¿Cómo quebrar el espejo que nos fija en una imagen exterior y superficial? En mi opinión, las palabras puestas en forma de poemas o caracolas pueden acercarnos a ese falso reflejo y destruirlo, caminar sobre los cristales y rebelarnos contra las condicionantes que asfixian nuestra creatividad y limitan nuestro imaginario. La poesía de la domínico-americana Diannely Antigua es quizás la piedra o el martillo que se precisa para desbaratar el falso reflejo. En el poema que abre su colección, “Autorretrato como nostalgia”, nos dice, Puedo mentir acerca de las palomas y sus picos, puedo decir que nunca comieron de mi mano, que nunca tiré arroz desde el cielo gris de los projects, y que el cielo no sabía a maná. Es una poesía que recoge el día a día, la geografía del barrio y el dolor de crecer en donde supuestamente la hija de los inmigrantes tendría todas las oportunidades. En la televisión la niña observa a las autoridades, que le dicen que todo está bien, cuando ella desde su infancia es consciente de que afuera, en la calle, lo que hay es una guerra dispareja.
¿Y cuál es el recurso de los más desafortunados en esta guerra? El lenguaje. Antigua no recurre al lenguaje de sus ancestros para combatir, sino a la lengua propia, que es la de las trincheras, el amor y el horror. Escribe en inglés, sí, pero sería absurdo no darse cuenta de que su lenguaje está ahora hecho de esas cosas que arrastran consigo los inmigrantes: calderos, cruces, espadas, sazones, canciones, y espejos. Dice la poeta en “Re-Education”: Todavía pienso que Bloody Mary es un juego de espejos. A veces aparece a las 2AM. A veces está en el inodoro, reflejo de orina antes de la descarga. Hay una verdad escondida tras esta magia. No le hago justicia a estos poemas al leerlos únicamente desde el aspecto político social de la vida, aunque esa sea mi preocupación principal en estos momentos, y yo busque poesía para calmar ese animal transido de veneno que habita en mí. Quiero también, debo, leer esta poesía como el chico que fui, en donde el miedo y la esperanza sobrevivían en una coreografía casi muda. En “Day of Pentecost” Diannely Antigua dice, Quiero decir que estaba llorando por un chicuelo, o por el agujero en mis medias o por mis sucios City Sneaks. Quiero entender porqué mi lengua se movía y porqué una voz salía de mí aunque la voz nada dijera.
Es una poesía de la lucha y el reencuentro. Hay una delicadeza y una nostalgia en la misma, y sin embargo, puedo encontrar en ella una fuerza, una resistencia, una callada y serena batalla palabra tras palabra. Lo que me interesa más, es la capacidad de narrar a una muchacha que lucha contra los estereotipos mientras trata de hallarse, identificarse a sí misma entre tanto mareo. Hay también un juego deliberado entre el lenguaje y la semántica. El contexto de su condición de hija de una fuerza en movimiento queda expuesto en varios poemas pero sobre todo en “Misconception”, en donde uno puede jugar con muchas cosas: concepción perdida, malendentido, aborto, desprendimiento, etc. Estas son las bellezas que nos regala la intrépida navegación entre lenguas, historias y culturas. Dice la poeta: Era domingo y mi madre fregaba platos luego de la cena, raspaba el concón del fondo del caldero, la salsa y los crocantes granitos que se salvaron. Mientras, susurraba una canción que escuchó en la iglesia ese día: Si tuvieras fe como un granito de mostaza […] No sé porqué en ese momento lo único en que pude pensar fue en el pecho de mi padre sobre su cuerpo desnudo… Quise creer que él no la lastimó, que el peso de su contextura, sus musculosos brazos no dañaron su piel. Quise creer que él besó su boca con la misma delicadeza con la que se besa la orilla de un vaso de cerveza, bebiéndola, a ella, lentamente.
Sabes que tengo debilidad por los libros bien editados y este no es una excepción. El diseño es de Angela Singer y el libro está editado por Yesyes Books. Para esta breve nota me tomé la libertad de traducir al español los poemas reseñados, pero el libro como tal está escrito en inglés y su gran valor radica en ello, ya que como he dicho, la trinchera además de ser amor, es también lenguaje y me consta lo mucho que dicen estos poemas de Diannely en cualquier idioma. ¿Y porqué dicen tanto estos textos? Porque cantan con música que no es fea para nada, ya que lo que hace Antigua es tropezar con himnos para recordarnos el camino de regreso… sí, porque para avanzar, porque para estar alante, hay que saber muy bien de donde se viene. Me despido con la voz de ella, que en “Alabanza”, dice: Praise the beans, the white, the red, the pink, the lentils, over rice, guandules, the pigeon peas of my youth. Praise the Kool-Aid, the red lips I kissed her cheek with, my grandmother, Mamá, we called her, like the Eve for us all, mother of a tiny nation in the projects.