alfabetización, Quisqueya Aprende Contigo. Detengámonos a considerar algunos de ellos y comparémoslos con los resultados del Censo Nacional de Población y Familia (2010).
Con relación al número de personas, mayores de 15 años, que declaró que no sabía leer ni escribir, hay diferencias significativas entre los estudios realizados en 2010 y en 2015. Mientras que en el 2010 fueron 895,787 personas quienes se declararon analfabetas, lo que significaba el 13.50% de la población; en el 2015 fueron 535,507, equivalente al 7.50%. Es decir la diferencia son 6 puntos porcentuales.
Un elemento a tener en cuenta es que el analfabetismo de jóvenes y adultos está directamente relacionado con las condiciones socio-económicas de la población. Por eso las sub-regiones del país que tienen más alto nivel de analfabetismo son las más pobres. Según ENHOGAR 2015, la sub-regiones con mayores niveles de analfabetismo siguen siendo: el Valle (San Juan y Elías Piña) con 26.02%, la sub-región Enriquillo (Independencia, Bahoruco, Barahona, Pedernales) con un 22.95% y el Cibao noroeste (Montecristi, Dajabón, Santiago Rodríguez, Valverde) con un 19.88%. Mientras que las regiones con menos porcentaje de analfabetismo son precisamente la sub-región Ozama (El gran Santo Domingo) y el Cibao Norte (Santiago, Puerto Plata, Espaillat).
De quienes comenzaron el proceso de alfabetización a partir del 2013, el 65% no terminó la primera etapa de la educación inicial. Por otro lado, solo el 21% terminó en el tiempo programado; mientras que el 13 % se encuentra todavía participando
Cuando se les preguntó a las personas las razones por las que no terminaron la primera etapa de educación el 30.6% declaró, que el núcleo de aprendizaje al que perteneció se desintegró; el 17.6% señaló que el alfabetizador abandonó el grupo. Otras razones que alegaron las y los participantes para no concluir la primera etapa de educación estuvieron relacionadas con la falta de tiempo (17.3%) o simplemente porque tomaron la decisión de retirarse (13.4%).
Un dato revelador de las debilidades pedagógicas del Plan Nacional de Alfabetización es que el 67.1% de quienes han participado en el proceso educativo declaró que realmente no aprendió a leer y a escribir, llegando a un 73% en la sub-región El Valle; a un 70.6% en la sub-región del Cibao Sur, y a un 70.5% en la zona del nordeste.
Varias organizaciones de la sociedad civil han reclamado con insistencia el mejoramiento de los procesos de alfabetización de personas jóvenes y adultas, así como que realmente se asuma el desafío de la continuidad educativa. Esperamos que las nuevas autoridades de la DIGEPEP y del Ministerio de Educación entiendan la importancia socio-educativa y política de ofrecer la oportunidad para que muchas personas ejerzan su derecho a una educación digna y de calidad.