Repasé los grandes titulares. Pasé junto al mar y celebré el rostro del día. Me paré a hablar con un amigo sobre el más reciente escándalo, el enorme calor del mediodía, la opulencia de formas de aquella que acababa de pasar. Doblé calles y avenidas en cada lugar de gestas, en cada punto donde cayó la sangre aún no redimida, en cada rincón donde quedaron congeladas por siempre las sonrisas de los héroes y mártires que murieron luchando contra el odio, la traición y la mentira… Y esto último me llevó inevitablemente a Amín, que cayó cuando nuestras mejores esperanzas apenas florecían.