A pesar de miles de asesinatos y desapariciones. A pesar de tres larguísimas décadas de la más feroz tiranía de la historia continental. A pesar de haber convertido todo este país en una simple finca de propiedad familiar. A pesar del atraso impuesto por el rechazo a toda idea que expresara la palabra libertad. A pesar del envilecimiento institucional y de los traumas que siguen prácticamente intactos en la urdimbre espiritual de este pueblo. A pesar de una ley que, por todos esos dolores, proclama un “nunca jamás”. A pesar de tantos terribles pesares, escucharemos nuevamente en las calles un grotesco grito: “¡Viva Trujillo!”